Icono del sitio La Razón

Oportunidad de un cambio cualitativo de la minería

CIUDAD FUTURA

La superación del modelo primarioexportador constituye uno de los objetivos principales de una estrategia nacional de desarrollo sostenible a largo plazo. El diseño de dicha estrategia requiere, en primer lugar, de una visión previa del país deseable en un horizonte de varias décadas hacia adelante, visión que comprende aspiraciones sobre la democracia, los derechos humanos, la igualdad, el bienestar, la tolerancia y la solidez de las instituciones fundamentales, entre otros aspectos esenciales.

En segundo lugar, se requiere identificar los sectores económicos motrices capaces de impulsar la dinámica del crecimiento económico sostenido, promover un aumento sistemático de la productividad mediante innovaciones tecnológicas, generar empleo decente y formar parte de cadenas de suministro de alcance internacional.

Con una población comparativamente pequeña, el mercado interno no alcanza la dimensión crítica para el establecimiento de industrias de alta intensidad de capital y tecnología, pero es posible, en cambio, diseñar políticas productivas para el mercado internacional que incorporen cada vez mayor valor agregado y articulación con cadenas regionales y globales de suministros, superando en los hechos el actual extractivismo.

En tercer lugar, es preciso identificar las oportunidades que se ofrecen en la economía internacional a largo plazo vis-a-vis los potenciales recursos de que dispone el país. Me refiero en concreto a la situación excepcional que se presenta ahora en el contexto de la transición global de las energías fósiles (carbón, petróleo y gas, en lo fundamental) a las energías renovables, cuyo funcionamiento requiere de un conjunto de metales tecnológicos distintos de los metales industriales de la primera revolución industrial.

Se trata en efecto de metales como el níquel, el cobalto, el cobre y el litio, además de la plata y las tierras raras. De todos ellos se proyecta un crecimiento espectacular de la demanda a lo largo de varias décadas, habida cuenta de que los acuerdos internacionales sobre el cambio climático establecen que el mundo debe llegar a una situación de cero emisiones netas en el año 2050, con algunas metas intermedias para el 2040 y el 2030.

Bolivia cuenta con una interesante disponibilidad de varios recursos minerales para la transición energética global, pero conviene mencionar algunas condiciones referidas a los requisitos para obtener todos los beneficios potenciales del mencionado proceso.

Para comenzar, el escenario está compuesto de muchos países con participación en diversos segmentos de las operaciones de extracción minera, refinamiento y ensamblado en los artefactos correspondientes (paneles solares, molino eólico, baterías de diversos tamaños y potencia y todo el sector de la electromovilidad). A eso se añade, por supuesto, el conjunto de factores geopolíticos que determinarán los flujos del comercio, la composición de las cadenas de suministro y la localización de las empresas industriales que fabrican los vehículos eléctricos, los molinos eólicos y los paneles solares.

Las dimensiones de las inversiones necesarias en el conjunto de dichas actividades son colosales y en muchos casos no están disponibles a corto plazo. También en este aspecto la competencia geopolítica será determinante sobre los resultados finales.

Para jugar en los escenarios de la transición energética, el país necesita adoptar algunas reformas del orden minero imperante, en calidad de decisión política responsable con las futuras generaciones y consistente en adoptar un sistema normativo, regulatorio y tributario, que mejore la gobernanza del sector, con miras a atraer inversiones de calidad internacional, que cumplan con los criterios de sostenibilidad económica social y ambiental en cada una de las etapas de sus emprendimientos, sin perder la rectoría del Estado.

 Horst Grebe es economista.