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Inglaterra: sus reyes colonizadores y arcaicos

El 6 del presente mes, hemos presenciado la coronación del rey de Inglaterra, Carlos III y la reina Camila. Después de presenciar un suntuoso acto público, transmitido por varios canales de televisión internacional, surgen muchas preguntas: ¿por qué las actuales sociedades hegemónicas occidentales aún reproducen un modelo de valores y estratificación social de la época monárquica y feudal? A pesar de la retórica de la sociedad occidental de que vivimos tiempos modernos, posmodernos y hasta poscoloniales. Estas últimas ideas suponen teóricamente el quiebre de formas arcaicas y obsoletas de sociedad, por nuevas o modernas.

La ciencia como producto de la humanidad, aunque administrado y alimentado sobre todo desde la sociedad occidental, nos deja entrever avances muy interesantes, basados en la investigación sobre la humanidad y sus perspectivas reales a futuro. Pero, el perfil civilizatorio humanista de la ciencia está en profunda contradicción con la práctica primitiva y profundamente colonialista del mundo de los reyes y reinas. Los clásicos académicos de las ciencias sociales y humanas no explican de esta contradicción. Este clasismo solo mira lo “bonito de la modernidad”, tapando la basura social del régimen feudal.

Para el caso de Inglaterra, pero con similares prácticas, están Holanda y España, entre otros países, donde continúan vigentes los reyes y sus reinas. Sabemos que en estos últimos años se han manifestado posiciones sociales contrarias a la vigencia de la familia real. A pesar de estos cuestionamientos, aún triunfan y siguen transmitiendo los valores de ser personas especiales y de creerse que son de sangre azul, entre otras aberraciones.

Sabemos por algunas investigaciones que varias generaciones de estas familias nobles no han estado exentas de prácticas dolosas como la corrupción y otras bajezas inmorales en su reproducción social. A pesar de estas experiencias fraudulentas continúan usufructuando el poder, aunque se diga que ya es simbólico, pero viven y lucran de un Estado alimentado por sus ciudadanos contemporáneos. ¿Cuánto de dinero se gastó en esa suntuosa coronación? Ver la estratificación social colonial de la Inglaterra colonialista fue lo más llamativo, pues no fue una mera teatralización, sino la continuación de una forma societal que quedó atrapada en siglos pasados.

Pero llama la atención la amplificación y reproducción del actuar y del pensar como reyes y reinas en la masa societal del mundo, hoy traducidas de muchas formas, como las coronaciones bufas, hasta certámenes de belleza que se denominan reinados. En el caso boliviano, la sociedad cruceña regional, que en su discurso se vanagloria de ser moderna, pero su práctica no deja de ser arcaica, cuando es una moda ser reina en el carnaval de cada año.

El acto señalado nos permitió ver varios aspectos de una contemporización social, aunque anacrónica para estos tiempos. Es tan llamativo ver la actuación de la trilogía nefasta, de la familia real, la Iglesia Católica y el Estado. Aunque ese Estado se llame Estado nación, liberal o neoliberal. Además, el uso de la suntuosidad como las carrozas impregnadas de oro o las piedras preciosas en las coronas de Carlos III y Camila. ¿Cuánto de ese oro y plata expuestos en la investidura salieron del suelo de nuestro continente del Abya Yala y el Caribe? Está claro que no fueron comprados, sino saqueados por la prepotencia del colonialismo inglés y europeo.

Indudablemente, el régimen colonial del que el reinado es su corazón, presentó una especie de actualización social de sus seguidores, como la presencia de niños negros o latinos, uno que otro árabe vinculado con la religión; pero el trasfondo siguió siendo la reproducción de una práctica colonial y una forma de familia de sangre azul que se da a conocer mediante todas las formas de comunicación actuales.

Q’aranakan sartawinakapaxa wasitampiwa qhanstayata. Wali suma sarnaqawikaspas ukhama.