Bolivia: Nuevo ciclo de saqueo y traición
Es hora de definir una visión de desarrollo en la que los parámetros de la geopolítica mundial sean definidos por nuestro país
César Dockweiler
Nuestra Bolivia ha sido testigo de una historia plagada de saqueo y traición desde antes de su independencia. A lo largo de los siglos, diversas fuerzas internas y externas han explotado y debilitado a nuestro país, dejando un legado de injusticia y desigualdad. La historia de Bolivia es una narrativa compleja, marcada por luchas por el poder, intereses económicos y políticos, y el predominio de un saqueo dirigido desde una geopolítica externa de ambición que encontró favores en la complicidad de traidores sin escrúpulos que rifaron nuestro destino por míseras recompensas.
La bendición que recibió nuestra tierra, con sus innumerables riquezas naturales, también se ha convertido en el factor de «maldición» provocada por la angurria de ojos externos que sin medir consecuencias realizaron la explotación de sus riquezas sin dejar nada para posibilitar su desarrollo. Potosí es el ejemplo histórico de cómo la ambición sin límites puede provocar procesos inhumanos y un saqueo delincuencial. Desde las entrañas de nuestra tierra se generó riqueza a nivel global, pero dejando a Potosí convertido en un enclave olvidado por la historia.
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Desde su independencia en 1825, Bolivia enfrentó retos cruciales que provendrían de una geopolítica del saqueo y de personas que prefirieron traicionar los intereses de la patria. La explotación de recursos «estratégicos» condujo a la pérdida de territorios y debilitó su posición en la región. Cada riqueza natural considerada «estratégica» como el guano, el salitre, la siringa, el petróleo, llevaron a Bolivia a guerras provocadas por intereses foráneos y a pérdidas territoriales en desmedro de nuestra patria.
Hoy Bolivia se encuentra en una encrucijada, la historia se repite y este nuevo ciclo tiene como elemento estratégico el litio. Las ambiciones internacionales han fijado sus ojos en el mayor reservorio mundial del denominado «oro blanco» para lograr una ventaja global en el manejo de las nuevas energías renovables. Allí resurge el rol de los siempre existentes «traidores», quienes están posibilitando el avance de estrategias de explotación y acumulación estratégica para su distribución mundial desde Atacama-Chile, retrasando intencionalmente el aprovechamiento de nuestros reservorios. Hoy la historia nos conduce a un nuevo ciclo donde los intereses foráneos se repiten, donde los actores internacionales se repiten y donde aparecen algunos actores con los mismos matices de la traición. Todo pareciera que se marca una repetición de la historia.
La frase «Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla» cobra una relevancia extraordinaria. ¿Los bolivianos estamos en condiciones de aceptar un nuevo ciclo de saqueo y traición? ¿Los bolivianos estamos dispuestos a relegar nuestro desarrollo, prolongando la pobreza y marginalidad al recibir migajas de una explotación que solo beneficie a las fuerzas de élite?
Es hora de cambiar el curso de la historia, es hora de definir una visión de desarrollo en la que los parámetros de la geopolítica mundial sean definidos por nuestro país, en la que establezcamos alianzas tecnológicas y de inversión que estén orientadas a una verdadera innovación en la industrialización mundial. Bolivia requiere una visión de desarrollo que construya un bienestar sostenible para todos los bolivianos. Es hora de cambiar el curso de la historia, buscando forjar un camino hacia una patria más justa y equitativa. Es hora de cambiar la historia de Bolivia y trabajar juntos para construir un futuro más prometedor. No podemos desperdiciar esta nueva oportunidad dejando que el destino del país sea conducido por intereses de fuerzas de élite y grupos de poder que están confabulando contra nuestra Bolivia. Es imperativo romper con esta cadena de saqueo y traición para construir un futuro en el que la verdadera prosperidad sea el horizonte de todos los bolivianos.
(*) César Dockweiler Suárez es economista y presidente de la Fundación Ciudad Humana