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Sobre los acuerdos de Estambul

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Mikhail Ledenev

El 22 de julio de 2022 se firmaron en Estambul dos acuerdos interrelacionados: el Memorándum Rusia-ONU con la finalidad de normalizar las exportaciones de productos agrícolas y abonos rusos, incluyendo amoníaco; y la Iniciativa del mar Negro para garantizar suministros de cereales ucranianos. El motivo principal declarado por el propulsor del proyecto, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, fue la ayuda a los países más necesitados de África, Asia y América Latina.

Pasado un año los resultados son los siguientes. Menos del 3% se destinó para los países como Etiopía, Yemen, Sudán, Somalia y otros más necesitados. La abrumadora mayoría a los Estados con niveles de ingresos alto y medio alto, incluidos los países de la Unión Europea (UE).

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El 5 de junio, Ucrania destruyó el conducto de amoníaco Togliatti-Odesa, cuya seguridad constituyó parte del trato. Contrariamente a lo acordado, Kiev aprovechó reiteradamente del corredor marítimo seguro ofrecido por Rusia para realizar ataques contra el puente de Crimea y otras instalaciones rusas en la región. El último acto terrorista realizado el 17 de julio se llevó las vidas de una familia de turistas que cruzaban el puente para pasar las vacaciones en Crimea. El puente sufrió daños considerables.

Las compañías occidentales hicieron su negocio al máximo. Más de 17 millones de hectáreas de las tierras de cultivo ucranianas son ahora propiedad de las corporaciones occidentales Cargill, DuPont y Monsanto. Se hizo posible después de que el gobierno de Zelenski levantó la moratoria para la compra de las muy fértiles tierras ucranianas por los extranjeros, cediendo a la presión del Fondo Monetario Internacional. Las corporaciones occidentales no solo se enriquecieron por la venta del grano ucraniano, sino también ganaron doblemente con el procesamiento de los cereales. Tal fue el flujo de los productos agrarios ucranianos que los campesinos de Polonia, Rumania, Eslovaquia y otros países de la UE empezaron a protestar vehemente contra la competencia injusta.

¿Y qué ha pasado con las garantías ofrecidas a Rusia? Pues nada. No se cumplieron ni las condiciones de transacciones bancarias, ni de los seguros de transporte y la logística, ni de otros aspectos para hacer posible las exportaciones agrícolas rusas. Desde julio de 2022, la furiosa UE emitió cinco paquetes adicionales de sanciones antirrusas. Washington y Londres tampoco se quedaron atrás. Más aún, los suministros humanitarios gratuitos del grano ruso a los países en desarrollo fueron obstruidos por los países bálticos y Países Bajos. Repito: de los cinco requisitos de la parte rusa del trato no se cumplió ni uno a pesar de unos vanos esfuerzos del Secretario General de la ONU.

Resumiendo. El trato ideado como una acción humanitaria llegó a ser una operación comercial que poco tiene que ver con la ayuda a los necesitados. El corredor seguro fue utilizado por Kiev con fines militares, causando destrucciones y muertes. La Federación de Rusia más de una vez expresó su desacuerdo con la brecha entre la práctica y los documentos suscritos, advirtiendo al Secretario General de la ONU de que no iba a seguir así indefinidamente. El 17 de julio, hartos de recibir falsas promesas, cortamos la participación en este proyecto, avisando que continuaremos los suministros humanitarios de alimentos. Quedamos en espera del cumplimiento real y no ficticio de requisitos de los acuerdos suscritos en Estambul.

(*) Mikhail Ledenev es embajador de Rusia en Bolivia