Centros de producción y educación
Supone pensar en otros paradigmas de educación-producción-trabajo, cambiar culturas organizativas
Noel Aguirre
Distintos estudios realizados a propósito de la situación de la producción, trabajo y educación en la región coinciden en sus conclusiones: “ni las empresas pueden encontrar mano de obra calificada, ni los graduados pueden encontrar empleos estables”. Por ejemplo, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), como producto de un estudio realizado en el libro Educación Superior, productividad y competitividad en Iberoamérica, de manera textual sostiene: “Una importante proporción de las empresas iberoamericanas que operan en el sector formal de la economía enfrentan serias dificultades para contratar mano de obra calificada que esté alineada con sus necesidades productivas… Al mismo tiempo, los graduados de educación superior encuentran dificultades para encontrar empleos estables acordes con su nivel educativo y su área de formación. Estas brechas impiden que el capital humano calificado se utilice de una forma eficiente y son una de las causas de la limitada y estancada productividad y competitividad de la región.” (Germán Ríos et al., 2020)
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Es más, desde la perspectiva boliviana no solo podemos concluir que existe una brecha entre formación y demandas productivas, sino que existe una escasa articulación entre educación y economía, así como la necesidad de comprender la dependencia económica: “La educación de perfil colonial se distancia de la realidad; concentrándose solamente en el aula, aísla a la escuela de su contexto de modo que no es consciente de esta realidad de dependencia económica de la realidad boliviana, ni plantea ninguna articulación o incidencia para transformarla” (Ministerio de Educación, Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo, 2014). Por mucho tiempo, así como se han establecido políticas económicas diferenciadas de las políticas sociales, la educación ha quedado al margen de la praxis de la producción, economía y desarrollo. Al predominar el “modelo económico primario exportador” en Bolivia, como fue a lo largo de la República, la educación solo ejerció el rol de satisfactor de necesidades y ha sido considerada un gasto o un servicio social antes que un derecho.
Educar para la inserción en el trabajo y la producción ha sido y es un objetivo central de la educación, sin embargo es una articulación en constante tensión (OEI, 2022). Esta relación también responde a distintas concepciones de economía y educación que se debaten desde la asignación de un rol a la educación de formador de mano de obra funcional, calificada y barata para la empleabilidad y el progreso hasta asumir que la educación es fundamental para los procesos de desarrollo con equidad, soberanía tecnológica, producción, preservando la armonía con la Madre Tierra, trabajo y emprendimientos productivos dignos.
A propósito de estos temas, en términos concretos, principalmente en las dos últimas décadas, en Bolivia se han creado muchas empresas públicas y algunas de carácter privado. Paralelamente, los Institutos Técnico Tecnológicos de Educación Superior de carácter fiscal se han incrementado considerablemente, además que se han fortalecido en infraestructura y equipamiento, así como en cambios en su gestión curricular e institucional. Sin embargo, la brecha práctica-teoría, educación-producción, empresas-centros formativos, aún se mantiene. Es más, como cada creación de una empresa supone la incorporación de nueva tecnología, de no resolver estas brechas corremos el riesgo de convertirnos en “importadores de tecnología”, dicho de otra manera, en “consumidores de tecnología”.
Quedan muchas acciones por realizar. Por ejemplo, aprovechar las capacidades instaladas tanto en las empresas como en los centros de formación para vincular educación con producción, de esta unión deberían surgir unidades de formación, innovación e investigación en cada centro de producción, rubro productivo o región productiva, principalmente para la apropiación y recreación de la tecnología para mejorar la producción y productividad, para generar respuestas adecuadas a la mutación de los modos de producción que se da en el contexto actual, para avanzar en la soberanía tecnológica, en la creación de trabajo y emprendimientos productivos dignos, para desarrollar procesos formativos en los centros de producción sin simulaciones. Todo ello supone pensar en otros paradigmas de educación-producción-trabajo, cambiar culturas organizativas y, en último caso, repensar la educación y economía.
(*) Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia