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¿Fassil, el modelo cruceño?

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Jesús Luque

Todos los días los medios de comunicación nos hacen conocer información sobre la quiebra del Banco Fassil y la última que parece ser de película, la muerte del interventor, quien estaba develando varios detalles del manejo inescrupuloso y a quienes se habría favorecido con los dineros de los ahorristas.

Veamos entonces si esta práctica de quiebra de bancos públicos y privados es reciente. De acuerdo con la investigación del periodista Roberto Cuevas, en una década se habrían cerrado 11 bancos entre 1987 y 1997, y hasta 1999 un total de 13 bancos, demandando esto un costo para el Estado, lo que se tuvo que asumir mediante el Banco Central de Bolivia (BCB), por $us 600 millones, dinero que fue a parar a manos de inescrupulosos dizque empresarios. Como los de los bancos Agrícola y Minero, créditos destinados a fortalecer y reactivar la economía, pero los muy necesitados se declararon en quiebra y con el apoyo político dieron un empujón para que se cierren estas entidades, dejando así de pagar sus compromisos adquiridos, quedando con las manos limpias.    

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Según la Agencia Boliviana de Información (ABI), entre el grupo que manejó el Banco Fassil estarían familiares de Luis Fernando Camacho, y personas que se beneficiaron de grandes créditos como Tatiana Marinkovic, con Bs 35 millones, hermana del exministro Branko Marinkovic; este último, junto a José Luis Parada y la autoridad de la Asfi Gonzalo Romano en 2020, autorizaron el aumento de capital de dudosa procedencia, y lo que correspondería averiguar es de dónde vinieron esos incrementos de capital.

Se debe identificar a cada uno de estos empresarios y hacer el seguimiento del flujo del dinero, y a quiénes fue a parar el dinero de los ahorristas, y no dejar que otra vez se declaren en quiebra para no devolver el dinero de las personas que confiaron en el sistema financiero.

Este pequeño grupo que ha tomado el poder económico, político e institucional de Santa Cruz no representa a la cruceñidad y quiere hacer creer que hay un enfrentamiento entre pueblos o visiones diferentes entre oriente y occidente, lo cual es solo de cúpulas de poder, que usan el poder económico con el objetivo de financiar grupos paramilitares y parapoliciales, para hacer cumplir a la mala sus disposiciones, como el paro de 36 días, del cual se podría pensar que fue financiado con el dinero de los ahorristas, una pérdida económica para el pueblo.  

El modelo cruceño no es un grupo pequeño de empresarios agroindustriales, logias fascistas o consorcios empresariales que están acostumbrados a vivir del Estado y salirse con las suyas a costa de favores políticos, y que en este último tiempo se han atrevido a cuestionar la relación de Santa Cruz con el Estado boliviano. La fuerza y la pujanza de un pueblo no depende de un grupillo de personas que han adquirido su capital del Estado, o sea de todos nosotros.

(*) Jesus J. Luque es licenciado en Economía