¿Habrá aguja en el pajar?
Lucía Sauma, periodista
Los líderes no se improvisan, tampoco surgen de un día al otro. Los líderes políticos, los que tienen una buena base social, es decir gente, pueblo, son los que emergen tras mucho trabajo en favor del grupo o los grupos sociales donde se formaron, donde demostraron su verdadera cepa, su fuerza y convicción. Es cierto que un líder necesita carisma, pero no es todo, porque ante todo precisa conocer profundamente los grupos sociales a los que encabeza y a sus disidentes, tener “ojo” para identificar los verdaderos problemas a resolver, es decir a separar el trigo de la paja y ser diestro en la técnica para hacerlo. Un líder no se disfraza para parecerse a quienes representa, porque es parte de ellos.
Lea también: Me preocupa mi ciudad
La reflexión sirve para concluir que para las elecciones generales de 2025 no hay liderazgo que contraponga la balanza. ¿Dónde están los jóvenes que exigen participación? ¿Dónde están las mujeres que tanto lucharon por la equidad en el ejercicio del poder? ¿Dónde están los líderes de estos grupos? Algunos opinan que esta ausencia es aparente porque la búsqueda y el análisis parten de estándares tradicionales, construidos con las viejas reglas de la vieja política. El problema radica en que esos líderes están invisibles, demasiado ocultos como para hacerse escuchar. Tendrían que darse a conocer, encabezar el diálogo, promover consensos, determinar otra forma de gobernar.
Junto a la ausencia de líderes hay un vacío de ideas, de propuestas positivas, de metas claras como país, como sociedad. Los debates se han convertido en el lanzamiento de una enorme cantidad de acusaciones sin asidero, demasiado discurso encendido, en la mayoría de las veces plagado de mentiras. En los debates entre jóvenes sobre su visión de país, queda claro que sus propuestas políticas están lejos de las ideologías tradicionales, que sus temas de interés para construir gobernabilidad más bien tienen que ver con la forma de enfrentar el cambio climático, las medidas para erradicar la violencia dentro de las familias o la búsqueda de caminos para realizar una repartición más equitativa del poder y la riqueza. Estos temas tienen que ser recogidos por los políticos en ejercicio para actualizarse, para hacer gestión desde las necesidades de la gente y no desde las oficinas de sus partidos o sus intereses únicamente personales.
El tiempo corre y es posible que la elección de nuevos gobernantes nos encuentre otra vez en pañales, con la urgencia de salir del paso como sea, tercos en mantener la eterna queja sobre la leche derramada, restregándonos errores, señalando supuestos culpables, pensando que vivimos una comedia en forma circular, sin principio ni final. Ojalá en esa búsqueda de un nuevo ejercicio del poder aparezcan los nuevos líderes con sus nuevas propuestas, vale la pena estar expectantes, pero no pasivos, curiosos pero no intrigantes. Aunque todo indica que, por ahora, la aguja está perdida en el pajar.
(*) Lucía Sauma es periodista