Voces

Tuesday 3 Oct 2023 | Actualizado a 18:36 PM

Primarias precoces

/ 17 de septiembre de 2023 / 01:19

¿Habrá elecciones primarias para binomios presidenciales en el nuevo ciclo electoral? No lo sabemos de cierto. Si hubiese, tendrían que convocarse en julio del próximo año. Faltan solo 10 meses. Dependerá de cómo se resuelva, si acaso, la disputa en el MAS-IPSP, en medio de trincheras cada vez más rudas. Y también de la manida consigna opositora de unidad, tras sucesivos fracasos en su anhelo de candidatura única. En ambos casos, las primarias pueden tender puentes o dinamitarlos.

Las primarias para binomios presidenciales son una innovación de la Ley de Organizaciones Políticas. No estaban previstas en la propuesta inicial planteada por el TSE para la construcción deliberativa del proyecto de ley. Las pidieron casi todos los partidos, con dos condiciones: que sean administradas por el TSE y que se hagan con recursos públicos. El partido que claramente no quería primarias era el MAS-IPSP. Las adoptaron luego instrumentalmente para las elecciones de 2019.

Como se sabe, las primarias inaugurales resultaron fallidas por la sencilla razón de que no fueron competitivas. Siete partidos políticos y dos alianzas presentaron binomios únicos. No había nada que elegir. Así, las “elecciones” primarias sirvieron solo para legitimar binomios previamente decididos a la vieja usanza: a dedo, en la cúpula partidaria, sin democracia interna. Elecciones en las que no se elige. Primarias que anticipan la carrera electoral. Una formalidad costosa.

Para que tengan sentido, en las primarias 2024 cada fuerza política debiera postular, lo menos, dos binomios. Y que su militancia elija. Sería interesante, por ejemplo, que en las primarias del MAS-IPSP contiendan Evo y Lucho. Parece difícil 1. ¿Y la oposición? En el supuesto dudoso de que conformen un bloque único o siquiera un frente amplio, tendrían que competir todos los aspirantes que van desfilando con el discurso de unidad. Parece difícil 2. Quedan 10 meses.

Las primarias en Bolivia son obligatorias, simultáneas y cerradas a la militancia. En 2019 los partidos se vieron en el espejo de su militancia. Y estaba roto. La mayoría no tiene militantes: son partidos testimoniales o residuales. ¿Se tendrían que abrir las primarias para que vote quienquiera? Puede haber distorsiones. Igual el problema no es tanto quiénes eligen, sino qué binomios compiten. De antiguo se sabe que rompiendo el termómetro no baja la fiebre.

¿Resulta prematuro ocuparse hoy de las primarias? Ya están en agenda. En todo caso, lo fundamental es preservar el principio democrático de que la titularidad del poder político se define en las urnas: nunca en los juzgados, ni a silletazos, ni menos en un aula con sotana de la UCB.

 FadoCracia futbolera

1. “Jugamos como nunca, perdemos como siempre”. Tal era el consuelo futbolero ante las reiteradas derrotas de nuestra selección. Sí, nos golearon, pero “sudamos la camiseta” (bah, solo faltaría que ni la suden). 2. Ahora estamos en una nueva fase: “jugamos como siempre y perdemos, emos, emos”. Y en cada partido se transita, en horas, de la euforia (“vamos Bolivia, carajo”) a la autoflagelación (“somos una mierda”). 3. La reciente derrota ante Argentina fue una entretenida comedia disfrazada de tragedia. No tanto por los aduladores con banner y los tres goles en contra, sino por el lamento. 4. De la crítica a dirigentes corruptos, técnicos decorativos y jugadores ineptos, dimos el salto al cuestionamiento/ desprecio del “ser nacional”. 5. ¿Por qué perdemos, señorías? Por la mentalidad colonial en el fútbol, el regionalismo, la discriminación, las estructuras de dominación, etcétera. 6. Está bien. Pero nos ganan en especial porque nuestro fútbol es malo-malito-malo. Y aunque sobra “pundonor” (sic), faltan pelotas. 7. ¿Por qué jugamos tan mal? Materia de periodistas deportivos, esos genios especialistas en preguntar sobre la altura y otras bajezas.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Diario de un (des)encaje

/ 1 de octubre de 2023 / 01:56

El 13 de noviembre de 2022, el entonces dirigente cívico Rómulo Calvo, desde su arresto domiciliario, preguntó en video: “¿Están todos de acuerdo en delegar al Comité Pro Santa Cruz la convocatoria a una comisión constitucional que, en el marco legal y democrático, revise la futura relación política de Santa Cruz con el Estado boliviano?”. Aprobado, gritaron en el cabildo a los pies del Cristo Redentor, en medio de un paro cívico que agonizaba con la consigna “Censo SÍ o SÍ 2023”.

¿Qué había aprobado el cabildo? ¿Qué significaba revisar la futura relación del departamento con el Estado? ¿Cuál sería el alcance del nuevo (des)encaje territorial? ¿Autonomía, federalismo, independencia? La confusión especulativa fue tanta que el comité cívico, tres días después, apelando “al valeroso pueblo cruceño”, tuvo que manifestar: “no podemos dar paso en falso, los tiempos para llevar adelante este mandato serán los idóneos”. El mandato no tenía ruta. Ni horizonte.

Un mes después, el 15 de diciembre, se hizo el “lanzamiento oficial del proyecto”. El marco conceptual planteaba, como premisas, un diagnóstico, evaluación de consecuencias, sujeción al marco legal y constitucional, y “equilibrio entre lo deseable y lo viable”. La metodología contemplaba etapas: consulta, análisis, propuesta preliminar, revisión y diseño final. La comisión sería inicialmente anónima y debía presentar el “nuevo modelo” el 24 de septiembre de 2023.

En los siguientes meses, las noticias sobre “la futura relación” fueron episódicas: un conversatorio por aquí, otro por allá, un foro por acullá. Dice que fueron 16 talleres de consulta. Y que hoy trabajan ocho comisiones para sistematizar las propuestas. El informe final se presentará el 13 de noviembre, justo un año después del mandato, precedido por el “cabildo de los dos millones” (sic) (en realidad hubo 229.000 asistentes, según informe documentado del Sifde-TSE).

El pasado miércoles, con más jaleo que sustancia, solo hubo el informe preliminar. ¿Cuál será el nuevo modelo de relación de Santa Cruz con el Estado boliviano? “La autonomía es el camino… no el destino”. Es en serio. Ni tan nuevo ni tan modelo. “La única traba es el centralismo”. La clave es “que nos dejen ser y hacer”. Es el discurso del año 2006 cuando se forzó el referéndum por las autonomías. “Redefinimos nuestra relación con el Estado”, jura hoy el comité. Y agradece.

El venidero 13 de noviembre parirán los montes y nacerá… “la futura relación bilateral” de Santa Cruz con el Estado central. El pueblo cruceño quiere auto, auto, autonomía. Así lo reveló ¡una encuesta! La estructura existe: “solo hay que construir en ella”. El (des)encaje será nuevo o no será.

 FadoCracia obligada

1. “Me han convencido, me han obligado”, aseguró Evo al anunciar su candidatura 2025. No es la primera vez que el pueblo lo obliga. Hay que salvar Bolivia. 2. A poco de asumir la presidencia, Luis aseguró que cumpliría su mandato y ya. Hoy matiza: (todavía) “no es oportuno”. Sin duda el 2024 las valerosas organizaciones sociales lo forzarán a ser candidato. 3. ¿Se va a postular? “No, ni siquiera a la alcaldía. Ahí se termina”, dijo Manfred en mayo. Un mes después: «Puedo ser el próximo gobernador. Veamos qué pasa”. Y ahora: ¿Será candidato a presidente? “Todo puede ocurrir, nunca hay que cerrarse a nada”. Ufa por la coherencia. 4. Es probable también que la comunidad imaginada, desde su trinchera X, exija la postulación de otros candidatos perdedores de elecciones: Carlos Diego, Samuel, Tuto. Con la “verdadera oposición” nunca se sabe. 5. Y van apareciendo varios autoproclamados que no necesitan, ni tienen, pueblo que los obligue: Vicente, Charly, Rodrigo, Agustín. 6. Bicefalia irreconciliable en el MAS-IPSP. Obstinada fragmentación en el campo opositor. 7. El nuevo ciclo electoral, masculino especulador precoz, está tocando la puerta.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Guerra sucia anti-Padrón

