Educación para ‘sobre-vivir’
Al final, de eso se trata cuando nos referimos a la educación, de la educación para la vida
Noel Aguirre
Muchas veces, en algunos círculos “intelectuales”, a fuerza de repetir, ciertos supuestos teóricos parecen hacerse verdades. Sin embargo, más allá de estudios formales, la terca y siempre maestra: vida, con los hechos se encarga de poner las cosas en su sitio y, sobre todo, nos deja enseñanzas. Obviamente, siempre y cuando estas enseñanzas son leídas más allá de las palabras y se convierten en la comprensión y construcción de pensamiento crítico y comunitario. Veamos un ejemplo.
A principios de junio, la mayoría de los medios de comunicación del mundo anunciaba que en Colombia, después de 40 días de estar perdidos en la selva amazónica se produjo el hallazgo y rescate de cuatro niños indígenas (Lesly de 13 años, Soleiny de 9, Tien de 4, y la bebé Cristin que cumplió su primer año de vida en el monte), únicos sobrevivientes del accidente del avión en el que viajaban junto a su madre, el piloto y otro adulto. Los niños son parte del pueblo Huitotot y viven en una reserva indígena cercana al pequeño poblado de Araracuara, departamento de Amazonas de Colombia, localidad “extremadamente remota, …no hay acueducto, no hay luz. No hay nada.”, según comentan algunos de sus familiares cuando se refieren a sus condiciones materiales de vida. Los niños de estos pueblos indígenas, desde muy temprana edad, aprenden en su vida cotidiana a comprender la selva tanto en términos prácticos como espirituales. A propósito de este “milagro”, los indígenas de la región a tiempo de compartir parte de su cosmovisión explican: «Somos indígenas… la selva es nuestra madre, y por eso siempre he mantenido la fe y diría que tanto la selva como la naturaleza nunca me han traicionado, ellos no estaban solos, cuando una persona se pierde en la selva la acompañan otras espiritualidades, otros seres”, “nuestras sabidurías se centran en los árboles. Los árboles más grandes son nuestros ancestros. Entonces no es que nos perdamos en un lugar desconocido, sino que al final estamos con nuestros abuelos”. Posiblemente comprendiendo todo ello, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, concluyó: “Su aprendizaje de vivir en la selva es lo que les ha salvado”. Y… todo esto, ¿qué tiene que ver con educación?
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Los hechos nos enseñan, una vez más, que la educación es mucho más que escuela. Que, como en el caso de los niños colombianos encontrados luego de 40 días, los aprendizajes que tuvieron en su comunidad, en la vida diaria, fueron determinantes para sobrevivir en la selva. También nos dejan aprendizajes sobre la complementariedad de los saberes y conocimientos locales, populares y comunitarios, propios en este caso de los niños e indígenas, con los conocimientos denominados “universales o científicos” de las fuerzas de rescate enviadas desde la capital de Colombia. Es evidente que, de no ser por los saberes y conocimientos de la niña Lesly sobre la vida en la selva que, por supuesto, estuvieron al margen de centros académicos, los resultados habrían sido otros.
La educación no es únicamente transmisión de conocimientos, tiene una profunda relación con el carácter holístico de concepciones de vida como las del “vivir bien” y con todas las dimensiones vivenciales de los seres humanos como la espiritual, del saber, de la convivencia y la del crear y transformar. Los procesos educativos se consuman cuando aprendemos con todo nuestro ser y ponemos en práctica nuestros saberes y conocimientos desde nuestra cosmovisión, identidad cultural y convicciones respecto al mundo como parte de una comunidad o un determinado grupo social, y fundamentalmente con el sentido ético que le otorgamos a la vida y a nuestra vida. De estas maneras de ver la vida depende nuestra realización personal y de la sociedad. Lo que ocurrió con los niños sobrevivientes de la selva colombiana expresa en gran parte el valor de su cultura y de esta manera de considerar a la educación; por todo ello, no es suficiente afirmar que fueron la expresión de una “educación para sobre-vivir”, fueron más allá y nos enseñaron lo que es la “educación en la vida, de la vida y para la vida”. En la vida, en la cotidianeidad propia de la selva; de la vida, en aquellos aspectos prácticos y espirituales de la vida en la Amazonía; y para la vida, precisamente para afrontar los retos y salir con vida.
Al final, de eso se trata cuando nos referimos a la educación, de la educación para la vida. De otra manera ¿qué otro sentido tendría la educación?