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Un revuelto de coyuntura

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Marcelo Arequipa Azurduy

Como si se tratara de un plato en el menú, llevamos sirviéndonos en el país en las últimas semanas la misma comida, que a ratos incluso lleva un sabor a recalentado. Pero bueno, como tampoco estamos para ponernos exigentes con el menú y como al menos en mi caso fui criado en la generación del “come callado” hasta acabar el plato, prefiero describir el revuelto que me llevo sirviendo.

Veo varios ingredientes (temas de la coyuntura) que no tienen un único sentido, sino varios objetivos. Por un lado están aquellos ingredientes (temas) que se ven por fuera del Gobierno, me refiero a lo que ocurre con la Iglesia Católica y con el Banco Fassil.

En ambos casos, especialmente el primero, en términos estrictamente políticos se observa que un símbolo/bandera que anduvo cohesionando al antimasismo se encuentra con una desastrosa derrota. Luego con lo del Banco Fassil, lo primero que evidenciamos es que la corrupción no está localizada exclusivamente en la función pública, sino también en el mercado, y lo que es peor, ubicada en el corazón mismo de la élite política dominante de oposición, situada geográficamente en Santa Cruz. No necesito recordar a nadie el peso y la importancia de los símbolos en nuestra política.

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Por otra parte, la interna en el MAS cada vez es más interna de oferta electoral, porque lo que se lleva haciendo todas las semanas, empezando los domingos en la mañana desde un programa de radio del Chapare, es ofrecer medidas electorales a la militancia del partido bajo la “excusa” de: sugerimos que el Gobierno haga tal o cual cosa. Parece que alguien leyó el principio del marketing político del “no pienses en un elefante”. Pero también desde ahí se está atacando con un cambio de estrategia desde hace cuatro semanas atrás en las que se abandonó la lógica del ir por el maximalismo, para concentrarse en avanzar de menos a más buscando desgastar temáticamente la imagen presidencial.

Y sin duda nos falta hablar de lo que concierne directamente al Gobierno nacional, aquí parece que en el último tiempo dos cosas son urgentes de realizar: primero, el tiempo que sigue con la segunda parte del mandato del Presidente, parece que se aceleró hartísimo y por tanto esto reclama mayor actividad y respuesta política, incluso en aquellos temas en los que hasta ahora se evitaba referirse.

Segundo, se necesita mostrar que en todos los casos que dañan la gestión en corrupción y droga existe un antes y un después en estos ilícitos. Tomando en cuenta especialmente que hoy contamos con una sensación de que tenemos huecos que no acaban por cerrarse y necesitan ser incluso recordados a la gente que se los cerró y de qué manera.

En fin, el revuelto sigue en el menú, imagino que ya pronto nos empacharemos de todo y las cosas volverán a organizarse. En todo caso, igual es bueno saber que estamos en tiempos cada vez más turbulentos en los que los menús serán más inclinados a lo criollo que a lo gourmet.

(*) Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.