/ 3 de septiembre de 2023 / 00:41

Aunque faltan dos años para las elecciones 2025, se ha iniciado en el país, con ruidosa especulación precoz, la reciclada guerra sucia contra el padrón electoral. No es nada nuevo. Esta guerra de trinchera, asentada en mitos, lleva casi dos décadas. Y se activa en cada elección o referéndum para golpear la legitimidad del proceso y, claro, desconocer por anticipado el resultado. Manual obliga, hoy Manuel opera.

Hubo un tiempo, ah, democracia (im)pactada, en que el viejo registro electoral no era objeto de sospecha. En el pasanaku de las coaliciones multipartidarias, los actores relevantes asumían/suponían que el padrón estaba bien. No importaba que fuera de lejos más vulnerable y menos incluyente que el actual sistema biométrico. El padrón se convirtió en problema cuando, desde 2005, el MNR y ADN (en comparsa con el MIR) dejaron de ganar elecciones.

El momento más intenso de guerra sucia contra el padrón fue en el revocatorio de 2008. De pronto algunos opositores y sus operadores mediáticos descubrieron que el padrón estaba “inflado” y “contaminado”. No les cabía que el presidente Morales fuese ratificado con el 67% de votos. Algo andaba mal. Con la paradoja-cinismo de que el mismo padrón estaba “limpio” en el voto ratificatorio de los prefectos de la Media Luna.

El viejo padrón se despidió en 2009 en el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución. Para las elecciones de ese año se asumió el reto de un padrón electoral biométrico (PEB). Fue un gran salto. Más allá de razones de seguridad y transparencia, el PEB disminuyó notablemente el subregistro preexistente. El incuestionable resultado de las urnas sacó de escena al padrón. Duró poco. Pronto volvió la guerra sucia: “padrón biométrico inflado y contaminado”. Ufa.

Hoy los profesionales de la falacia, como el Conade, exigen un nuevo padrón. Quieren una “auditoría forense” al actual “padrón sucio”. Y sueñan con recibir una copia de la base de datos. Su cabecilla, un tal Manuel, habla de “tres fraudes consecutivos” (2019, 2020, 2021) (sic). Y, con gran ignorancia, confunde registro cívico con padrón electoral, cree que el sistema de resultados preliminares es un conteo rápido y sospecha del “Sirece” (en realidad Serecí).

En 2007, los mejores expertos de la región, al amparo de la OEA, hicieron una auditoría integral al padrón boliviano. Certificaron que es confiable. En esto, los guerreros anti-Padrón no le creen al equipo de Almagro. El TSE, que aún no actualiza la plataforma biométrica, busca una nueva auditoría con apoyo de la Unión Europea. No está mal. Igual nada será suficiente (incluido un nuevo padrón) mientras la confianza no dependa del padrón en sí mismo, sino de quiénes pierden las elecciones.

FadoCracia cancelatoria

1. Aún conservo como divisa el consejo enorme que me regaló la amiga Dinorah en México, hace dos décadas: “hay que cancelar la postergación”. Eran tiempos de resistencia. 2. Pese a mi doctorado en procrastinación, creo haber puesto mi mejor voluntad y esfuerzo en cancelar la postergación de algunos mínimos innegociables. Navegar, por ejemplo. Mantener mis principios. Vivir dignamente. Seguir siendo. 3. Trato también de no postergar cosas esenciales, como los abrazos, el espíritu de comuna, la melancolía. 4. Hoy mi principal batalla cancelatoria, desde el espléndido Nido, es demorar la llegada de la senectud. 5. Que la muerte saramaguiana, esa, se enamore del violonchelista, lo menos, los siguientes 25 años. Y se distraiga, se olvide de matar(me). 6. Claro que no es cuestión de durabilidad. Entre tanta renuncia, me reservo el derecho de “misión”. Aquí sigo, aunque hoy izquierdas se diga en plural y revolución se escriba con minúscula. 7. En tales andamios, me he recetado palabras, duraznos, tatuajes, puentes, Maga.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

