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‘We will meet again’

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Carlos Villagómez

Querido Gastón Ugalde: El año 2008 me dijiste que el 20 de abril teníamos que estar en el Salar de Uyuni, tu inmenso lienzo blanco. Ese día se iba a producir un particular evento cósmico: una luna llena saldría por un extremo y el sol se perdería por el otro. Ya en el salar nos preparamos en un lugar alejado del ajetreo turístico, y por unos minutos vivimos una experiencia religiosa. La luz menguante del astro y la brillantez del satélite se reflejaron en el espejo más grande del mundo y se encendió una atmósfera única: la naturaleza andina nos sumergió en una intensa bruma, azulina y fosforescente. En esos instantes nos desprendimos de la tierra, y caminábamos felices y desconcertados, como esos viejos de las películas de Fellini que se pierden en la neblina y ven azorados pasar un caballo. 

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Sonreímos y nos miramos con la alegría de vivir esa experiencia mística, y te dije lo que tú ya sabías: esto es lo más cercano a la muerte. Gozamos caminando por esa atmósfera tan bella y sombría a la vez. Te agradezco de todo corazón el compartir conmigo esa experiencia mística. Verte caminar en esa antesala de la agonía fue una obra de arte andina, única e irrepetible. Fue una performance artística en el inmenso mar salino, como una más de tus obras de arte territorial que supiste trabajar como nadie en este país. Recuerdas que unos años atrás escribí De lo más blanco a lo más alto, para explicar esa dimensión territorial y geográfica de tu arte. Tenías un impulso vital que te llevó a perderte innumerables veces en tu lienzo infinito. Generosamente compartiste ese sitio maravilloso con muchos colegas en la experiencia colectiva de representar en lienzos un eclipse en el salar. Llegaste a trepar los 6.460 metros del Illimani para ver la ciudad desde esas alturas; es decir, una visualidad artística pero al revés. Muchos pintaron el Illimani desde la ciudad, tú lo experimentaste haciendo otra  performance artística en esas cumbres níveas. Fuiste un caminante y guerrero que alimentó con esa esencia peregrina el arte boliviano. Viajaste y conociste mejor que nadie este país, y con esas experiencias acumuladas en tu ser representaste un arte tan profundamente boliviano y tan singularmente contemporáneo que nos alimentaba  constantemente.

We will meet again es una composición de Bill Evans que escucho estos días preparándome para tu retorno espiritual y luminoso al salar. Evans dedicó esa pieza a la muerte de su hermano Hans, y por ello, te la dedico Gastón porque estuvimos hermanados por el arte. Amigo y hermano, pronto volveremos a encontrarnos caminando, divagando y riendo de todo, envueltos en esa atmósfera azulina y fosforescente.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto