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Goldin y las brechas salariales en Bolivia

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Omar Velasco Portillo

Claudia Goldin es la tercera mujer en ganar un premio Nobel en economía, un área dominada ampliamente por el género masculino. Es pionera en entender las tendencias de la fuerza laboral femenina y las brechas de género. En este articulo quiero discernir algunos de sus aportes tomando datos del mercado laboral boliviano.

No es noticia que las mujeres participan menos que los hombres en el mercado laboral. En Bolivia, solo el 67% de mujeres en edad de trabajar están trabajando o en busca de empleo. En cambio, la proporción de hombres llega al 79%. Sin embargo, hubo un incremento significativo en los últimos años: de 52% en 2015 a 67% en 2023.

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La mayor participación laboral femenina —diría Goldin— es una combinación entre un aumento de la demanda laboral en los sectores de servicios por efecto de la urbanización y la creación de empleos más flexibles y una mayor oferta de trabajo femenino producto del mayor uso de métodos anticonceptivos, mayor escolaridad y mayor deseo de independencia económica.

Las brechas de género existen en muchas dimensiones de la vida conyugal, pero la brecha salarial es una de las más examinadas por científicos como Goldin. Según sus investigaciones, la brecha salarial en el mundo rondaría el 30%. Parte de esa diferencia se explicaría por el tiempo que cada cónyuge le dedica al hogar y al trabajo, que no es equitativo entre hombres y mujeres. En Bolivia, las brechas salariales son incluso más altas, donde las mujeres ganan menos de un tercio menos que los hombres por trabajos similares. Empero, estas brechas se han reducido en el tiempo: de 46% en 2006 a 32% en 2019.

A mayor nivel educativo la brecha salarial se reduce a la mitad. La desigualdad de salarios es de más del 40% para quienes no han terminado el bachillerato. La secundaria completa reduce la desigualdad a 35,7% y los estudios superiores en la universidad, a 20,5%.

Otra razón, según Goldin, se debe a los cuidados infantiles. Antes del nacimiento de los hijos las diferencias salariales entre hombres y mujeres son casi insignificantes, pero una vez que aparece el primer hijo se amplía la brecha y luego esta brecha se mantiene a lo largo de toda la vida laboral y de forma creciente con el número de hijos.

En Bolivia la brecha salarial también aumentó con el número de hijos. La diferencia salarial con un hijo es de 34%, sube a 36,5% a partir del tercer hijo y por encima del 40% al quinto hijo. Las mujeres en hogares muy numerosos ganan casi 10% por debajo de los hogares sin hijos. También se advierte que, a mayor edad, mayor también es la brecha salarial a partir de los 22 años.

Las brechas salariales son más altas en la agricultura, con 41,8%; la construcción, 36,5%, y los restaurantes y hoteles, con 35,8%. En cambio, la intermediación financiera llega a 24,7%; la administración pública, a 24,9%, y los servicios comunales a 26%, mostrando menores diferencias. Por otro lado, se observa diferencias más altas en el sector privado que en el público.

También se observa que las brechas se han reducido más rápidamente en las ciudades que el campo. Los departamentos de Cochabamba y La Paz tienen las menores brechas, con 34,8% y 34,9%, mientras que Pando, con 37,1%; Beni, 37,9% y Potosí, con 39,3%, poseen las más altas.

La brecha salarial es mayor en el sector informal en al menos 7% en promedio. Las subempleadas tienen levemente una menor brecha salarial en relación a las que trabajan la jornada completa de más de 40 horas semanales. Los datos también revelan que el decil más pobre tiene mayor brecha salarial (43,1%) en relación al decil más rico (27,9%).

Las ocupaciones menos calificadas presentan mayor brecha, como los trabajadores no calificados (36,3%), técnicos de nivel medio (36,8%), operadores de maquinarias (37,8%), trabajadores de la agricultura (38,2%) y trabajadores de servicios y vendedores (39,9%). En cambio, profesionales (26,6%), empleados de oficina (24,5%) y Fuerzas Armadas (19,8%) exhiben menores diferencias salariales.

A todo lo anterior se debe añadir los retrocesos en los avances de la inserción laboral femenina producto de la pandemia, que será motivo de otro artículo. Lo que debe quedar claro es que si más mujeres aportarían con su fuerza de trabajo, la economía boliviana crecería mucho más.

Para reducir las brechas de género, Goldin recomienda dividir de forma más equitativa las tareas domésticas entre hombres y mujeres. Implementar esta idea en Bolivia implica un cambio cultural de despatriarcalización del Estado boliviano aún inconcluso.

(*) Omar Velasco Portillo es economista