Migrantes a la deriva
Lucía Sauma, periodista
La migración en Sudamérica se está convirtiendo en un problema que crece día a día. Desde hace unos años Chile pasó a ser un país codiciado por venezolanos, colombianos, ecuatorianos y haitianos. Lucharon para llegar a Chile, fueron víctimas de traficantes que les cobraron mucho dinero por hacer posible su anhelo. Varios utilizaron a Bolivia como país de paso para que cruzaran la frontera. Los que consiguieron su propósito vivieron, mendigaron en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas, trabajaron en lo que pudieron, en oficios legales y otros no tanto, los acusaron con razón y sin razón de llevar delincuencia, prostitución e inseguridad ciudadana. Un gran número de ellos encontraron sustento escarbando en las montañas de ropa usada que se acumula en el desierto de Atacama, proveniente de Europa y Estados Unidos, allí cientos de migrantes murieron en su intento por mejorar sus condiciones de vida.
Los países que se convierten en objetivo para los migrantes, generalmente no quieren recibirlos, cuando lo hacen es por un corto tiempo, en el que les sirven como mano de obra barata. Ingresaron sin papeles, sin previo contrato de trabajo, con familia que mantener, sobre todo con hijos pequeños, así pasan a ser presas fáciles de abuso y explotación. Las mujeres son las que primero se insertan en las áreas de servicio doméstico sin reglas, sin horarios, sin salario a cambio del techo y comida, hasta que el país que parecía acogerles, se incomoda y teniendo el sartén por el mango inicia sus estrategias de expulsión quitándoles los ingresos que recibían, obstaculizando su legalización, visibilizando a quienes se dedicaron a la delincuencia, generalizando a todos los migrantes como responsables de la inseguridad.
En febrero de este año, Chile desplegó militares para resguardar sus fronteras con Bolivia, para impedir, o al menos controlar, el paso de migrantes. En la localidad de Colchane, la frontera con Bolivia, se ve una zanja de 600 metros que fue construida por el gobierno del presidente Sebastián Piñera para impedir el paso de las bandas de contrabandistas y narcotraficantes, sin embargo, ellos mismos se encargaron de construir puentes para seguir circulando por esa ruta que es usada por venezolanos y colombianos para cruzar desde Bolivia y llegar a la pregonada estabilidad chilena, que al parecer ha tomado medidas más radicales y está dispuesta a librarse de tanta visita inesperada o no deseada.
No podemos taparnos los ojos y pretender que no estamos frente a un problema migratorio que va en aumento. Los problemas económicos, sociales y políticos de países como Venezuela, Haití, Ecuador y Colombia nos han convertido en un momento en destino, pero sobre todo en lugar de paso. ¿Qué políticas se están adoptando? ¿O no hay ninguna?
(*) Lucía Sauma, periodista