2023 a cuestas
A pocas semanas del fin de año, ya es un hecho que 2023 será el año más cálido jamás registrado
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Verónica Ibarnegaray Sanabria
Descender la última cuesta del año nos hace cargar con todo el peso del camino recorrido, el cúmulo de responsabilidades propias de esta época y la inevitable cuenta regresiva de propósitos por cumplir antes de despedir 2023. El ritmo acelerado que van tomando los días nos obliga a avanzar acortando el paso, sabiendo que las rodillas sufren más cuesta abajo y que viene bien detenerse a mirar por donde vamos.
A pocas semanas del fin de año, ya es un hecho que 2023 será el año más cálido jamás registrado, con un aumento en torno a 1,4°C por encima de la media preindustrial, según el informe provisional sobre el Estado del Clima Mundial de la Organización Meteorológica Mundial. Desde junio, el planeta ha experimentado una racha prolongada de récords de temperaturas máximas mensuales que parece imparable, por la influencia del fenómeno de El Niño y el cambio climático.
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La Amazonía atraviesa una de las sequías más severas de los últimos tiempos, los niveles de los ríos y lagos han alcanzado mínimos históricos, mientras los glaciares de los Andes desaparecen a un ritmo dramático. En Bolivia, las aguas superficiales se han reducido casi en 40% en los últimos 20 años, mostrando una disminución más alarmante (65%) en el departamento de Santa Cruz, de acuerdo con un estudio reciente de RAISG y MapBiomas, que pone en evidencia su relación con la pérdida acelerada de bosques en este departamento, epicentro de la deforestación.
La falta de agua ha dejado en situación crítica a más de 170 municipios de ocho departamentos que se declararon en desastre, según información del Videci. La intensa sequía, combinada con altas temperaturas y fuertes vientos, favorecieron la propagación de incendios forestales en cerca de 3,5 millones de hectáreas de bosques, pastizales y tierras agrícolas en el país, expandiéndose en áreas donde antes no ocurrían en esa magnitud. Si bien el balance total a la fecha no se acerca a la extensión de los incendios de 2019, lo sucedido entre octubre y noviembre ha estado muy por encima del rango histórico para esos meses, marcando una temporada atípica de incendios forestales, con consecuencias devastadoras para la biodiversidad y los medios de subsistencia de comunidades vulnerables. La contaminación del aire marcó otro récord por la intensa humareda de los incendios, alcanzando niveles extremos de hasta 313 del índice de calidad del aire en la ciudad de Santa Cruz, que provocaron la activación de la alerta roja sanitaria y obligaron a gran parte de la población a retomar el uso del barbijo y a quedarse en casa para resguardar la salud.
La crisis climática y ambiental ha encendido el debate público desde distintos frentes, poniendo el foco en el modelo de desarrollo y las políticas vigentes vinculadas al uso y gestión de la tierra, que no responden ni se adaptan a los desafíos actuales. Es alentador ver cómo se está formando una masa crítica que no está dispuesta a convivir con el deterioro progresivo de la naturaleza, pero aún parece difícil que se asuman verdaderas responsabilidades y acciones colectivas de manera cotidiana y definitiva.
Los hallazgos científicos y la evidencia reciente muestran que el cambio climático está avanzando a un paso mucho más rápido que el nuestro, llevando al límite a los ecosistemas. Estas semanas, los líderes de los países reunidos en la cumbre climática en Dubái, deben examinar el balance global de los progresos y retrocesos en la reducción de emisiones para encauzar la hoja de ruta hacia las metas que buscan evitar el calentamiento del planeta por encima de 1,5°C al 2030, mientras la ventana de oportunidad se está cerrando rápido.
Sin duda, un año complicado que ha puesto a prueba nuestra capacidad de resiliencia. Con todo, aún hay esperanzas para actuar. La naturaleza sigue siendo generosa en maravillas de la vida. Nos regala horizontes y arreboles para soñar en futuros posibles, prósperos y solidarios con nuestro entorno.
(*) Verónica Ibarnegaray Sanabria es directora de Proyectos de la FAN