 

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Comicios (per)judiciales

/ 6 de agosto de 2023 / 00:19

Luego de haber congelado durante más de cuatro meses el curso de las elecciones judiciales 2023, el aparato judicial/constitucional del país pretende que, en apenas 30 días, la Asamblea Legislativa pacte y apruebe por dos tercios una ley de convocatoria y desarrolle las ocho fases del proceso de preselección de postulantes. Técnica y materialmente parece imposible. A no ser que, unidos en comparsa, los asambleístas trabajen, a lo Sabina, 30 días y 500 noches.

En condiciones normales, con disponibilidad de concertación, la sentencia del TCP, que borra lo avanzado e instruye hacer todo de nuevo con mayoría especial, podría ser un valioso incentivo para que las bancadas legislativas construyan in extremis un gran acuerdo político a fin de (re)encaminar los comicios. Pero estamos lejos de la normalidad: vivimos, más bien, el tiempo de las cosas diminutas. La polarización y las querellas internas dificultan hoy la sola mayoría absoluta.

Si bien la Comisión de Constitución del Senado sorprendió con la rápida aprobación por consenso de un proyecto de ley, habrá que ver los cálculos y estrategias decisorias de las fuerzas políticas en las sesiones plenarias. Por ahora, Luis Alberto se mantiene en silencio. Juan Evo denuncia un “golpe judicial contra la democracia”. Carlos Diego se atrinchera en su ley de garantías como “la única respuesta real”. Y Luis Fernando cree que no habrá elecciones. De reforma ni hablar.

Los comicios (per)judiciales son feos: llegan desportillados a las urnas con postulantes cuyos méritos casi nadie conoce. El resultado son autoridades electas con baja legitimidad de origen y no necesariamente mejores que los otrora hijos del cuoteo partidario de la democracia pactada. Pero además de su fealdad, son elecciones difíciles para el ideal del voto informado. Si sumamos el actual bloqueo institucional, el escenario es de empantanamiento.

Este martes sabremos si la voluntad política alcanza para tejer los dos tercios necesarios a fin de convocar el proceso. Si así ocurriese, enhorabuena, el siguiente desafío, también con mayoría especial, será la preselección de postulantes. Es bastante probable, empero, que el TCP, con su tardía e interesada sentencia, haya cerrado el camino a las urnas. No habrá votación, pues, el 3 de diciembre. Ni nuevas autoridades electas el 3 de enero. ¿A quién beneficia semejante fracaso anunciado? La administración de in/justicia en el país está secuestrada. Y sus operadores, al mismo tiempo, tienen como rehenes a la justicia, la Constitución y, ahora, la democracia. “Ante la Ley hay un guardián”, como aprendió Josef K. Hay que detonar esa puerta y entrar.

 FadoCracia bailadora

1. El Cambódromo, señorías, como dice su nombre, es para los cambas. Si los migrantes collas, esos, quieren hacer su entrada folklórica en “nuestro territorio” (sic), que se vayan al Collódromo. 2. Un grupo de racistas provocadores —que algunos medios llaman “activistas”— pretendió evitar el uso del Cambódromo en una entrada en honor a la Virgen del Carmen. Para ello hicieron vigilia, recordaron pititas, insultaron. Les fue mal. 3. Tres de ellos, los más violentos, terminaron detenidos. Dos, Biblia en mano; el otro, con credencial de la Asamblea de Derechos Humanos. Debe ser compadre de la señora Amparo. 4. Como no lograron impedir la entrada, maldijeron: “han desgraciado el Cambódromo cruceño” (recontra sic). Dicen que los residentes paceños les faltan el respeto. Qué horror: no contentos con bailar, comen, tiran basura, toman cerveza y ¡hasta mean! 5. «Con franqueza amigo, que estás en tu casa. Entra con franqueza, que un placer nos das. Es ley del cruceño, la hospitalidad”. Pues eso, coronadores. Racismo no rima con hospitalidad. Fundamentalismo tampoco.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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¿Tormenta perfecta?

