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Revolución Orgullo

ARCILLA DE PAPEL

La semana pasada tuve el gusto de participar de la inauguración de la muestra Revolución Orgullo, presentada por el Museo de Arte Contemporáneo de Santa Cruz. Tres salas de exhibición y un inmenso patio central quedaron pequeños frente a la masiva concurrencia de cerca de 500 personas que se congregaron para celebrar el inicio de un mes completo de actividades en torno a la identidad LGBTIQ+.

En general los museos en Bolivia son espacios vacíos, y si una exposición en su inauguración logra congregar a 80 personas, es todo un éxito. Así, Revolución Orgullo y la concurrencia que convoca logra lo que todo museo de arte contemporáneo busca: atraer público y generar en él experiencias reflexivas en torno a preocupaciones del presente para ensanchar nuestra visión del mundo y nuestra sociedad.

Y eso es exactamente lo que viví al recorrer la inauguración de la muestra que hoy nos ocupa. Compartir con esa inmensa tribu de jóvenes urbanos que habita una de las muchas Santa Cruz que hoy conviven en ese territorio es una experiencia extraordinaria que te permite romper con cualquier estereotipo preconcebido sobre qué es el oriente. Como en cualquier metrópolis cosmopolita, pude respirar la libertad de los cabellos coloridos, las vestimentas inesperadas y sobre todo la celebración de estar vivos y poder compartir lo que son. Ese momento fue un magnifico regalo de la comunidad LGBTIQ+ a una ciudad que a veces se muestra provinciana y pechoña.

La muestra logra exponer con precisión el aporte que han tenido históricamente las diversidades sexuales en la construcción de la identidad cruceña. Un imponente mapa de los anillos formado por un collage de fotografías de miles y miles de personas disidentes sexuales, en permanente lucha por ser reconocidas y respetadas, es una de las obras que más me impactó. También la muestra presenta diversas iconografías de la identidad cruceña (angelitos chiquitanos, sombreros de sao y tipoy) intervenidos y resignificados en clara alusión a cómo las diversidades atraviesan toda la cultura local.

La pluma es el hilo conductor de la muestra. Lo hace porque, según el texto curatorial, es una de las características más potentes de las disidencias sexuales. “Tiene que ver con nuestra forma de ser y la manera en que cada persona expresa su propia diversidad, nuestra forma de andar, hablar y vestirnos; nuestro tono de voz, la estética de nuestros cuerpos y el lenguaje tan particular que usamos al comunicarnos entre nosotros, nosotras y nosotres”. Y qué mejor que la pluma para hablar de ese Santa Cruz amazónico y carnavalero que es parte de toda la identidad cruceña.

Como sostiene el activista Chris Egüez en un reciente artículo, esta muestra simboliza muchas cosas. “Significa la continuación de la trayectoria de lucha y resistencia de nuestros movimientos, es un homenaje a quienes estuvieron antes, un reconocimiento a quienes están ahora y un impulso para quienes vendrán después. Revolución Orgullo es un espacio para abandonar el miedo, dejar el silencio y olvidarnos de la vergüenza impuesta socialmente sobre nuestras identidades y afectos”.

La muestra cuenta con cerca de un centenar de piezas en formato fotográfico, objeto, muralismo, instalación, diseño, ilustración digital y videoperformance. Se trata de un ambicioso trabajo liderado por Alejandra Menacho y Sarah Sanjinés como las responsables de la dirección general, bajo la curaduría de María Teresa Rojas. Por supuesto el resultado es un aporte colectivo de expresiones artísticas de La Pesada Subversiva, La Casa Trans, Paranoia School y la Casa Cabana.

Si estas por Santa Cruz en este mes hazte un regalo y visita el Museo de Arte Contemporáneo en una de sus mejores muestras del año.

Lourdes Montero es cientista social.