Icono del sitio La Razón

Respuesta a los cuatro directores de Página Siete

El periodista y escritor Fernando Molina.

El periodista y escritor Fernando Molina.

Los cuatros directores de Página Siete han criticado mi cobertura del cierre de este periódico en un diario internacional. Lo que les ha molestado principalmente es que haya tildado a Página Siete como el “principal periódico opositor a los gobiernos del MAS”.

De inicio, tomando en cuenta el lenguaje normal, esta molestia es incomprensible. Cualquier observador externo que tuviera que describir a Página Siete diría exactamente eso: que era el principal periódico opositor del país. Tres razones sencillas para eso: era el que más chocaba con los gobiernos del MAS, como consta a todos los bolivianos; su línea editorial era claramente crítica y su plantilla de columnistas estaba compuesta por los más célebres opositores letrados del país (Carlos Valverde, Gonzalo Chávez, Puka Reyesvilla, Andrés Gómez, etc.)

¿Cómo se define a un periódico que tiene estas características y que, además, en el momento de su cierre, culpa abiertamente al Gobierno de haberlo presionado políticamente, de haberle quitado publicidad para asfixiarlo, etc.? ¿Cómo se llama a un periódico considerado por el MAS como parte de un “cartel de la mentira”? ¿Un periódico envuelto en incontables controversias con el oficialismo de los últimos años?

Y, sin embargo, los cuatro directores se quejan de lo mencionado y consideran que yo introduje “imprecisiones” en la noticia para forzar con malicia la conclusión de que Pagina Siete era un diario opositor. Las “imprecisiones” que mencionan son, menos una, chicanas para quitarme credibilidad. La argucia es sencilla: si se logra mostrar que un periodista se equivoca muchas veces, entonces se induce a inferir que lo hace a propósito.

Sería una “imprecisión” decir que, en un determinado periodo de tiempo, establecido en mi artículo, Carlos Mesa fue el principal columnista de Página Siete. Otra “imprecisión” sería decir que el lío con el MAS comenzó con un titular sobre un bebé asesinado que no existió, sin aclarar antes que se debió a un error de una fuente x (como si la existencia de esa fuente cambiara el hecho de que el titular era errado y el lío con el MAS comenzó con eso). Una “imprecisión” más: según sus directores, Página Siete no contribuyó al estado de ánimo contra la reelección de Evo Morales en 2019. Ojo, que yo no señalé que había “creado” ese estado de ánimo, solo que había contribuido al mismo. Cualquier persona con honestidad intelectual, cualquier lector que quiere que una nota de prensa le cuente hechos y no propaganda, estará de acuerdo con que muchos medios de comunicación contribuyeron al estado de ánimo en contra de Morales, ya que todos los medios son, siempre, canales de expresión de los estados de ánimo de sus audiencias.

Otra “imprecisión” sería decir que Página Siete era el referente de las clases medias acomodadas; ¿no lo era?; ¿entienden los directores lo que significa “referente”?

Finalmente, el caso más extraño (y que muestra más claramente el uso de la chicana para desprestigiarme): yo puse que Página Siete fue creado por un grupo de empresarios de La Paz. Ahora resulta que no, que al diario lo crearon periodistas, inclusive yo. Se trata del truco más barato de los muchos que usan los directores para encontrar una “imprecisión” donde no la hay. ¿Quiénes crearon The Washington Post? ¿Decir que fue creado por los Hutchins es “impreciso”; significa negar que trabajaron en él los mucho más conocidos periodistas del caso Watergate y otros?

¿Están indignados los cuatros directores en particular porque haya puesto que Página Siete apoyó la primera parte del gobierno de Jeanine Añez? Los reporteros no estamos para dorar la píldora. Las hemerotecas no mienten. Cualquiera puede consultar los editoriales de Página Siete entre octubre de 2019 y mayo de 2020. Y eso para no contar la campaña realizada por el periódico hasta hace poco para demostrar que “fue fraude y no golpe”, que, si no es apoyo a la asunción de Añez, entonces ¿qué es?

El lector de buena voluntad ya habrá entendido que las “imprecisiones” de los cuatro directores son totalmente inexistentes y sacadas de la manga para lograr el propósito de impedir que un periodista cuente el cierre de Página Siete tal como fue, sin tener que repetir la versión de uno ni el lado de la polarización política boliviana. También el MAS podría quejarse de que “Molina no dijo que Página Siete era una cloaca mediática”.

Excepto en un caso. Sí cometí un error al señalar que enjuiciaron al propietario de Página Siete, Raúl Garafulic, por “falta de pago”. Colegí esto equivocadamente de la carta abierta que este publicó, en la que confiesa tener las cuentas congeladas y los bienes embargados. No era por falta de pago, el juicio, sin embargo, sino por una causa de otra índole, mucho más grave, que, según se sugiere ahora, sirvió para darle el tiro de gracia al periódico. Se lo sugiere, pero no se lo afirma claramente. Ya que se trata de “precisión”, ¿por qué Garafulic no cuenta de qué trata este juicio? ¿Por qué no hace de la denuncia de este juicio su principal argumento contra el Gobierno? ¿Por qué Página Siete, que, según sus directores, nunca fue obstaculizado en su trabajo periodístico por Garafulic, no ha publicado nada de ese juicio, pese a su relevancia para la caída del periódico? ¿Por qué no publicó que Garafulic se hallaba en Brasil desde meses antes del cierre del periódico, justamente a raíz de ese juicio que me equivoqué en considerar era “por falta de pago” (error que fue corregido)?

Si uno dice que The New York Times es liberal y Wall Street Journal es conservador, ¿miente?, ¿difama?, ¿causa indignación? Solo a los provincianos que creen que periodismo es igual a defensa corporativa de los mitos de ciertos encumbrados sectores sociales.