El MAS y su devenir-otro
Otra tirantez entre el partido (MAS) y el Instrumento Político (IPSP) es la querella por la sigla partidaria
Yuri Torrez
Cuando se rastrea los orígenes de la palabra “devenir” se halla que es un proceso de cambio. La realidad nunca es fija o estática, sino es dinámica: lo que es ahora pronto dejará de serlo y pasará de serlo y pasará a ser otra cosa. Obviamente, esta idea evoca a otra frase gramsciana: “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”. Pero, quizás el filósofo francés Gilles Deleuze con su concepto del “devenir-otro” da cuenta con mayor precisión la cuestión de una otredad: no tiene una figuración precisa, no tiene un punto de llegada preestablecido. De allí, se instala inevitablemente la incertidumbre.
Estas disquisiciones sobre el “devenir-otro” deleuziano sirven como marco interpretativo para comprender los avatares políticos coyunturales del Movimiento Al Socialismo-Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) que están marcados por reyertas internas, llegando a los suburbios partidarios. Más allá de las lecturas apocalípticas provenientes, sobre todo, de sectores opositores —y sus analistas— del MAS-IPSP, que estas disputas entre evistas y arcistas-choquehuanquistas llevarán inexorablemente a una escisión irreversible de este partido político, quizás con efectos adversos en las próximas elecciones de 2025.
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Siguiendo a Deleuze, que propone la dimensión analítica referida a lo que somos hoy y lo que estamos dejando de ser, precisamente ello está ocurriendo en el MAS-IPSP. El filósofo francés menciona que “debemos desenmascarar las líneas del pasado reciente y las líneas del futuro próximo, la parte del archivo y la parte de lo actual”. A partir de esas fricciones internas se percibe esa tiesura entre lo que es —o quizás lo que era— el MAS-IPSP y lo que tal vez se transformará post-trifulcas.
Una tensión que aparece es aquella entre el liderazgo carismático que encarnaba Evo Morales y la impronta de la emergencia de otros liderazgos. Según Max Weber, el liderazgo carismático proviene del carisma del líder, en este caso específico de Morales. El evismo, corriente reflejada en el liderazgo de Morales cuya imagen hoy está desportillada. Quizás, los errores previos (no respeto al referéndum constitucional de 2016) que desembocaron en un golpe de Estado, la incapacidad de autocrítica del propio Morales —y su entorno— sobre las malas decisiones adoptadas con consecuencias graves para la propia democracia, las prácticas del “dedazo” y, finalmente, la ausencia de una reforma moral y política, configuraron un contexto de interpelación al evismo.
Otra tirantez entre el partido (MAS) y el Instrumento Político (IPSP) es la querella por la sigla partidaria. El evismo con su fallido congreso en Lauca Ñ y la corriente arcista-choquehuanquista con su cabildo llevado a cabo en la ciudad de El Alto, son síntomas de estas disputas internas. No debemos olvidar, el MAS-IPSP no es un partido político convencional y, más bien, es un movimiento político. Quizás, la presencia larga del MAS-IPSP en el gobierno provocó una rutinización del poder con un efecto perverso: la desnaturalización de la esencia originaria del MAS-IPSP.
La necesidad de las organizaciones sociales componentes del Pacto de Unidad para recuperar la esencia del MAS-IPSP, para redimir el ajayu del proceso de cambio, muestra una energía democratizadora al interior del MAS-IPSP que lidia, al mismo tiempo, con un conservadurismo anquilosante expresado en la lógica amigo-enemigo de la disputa por el poder. Deleuze diría “no se trata de predecir, sino de estar atento a lo desconocido que llama a nuestra puerta”. Quizás, aquí estriba el devenir-otro del MAS-IPSP.
(*) Yuri Tórrez es sociólogo