/ 23 de julio de 2023 / 00:11

El 2023 debió/pudo ser el año de la reforma judicial en Bolivia. O al menos para generar condiciones que conduzcan a la reforma. No lo será. Primero porque fracasó la interesante propuesta impulsada por los juristas de oposición. No habrá, pues, reforma constitucional. Pese a la desconfianza mayoritaria en el sistema, ni siquiera hubo debate. Concurrieron barreras normativas y trabas burocráticas, baja credibilidad de los promotores, politización de la iniciativa…

Y segundo porque, considerando tiempos e intereses, nos encaminamos al naufragio de las Elecciones judiciales. El proceso debió ser convocado en mayo, pero está congelado. Y puede postergarse sine die: sea por argucia del TCP, sea por veto opositor a los dos tercios en la ALP para la selección de postulantes. Así, en lugar de nuevas autoridades electas, habrá interinatos. Cuando despertemos, la degradada administración de (in)justicia todavía estará allí.

¿Qué nos espera el 2024? Si asumimos que no hay movilización ciudadana por la cuestión judicial, el próximo año el núcleo de conflictividad podría radicar en el Censo de Población. No tanto en su realización, sino en torno a sus resultados. La crónica, bandera federalista en mano, está anunciada: rechazo a los datos (“fraude censal”) con querella por la redistribución de recursos y la reconfiguración de escaños. Y, claro, renovada guerra sucia contra el padrón electoral.

Veamos el campo político, sobrecargado por la disputa interna en el MAS-IPSP. ¿En qué terminará su congreso orgánico? ¿Acuerdo procedimental, empantanamiento hasta las Primarias, implosión? Es un factor decisivo para la gobernabilidad. Mientras tanto, el paisaje opositor deambula entre la retórica de unidad y la práctica de fragmentación. Incluidos curiosos juntes y “nuevos” proyectos con propuesta regresiva y jefe con prontuario político que ni siquiera aguanta una entrevista periodística.

Y está la economía, por supuesto. Más allá de percepciones (en la opinión pública, en los liderazgos) que expresan creciente pesimismo, los números son inciertos. ¿Cuán sostenible será el “bicicleteo” para garantizar el mínimo requerido de liquidez de divisas? ¿En cuánto tiempo los cuantiosos recursos de litio se convertirán en reservas para reemplazar a la economía (más allá) del gas? Hay desfase. Y desequilibrios. Pero también colchones. Las expectativas importan.

¿Estamos ante una tormenta perfecta como preludio de un incierto/terrible nuevo ciclo electoral 2025-2026? No es para tanto. Más bien creo que seguiremos en la kamanchaka (Calderón dixit), remando en medio de la niebla. Navegar es necesario, ya se sabe. Vivir también.

FadoCracia independiente

1. Para ser un medio “independiente” no basta con proclamarlo. Hay que tener recursos (la independencia es pudiendo, como diría el Mosquito). Así no pides de comer al que toca morderle la mano. 2. También podrías asumir una definición laxa: “medio independiente es todo aquel que no es dependiente” (ufa). O eximirte: no ataco frontalmente al gobierno, muestro sus fallas. Así de sencillo. 3. La propia definición te pone en evidencia. Amigo date cuenta: estás operando desde el campo de la oposición. Aunque te salga espuma cuando te lo dicen. 4. ¿No eres opositor, sino un “medio crítico”? Ya es ganancia y está bien. Siempre y cuando seas coherente. 5. Si titulas “fuego cruzado” donde hubo masacre, no eres independiente, ni crítico, sino funcional al régimen. O mal periodista. 6. Así, por más que tu compadre verificador acuda en tu auxilio, continuarás siendo un medio opositor. Y es legítimo además de necesario. Pare de sufrir. El espejo, como los archivos, no mienten. 7. Ah, qué lindo sería si los fieles lectores pagaran por tus contenidos en lugar de comerse sus dos marraquetas diarias.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Democracia (im)pactada 2.0

/ 9 de julio de 2023 / 01:28

Hubo un tiempo en que todos los partidos eran minoritarios y, para gobernar, formaban coaliciones políticas. Así, entre 1985 y 2003 tuvimos cinco coaliciones multipartidistas. Todos se juntaron con todos. Ello posibilitó que, cruzando ríos de sangre, el tercero en votación sea presidente. O que un exdictador, arropado por una megacoalición promiscua y contranatura, llegue a la presidencia. Y hubo “manos atados”, pactos de la cerveza, acuerdos del “qué difícil es amar a Bolivia”.

Esa práctica, conocida como modelo boliviano de democracia pactada (presidencialismo parlamentarizado, según los politólogos), tuvo como antecedente el llamado “trauma de ingobernabilidad” de la UDP. La transición a la democracia nació con gobierno dividido: la mayoría opositora MNRADN bloqueó sistemáticamente en el Congreso la gestión de Siles Zuazo. Hasta forzar su renuncia. Hubo otros períodos cortos de oficialismo sin mayoría parlamentaria con Mesa, Rodríguez Veltzé y Áñez.

La democracia (im)pactada, devenida en partidocracia especializada en cuoteo, hizo crisis y, aunque tenía dos tercios en el Congreso, terminó huyendo en helicóptero en octubre de 2003. Dos décadas después, hay quienes hablan otra vez de coaliciones y pactos. Y pareciera haber un nuevo escenario de gobierno dividido. El MAS-IPSP perdió su mayoría especial en las elecciones 2020 y el gobierno de Arce se quedó en minoría por efecto de la disputa interna en clave de ruptura. Es crítico.

¿Retornarán acaso las coaliciones multipartidistas del período neoliberal? Para nada. El pacto, la concertación, el solo acuerdo continúan siendo malas palabras, sinónimo de traición y tildadas de transfuguismo. Pero hay convergencias puntuales. Las tres más ruidosas fueron la Ley del Censo, aprobada por arcistas y opositores; la Ley del Oro, avalada por arcistas y evistas-opositores “patriotas”; y la reciente censura al ministro de Gobierno, aprobada por evistas y opositores.

Pese a los tambores de guerra verbales, de tercera categoría, en el núcleo del MAS-IPSP, es bastante improbable que se conforme un aparato opositor, en lógica de bloqueo, entre los asambleístas de Evo, Carlos Diego y Luis Fernando. En los temas comunes, el masismo seguirá votando unido. Pero los asambleístas de Lucho-David, hoy en minoría, tendrán que tejer mayoría para una agenda legislativa mínima. No es fácil. Y dependerá de cómo va la batalla por la candidatura presidencial.

No hay regreso a la democracia (im)pactada, pues, ni de las coaliciones políticas. Pero está la necesidad de pactar en medio de la polarización, la crisis, el conflicto y una prematura competencia electoral. Corre cuenta regresiva.

FadoCracia cerrada

1. El cierre de un medio de comunicación, por principio, es una pésima noticia para la pluralidad informativa y el pluralismo político. Pierde la libertad de expresión, se magulla la democracia. 2. En nuestra historia democrática hemos tenido varias derrotas en este campo. Desde mi vivencia, la más sensible fue la desaparición del diario Presencia en 2001, bajo asedio del gobierno de Banzer. 3. En 2019, el régimen de Áñez se estrenó con el cierre de 53 radios comunitarias. Como eran “medios sediciosos” (sic), ni siquiera fue noticia, no hubo lamento de jefes políticos, ni lágrimas de columnistas, ni comunicados tristes de organismos internacionales. 4. El infortunio más reciente en el paisaje periodístico boliviano fue el cierre de Página Siete. A reserva de la “tormenta perfecta” que condujo a tal desenlace, se malogra el equilibrio informativo. En sus 13 años de vida, con luces y sombras, P7 se convirtió en el principal operador mediático de la oposición. Es un gran mérito. 5. La democracia necesita voces múltiples, críticas, contestatarias, diversas. No es cuestión de “héroes” que cambian de brújula, sino de demócratas.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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