Modelo cruceño, cartel de la mentira
Uno de los libros deja de explicar el MDC para referirse a testimonios personales e institucionales

Fernando Chuquimia
Recientemente acabé de leer dos libros, el primero, Modelo de desarrollo cruceño, 110 años del Memorándum de 1904, del Comité Pro Santa Cruz (2014), y el segundo, Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito, de los autores Barbery C., Mendieta P., Rodríguez G. y Soruco O. (2021), con el fin de entender y contrastar la concepción del Modelo de Desarrollo Cruceño (MDC) con la realidad socioeconómica.
Desde una perspectiva académica, ambos textos no exponen claramente la base teórica, ni la formalización matemática del MDC, aspectos que son fundamentales para entender la relación entre las variables, lo cual no permite diagnosticar una situación o fenómeno en particular, restringiendo el pronóstico del comportamiento futuro de las variables, así como la imposibilidad de diseñar políticas económicas.
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De manera subjetiva, dichos libros tratan de explicar el funcionamiento del MDC, señalando que Santa Cruz no aspira a vivir del Estado. Asimismo, establecen que el modelo ha desarrollado su actividad productiva, comercial y de prestación de servicios basado en factores productivos (recursos naturales, recursos humanos, financiamiento, innovación e institucionalidad), además de sustentarse en valores (libertad, individualidad, competitividad, cooperativismo e integración), permitiendo el progreso económico y social de la población cruceña.
Pero la realidad es otra. Afirmar que el MDC representa a Santa Cruz y busca el bienestar de su población sería una gran mentira, por cuanto este modelo solo representa una forma de organización de sociedad, donde determinados sectores privilegiados, conformados por familias tradicionales con poder económico, así como ciertos sectores de la oligarquía, se han apropiado de la representación política, dominando las principales instituciones bajo el formato de logias.
Evidentemente, dicho departamento oriental contribuye a la productividad económica, no obstante, llama poderosamente la atención que, los recursos se concentren en pocas manos, sin considerar un factor de distribución, razón por la cual el MDC es sinónimo de exclusión del resto de las familias cruceñas, restringiendo la participación de grandes sectores sociales, preservando la institucionalidad cruceña para ciertos grupos elitistas.
Para rematar, uno de los libros deja de explicar el MDC para referirse a testimonios personales e institucionales, señalando que “los cruceños tenemos un paradigma de desarrollo, quizá un estilo de desarrollo cruceño, pero que a la fecha no tenemos algún documento que explique, en el marco de la teoría económica”. Al respecto, me deja en la incertidumbre ¿a qué se refieren con “estilo de desarrollo cruceño?
Ante esta incógnita, será que se refieren a: vivir del Estado y decir que no lo hacen; realizar hechos de corrupción como los ítems fantasmas; apoderarse de instituciones (CRE, Saguapac, Cotas, colegios de profesionales, cámaras industriales y la Gobernación); o tal vez, enriquecer a la oligarquía en desmedro de los ahorros de la población. En resumidas cuentas, el MDC es un grupo de personas (en su mayoría extranjeras) que han adquirido y acumulado su capital a costillas del Estado, es decir, a costa de todos los bolivianos.
Finalmente, ante un modelo que no refleja la realidad socioeconómica de las familias cruceñas, el MDC tiene la necesidad de democratizar el poder político, económico, social e institucional de Santa Cruz, por cuanto en la actualidad dicho modelo está concentrando en poderes privados de las logias, con apoyo de todas las instituciones cruceñas, por lo que urge la inclusión de los sectores sociales, populares, de los diferentes estamentos de la sociedad.
(*) Fernando Chuquimia es especialista financiero