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Pesimismo y distopía

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Carlos Villagómez

He escrito sobre los efectos negativos de la revolución tecnológica (TIC, RRSS, IA, etc.) en sociedades inermes como la nuestra (atrasadas, dependientes, exportadoras de materias primas, culturalmente colonizadas, etc.). Todas reflexiones en un tono ácido y, sobre todo, pesimista. Sé que el pesimismo no es bien recibido por aquellos que encuentran la felicidad como el avestruz, hundiendo la cabeza en el suelo; ni tampoco por los militantes de tiendas políticas, que deben propagar el “futuro paradisíaco” profetizado por sus líderes. Diré, a modo de descargo, que este desencanto es pesimismo filosófico, puro vitalismo realista (ataviado de desesperanza) que interpreta mejor estos tiempos contradictorios e inasibles.

Sin embargo, el futuro de la revolución digital sí se presta para un pesimismo superlativo. Si consideramos que la mayoría de los ensayos solo vaticinan perspectivas apocalípticas, no nos quedaría más que sentirnos dentro del larguísimo e interminable túnel del subdesarrollo. A pesar de todo ello, aparecen nuevos pensamientos que insuflan oxígeno y optimismo a todos los desplazados globales que cohabitamos hacinados en dicho túnel.

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El joven hongkonés Yuk Hui ha escrito un libro inspirador en contra de la declarada distopía global: Fragmentar el futuro. Ensayos sobre la tecnodiversidad (2020). Políglota, tecnólogo y filósofo, este joven asiático propone una ruptura a la línea histórica del desarrollo tecnológico de Occidente. Hui plantea una fractura a la linealidad histórica occidental que enfila Premodernidad-Modernidad-Posmodernidad-Apocalipsis (que otros llaman Singularidad, momento donde el ser humano será desplazado y esclavizado por máquinas o cyborgs). Como estamos —estaremos— a merced de poderes fácticos, imperios globales (las llamadas BigTech), Hui propone fragmentar ese futuro distópico con el recurso de la tecnodiversidad, que al igual que la biodiversidad o cualquier diversidad actual (de género, de cultura, etc.), revierte pensamientos y actos despóticos con acciones plurales y colectivas. En la línea de la tecnodiversidad se podrán generar múltiples cosmologías tecnológicas, múltiples cosmotécnicas, correspondientes a cada cultura, a cada identidad, que lograrán fragmentar la convergencia sincronizada a la que nos quiere conducir Occidente.

Fragmentar el futuro. Ensayos sobre la tecnodiversidad es, a todas luces, un manifiesto revolucionario que pone una luz de esperanza al final del larguísimo túnel del subdesarrollo. Es toda una propuesta descolonizadora en un tema tan crucial como es la dependencia tecnológica que, te recuerdo, timbra o vibra sin parar en tu bolsillo, cartera o mochila.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto