A los 40 y uno
José Luis Exeni Rodríguez
El futuro de la democracia en Bolivia es promisorio, pero hay que sobrevivir el presente. Me refiero al horizonte de la democracia intercultural y paritaria, asentada en los principios de demodiversidad y de equivalencia de condiciones. Creo que es una buena idea: democracias en plural, ejercicio complementario, igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. Ahí está, en la letra y en el espíritu. Hay que avanzar en su difícil construcción en medio de disputas e incertidumbre.
Sobrevivir el presente, ese reto. El último Latinobarómetro declara una “recesión democrática” en la región. Nada menos. Es un escenario de retroceso. En promedio, solo el 48% de la ciudadanía cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Apenas el 28% está satisfecho con su funcionamiento. Y el 36% apoyaría un gobierno militar. Democracia en crisis. Predominan el malestar y el desencanto. Tierra fecunda para el autoritarismo.
¿Cómo estamos en casa al cumplir un nuevo año del meritorio proceso de democratización? Buen momento para el balance, pese a los (no) debates inconducentes. ¿Transición o recuperación de la democracia desde 1982? Como si pudiera recuperarse algo que no había. ¿Son 40 o 41 años? ¿Cuenta el año del régimen inconstitucional de Áñez? Del otro lado: ¿cuentan los años del gobierno monocolor del MAS-IPSP? ¿Hemos tenido, en fin, tenemos una “verdadera” democracia?
La democracia boliviana, como el Estado, es todavía una democracia con huecos. En su forma liberal-representativa, está en los mínimos. Sin certezas sobre el próximo ciclo electoral: polarizada, fragmentada. Con muy elevada desconfianza en los partidos y sus liderazgos, poco democráticos. Y con renovada duda sobre el respeto al resultado. Los perdedores, ¿cantarán otra vez “fraude monumental”? ¿Culparán al padrón? ¿Irán de rodillas a los cuarteles implorando junta cívico-militar?
A sus 40 y uno, nuestra democracia diversa tiene un futuro prometedor. Pero debe navegar, sin naufragios ni tentaciones autoritarias, la kamanchaka del presente. No basta garantizar reglas y procedimientos. Se deben generar y exhibir, también, resultados. Son tiempos turbulentos para las democracias. Así, entre las actuales menudencias de unos y otros en el campo político, ¿en qué condiciones llegaremos al ciclo electoral 2025-2026? ¿Habrá primarias para binomios presidenciales?
Ojalá que los siguientes aniversarios de la democracia en el país sean más celebratorios y menos de quejas chicas y debates de trinchera. Y que, a sus cincuenta, la demodiversidad en ejercicio y la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres sean más que una buena idea. Hay que radicalizar, siempre, la democracia.
FadoCracia auto, auto, auto
1. El congreso del MAS-IPSP instauró un estilo de veloz purga política: la autoexpulsión. Como no asistieron, Lucho y David se echaron a sí mismos. Es probable que, en reciprocidad, el cabildo autoexpulse a Evo. 2. Están también los autoproclamados. Jeanine, por ejemplo, que en 37 segundos se nombró presidenta del Senado y luego, sin quórum, se autoproclamó presidenta de facto del Estado. 3. Pronto veremos un eficaz mecanismo para conservar un cargo electivo: la autoprórroga. Tras bloquear las elecciones judiciales, los magistrados ampliarán su mandato por mano propia, sine die. Son unos maestros. 4. ¿Y los aduaneros? El que en 2019 alentó la quema del TED Potosí, hoy dice que fue ¡un autoatentado! (ufa, Pumari). 5. No faltan los autómatas con incontinencia verbal: “matemáticamente”, 55% no es mayoría absoluta. Ah, diputado. 6. Debiera aprender el silencio de su jefe, Ciudadano X, que evita declarar para no “autoincriminarse” (sic). 7. Y cerramos con el auto(des)engaño del periodismo “independiente”: acaba de descubrir/ reconocer que donde, lloroso, tituló “tormenta perfecta”, debió decir estafa maestra. Seguimos.
José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.