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Trump está de vuelta

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Will Leitch

Mi prima en la zona rural de Illinois, donde crecí y donde todavía vive la mayor parte de mi familia, me envió una linda nota por Facebook el otro día. Vio que iba a publicar una novela y me dijo que estaba orgullosa de mí y que no veía la hora de leerla. Le di las gracias y le dije que me encantaría almorzar la próxima vez que esté en la ciudad. Ella dijo que sería bueno. Luego agregó: “Y nada de política… ¡lo prometo!”. Yo también lo prometí. Haremos todo lo posible para cumplir esa promesa. Pero cada vez es más difícil. De nuevo.

Las familias de todo Estados Unidos que estaban tan divididas por la era Trump solo comenzaron a sanar en los últimos años, y ahora enfrentamos la posibilidad real de una secuela. Estoy temiendo, y siento que ella y muchos otros estadounidenses están temiendo, tener que pasar por este desafío tan pronto otra vez. La política ha dividido a las familias de manera fea, y siento que la era de Biden, para muchos, ha sido una oportunidad para tratar de sanar. Pero las heridas pueden estar a punto de reabrirse.

Uno de los puntos de venta implícitos, pero centrales, de una presidencia de Joe Biden era que, si hacía bien su trabajo, el estadounidense promedio no tendría que prestarle mucha atención. La “normalidad” a la que el señor Biden prometió devolvernos se trataba en parte de hacer que el poder ejecutivo volviera a ser un brazo funcional del gobierno, y de dejar de ser la broma (muy aterradora) en la que el país se había convertido a nivel mundial durante la presidencia de Donald Trump.

Pero en casa, para muchos estadounidenses, se trataba de algo más simple que eso: se trataba de regresar a un mundo en el que no tuviéramos que hablar y pelear sobre política todo el tiempo. Se trataba de estar en tu propia casa, con tu propia familia y ser capaz de olvidar, aunque solo fuera por un rato, que la política estaba ocurriendo, o al menos asumir que gente razonable se estaba ocupando de ella.

Los años de Trump hicieron esto imposible, y la ubicuidad de la política, la sensación de que tenías que estar gritando sobre el estado del mundo en todo momento, dividió familias en todo el país. Lo que alguna vez habían sido simplemente algunos momentos incómodos en el Día de Acción de Gracias se convirtieron en fisuras constantes que enfrentaban a niños contra padres, hermanos contra hermanos, generación contra generación.

Algunas de estas fisuras se convirtieron en rupturas, o incluso en abismos. El discurso político constante e ineludible de 2015 a 2021 deshilachó todos los lazos de la sociedad estadounidense, quizás la familia sobre todo.

Pero ha habido un cambio silencioso en los últimos años. Estos desacuerdos no han desaparecido: el mundo es tan peligroso y tenso como siempre lo ha sido. Pero desde que Trump dejó el cargo, ha podido encontrar momentos de escape y respiro, e incluso, sí, normalidad.

La mayoría de los estadounidenses no quieren ver otro enfrentamiento entre Biden y Trump. Hay muchas razones para esto, sin embargo, me pregunto si una de las principales para muchas personas es el temor de que esos tiempos tumultuosos que acabamos de atravesar y el torrente incesante de batallas políticas que invadieron nuestra mesa navideña estén a punto de regresar. ¿Trump contra Biden? Esto es lo que acabamos de pasar. ¿Tenemos que pasar por eso otra vez?

¿Y si Ron DeSantis obtiene la nominación republicana sobre Trump? Tal vez eso solo conducirá a peleas completamente nuevas. Aunque teniendo en cuenta lo dolorosa que sería cualquier batalla por la nominación que pierda Trump, si tal batalla termina, sospecho que tampoco dejará al país en un estado de ánimo curativo.

(*) Will Leitch es escritor y columnista de The New York Times