Ciclo de las materias primas
La recomendación es que debemos dejar de depender de los ciclos de las materias primas
Gabriel Loza
La dependencia del ciclo de las materias primas fue la principal preocupación en Bolivia sobre todo desde la crisis del estaño en 1930, después de la crisis de la plata en 1880 y de la goma en 1921-1924, siendo bandera de propuestas nacionalistas del control de los recursos naturales no renovables y diversificación del aparato productivo y las exportaciones, que culminaron con la revolución de 1952. Sin embargo, el estaño nacionalizado siguió siendo el principal producto de exportación hasta la crisis en los años 80. Después en los años 90 se da inicio al ciclo del gas, cuyo auge recién se dará en 2004 con el boom de las materias primas, con un máximo en el valor de sus exportaciones en 2015 para después declinar hasta llegar al primer semestre de 2023 con las exportaciones del oro desplazándolo al segundo lugar en importancia.
Con la emergencia del gobierno de Evo Morales en 2006, se formula el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que propugnaba el cambio del modelo primario exportador por “un nuevo modelo de desarrollo de producción y acumulación interna de la riqueza, basado en la soberanía de la propiedad y en la industrialización de los recursos naturales para su exportación y uso interno, a la par debe traducirse en la redistribución de la riqueza nacional obtenida en beneficio de los sectores sociales tradicionalmente excluidos”.
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El plan proponía el cambio del modelo primario exportador mediante “la transformación de la matriz productiva”, de manera que los excedentes iban a destinarse al propio sector estratégico, a la diversificación productiva intensiva en empleo y al área social comunitaria. El elemento central era el rol del Estado como protagonista del desarrollo y el cambio en el uso y destino del excedente económico.
En el PND, el cambio del patrón de desarrollo significaba que la variable de dinamismo no dependa del sector primario exportador sino en la industrialización de los recursos naturales renovables y no renovables. El cambio implicaba la transformación de la matriz productiva. Como concluyo en mi libro Más allá del PIB, el otro desarrollo, el cambio del patrón de desarrollo no se logró.
Así, el cambio en la estructura productiva entre 2005-2022 no se dio. Mientras el sector agropecuario aumentó ligeramente su participación (0,6%) en el total del PIB de un 11,8% en 2005 al 12,4% en 2022, y la minería en 0,9% de un 9,8% a un 10,9%, respectivamente, la industria manufacturera disminuyó su participación (-1,4%) en el PIB de un 11,6% en 2005 a un 10,2%. En los 17 años el sector productor de bienes sigue participando con un tercio en el PIB, mientras que el resto de los sectores con dos tercios.
El cambio en la estructura de las exportaciones tampoco ocurrió entre 2006 y 2022. Con base en la Clasificación Uniforme del Comercio Internacional (CUCI) que utiliza la OMC para diferenciar entre productos primarios de las manufacturas, se observa que la agricultura y los alimentos mantuvieron su incidencia en torno al 22%, mientras las exportaciones de manufacturas, de una participación del 8,8% en 2005 bajaron en 2022 a un 6,7% del total. Lo que ocurrió es un cambio al interior de la composición de la industria extractiva, puesto que de una participación de las exportaciones de hidrocarburos en el total de 50,3% en 2005, descendió a 22,6% en 2022, mientras que las exportaciones de minerales y metales subieron de una incidencia del 18,9% en el total exportado a un 48,3% en 2022, retornando a su anterior rol de principal sector del modelo primario exportador.
De esta manera, el modelo de desarrollo aplicado desde 2006-2022 no pudo cambiar la importancia del sector extractivo en la economía y en las exportaciones, y lo que tendió fue a una relativa industrialización de los recursos naturales no renovables, como en el caso de los hidrocarburos y en la minería con el proyecto del litio. Lo que se está dando actualmente es una sustitución de exportaciones primarias: gas natural por el oro y, posiblemente, en el mediano plazo por el ciclo del litio. Sin embargo, la recomendación es que debemos dejar de depender de los ciclos de las materias primas y tener una política de Estado de diversificación productiva y de las exportaciones.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista