¿Podrían evaporarse las aguas restantes del Titicaca y llevarse lo que resta de vida dentro de algunos años? Estamos a contrarreloj. En las orillas del lago Titicaca, la tierra, que se encontraba cubierta por agua, se está secando al igual que las totoras que toman un aspecto similar al de la paja, debido a una persistente subida de las temperaturas. Los registros han demostrado que el nivel del agua está a 2 centímetros del mínimo alcanzado en la sequía de los años 90. Esta situación podría afectar gravemente a la población del área rural, con la migración hacia otras regiones del departamento o el país, dejando en abandono todo un sistema de vida dependiente del lago.

La falta prolongada de precipitaciones pluviales se debe, en parte, a nuestra falta de conciencia. El proceso de retención de calor, conocido como efecto invernadero, hace posible la vida porque regula la temperatura en la tierra. Sin embargo, cuando la actividad humana asociada a la deforestación, la agricultura intensiva, la industrialización y la quema de combustibles fósiles se intensifica, se produce un incremento en la concentración de estos gases, lo que ocasiona el calentamiento global. El aumento de las temperaturas globales altera los patrones climáticos, en este caso, con temporadas prolongadas de sequía que están afectando a la comunidad del lago Titicaca causando múltiples repercusiones.

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La ganadería forma parte de este sistema de vida que se verá afectado con la sequía del lago, al igual que la población porque sus ingresos dependen de sus animales. Las condiciones meteorológicas adversas limitan la disponibilidad de alimento para el ganado, debido a que las plantas que crecen cerca del lago, como la totora y el hilacho, eran alimento para las vacas. La contaminación en la bahía de Cohana, sumada a la sequía, ha dañado las totoras, lo que ha dejado a las familias sin suficiente alimento para sus animales. Esto ha desencadenado en una serie de consecuencias desastrosas. El ganado redujo la producción de leche a falta de alimento. Esto afecta directamente a las familias porque ellas subsisten no solo con los productos derivados de la leche como el queso y el requesón, sino con los ingresos que les genera su venta.

Los peces en el lago Titicaca también se ven afectados por la sequía durante la época de reproducción, conocida como desove. Durante este proceso, los peces buscan zonas entre la vegetación para proteger sus huevos de los depredadores. Sin embargo, en la actualidad, en las orillas del lago solo se observa tierra reseca y agrietada. Juan José Ocola, autoridad binacional del lago Titicaca, señala que solo quedan entre seis y ocho de las 23 especies nativas que originalmente existían, de las cuales se encuentran en peligro de extinción el carachi amarillo, el carachi enano y el mauri, entre otros. En 2021, la investigadora que formaba parte del Proyecto Especial Lago Titicaca (PELT), Orieta Flores, ya advirtió que el cambio climático, entre otros factores, podrían causar la extinción de estas especies, habiéndose perdido ya el 90% de todos los peces nativos.

Las actividades recreativas y la gastronomía ofrecidas a turistas en el Titicaca constituyen un sustento para la población local. Sin embargo, la sequía ha reducido la profundidad del lago, lo que impide que se puedan hacer navegaciones recreativas como el paseo en lancha o motos acuáticas; en varios casos ya no se puede llegar a los muelles, por tanto, las rutas están siendo afectadas, y otros se quedaron inmovilizados por la disminución de las aguas. Por otro lado, la obtención de ingredientes para la venta de comida local cada vez es más complicada debido a la sequía, o bien no se encuentran o sus costos son muy elevados. Ambas situaciones afectan el movimiento económico que genera el turismo en el lago.

La sequía en el Titicaca está aquejando todo un subsistema de vida dependiente del mismo.  Especies de peces están encaminadas a la extinción, la ganadería se ve afectada ante la falta de alimento y el transporte acuático tiene dificultades para emprender sus navegaciones. Según la Unidad de Hidrología de la Armada Boliviana, antes del siguiente año el lago estará 64 centímetros por debajo del nivel de alerta de sequía, dejando de lejos la crisis de los años 90. Si el lago se evapora, la agricultura, la ganadería, la apicultura y el turismo se evaporan con él.

(*) Anahí Quinteros y Juan Pablo Mayta son integrantes de Movimiento Propacha