Voces

Friday 8 Nov 2024 | Actualizado a 01:54 AM

¿Alimento o enfermedad?

Lucía Sauma, periodista

/ 14 de diciembre de 2023 / 09:30

Aumento en los índices de infertilidad o dificultades para concebir en las parejas jóvenes; más personas, y sobre todo niños, que presentan obesidad, diabetes; incremento de mujeres con cáncer de mama, casi una generalidad de adolescentes padecen de quistes ováricos… estos son algunos trastornos que están afectando seriamente la salud principalmente de las mujeres más jóvenes o incluso niñas en nuestro país. Estamos dejando pasar como algo natural que niñas de ocho años comiencen a menstruar y sean diagnosticadas como multiquísticas, son problemas que debieran preocuparnos como sociedad. De esta situación se genera la pregunta ¿cuál es la causa de estos trastornos? Una ginecóloga nos respondió con otra pregunta:  ¿Qué están comiendo las jóvenes? El origen está en la alimentación, hay un consumo excesivo de alimentos que están sobrecargados de hormonas. Por ejemplo, los pollos y las reses necesitan recibir hormonas que aceleren su crecimiento y su reproducción, esto tiene un efecto en las personas. La población debe estar informada acerca de los efectos que puede ocasionarle el excesivo consumo de estos alimentos.

Lea también: Somos los autores

Los médicos saben, las autoridades también, este es un tema que debe ser tratado a conciencia. Por supuesto que hay sectores de la sociedad empeñados en no tocar el tema porque les afecta el bolsillo, pero al país debería importarle y mucho su capital humano. Tampoco es cuestión de prohibir que los jóvenes cambien por completo sus hábitos alimenticios y dejen de consumir totalmente estos alimentos, pero sí de balancear con comida más sana, introducir con mayor frecuencia fruta y verduras.

La alimentación de la población merece políticas públicas muy claras, una mejor observación del cumplimiento de aquellas que existen, como la muy aplaudida, pero nunca cumplida, acerca de la prohibición de vender comida ultraprocesada dentro de los establecimientos educativos. Es necesario elaborar una campaña intensa para que los jóvenes y niños consuman comida más sana. Los países más desarrollados y con mejor calidad de vida tienen políticas públicas que velan por la salud de su población y reeducan sus prácticas alimenticias para que no se enfermen, para que desarrollen hábitos saludables. Para que piensen dos veces antes de elegir lo que se llevan a la boca. Incluso esto pasa por enseñarles como una materia seria la elaboración de sus propios alimentos. Cuando digo seriamente, me refiero a que en las escuelas se puede aprender a preparar un queque, pero no a alimentarnos de verdad como una disciplina a seguir diariamente y de por vida.

(*) Lucía Sauma es periodista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

A pesar de todo

/ 31 de octubre de 2024 / 06:00

Mientras todas las noticias se concentran en el desquiciamiento político que atormenta al país, otros acontecimientos alarmantes dan cuenta de la dejadez y el abandono en el que se encuentran niños y adolescentes, abandono no sólo de sus familiares sino del Estado que no tiene tiempo ni ganas de establecer políticas de educación y dedicación a la población más joven, ni a la de mediana edad y peor aún a la más vieja, es decir la gente no está en la agenda de quienes detentan el poder, ningún poder, los de a pie no existen para los poderosos.

Poniendo en consideración sólo este mes de octubre los hechos dan cuenta de un hombre de 58 años que violaba y filmaba a la nieta de su pareja para luego comercializar las imágenes en una red de pornografía. La niña fue víctima del violador desde sus tres años, ahora tiene siete. ¡Qué infierno! Mientras los politiqueros sacan las garras para defender sus propios intereses, unos adolescentes de 15 y 17 años filmaban las violaciones que cometían contra sus compañeros de colegio, menores que ellos y luego los amenazaban con mostrar las grabaciones para que no los acusaran. Estos hechos son una muestra de la depravación en la que están creciendo estos adolescentes, seguramente faltos de acompañamiento familiar, de seguimiento en sus consumos de entretenimiento, de lo fácil que es acceder a un celular y desde allí ingresar a imágenes, lecturas, audios impropios para ellos y para cualquiera que tenga la mente sana. Siempre en este convulsionado octubre, mientras el país se mantiene bloqueado, el director de un internado abusó de varias adolescentes de entre 12 y 15 años, la mayoría se calló por temor, por las amenazas o las promesas que a esa edad amedrentan y paralizan.

Podría seguir citando los desastres que ocurren en las escuelas, las calles, los hogares, pero no es necesario porque se vuelve repulsivo, son más que suficientes los 3 ejemplos citados para reflexionar, para llamar la atención de quien lea estas líneas. Ojalá consigamos sobreponernos al pandemónium politiquero y sacar a luz la cordura que pueda quedarnos, dar la importancia que se merece la formación de la gente de a pie de este país, sin importar su edad, ni su condición social porque la gran mayoría estamos padeciendo una enorme crisis de valores, de miopía frente a la realidad, de desamor por la vida. Quizás estas palabras suenan muy pesimistas, alarmistas, no sé, pero sobre todo son un llamado desesperado a la esperanza para que no se vaya, para que permanezca y se manifieste a pesar de todo.

Lucía Sauma es periodista.

Comparte y opina:

¿Estamos hechos para la paz?

/ 17 de octubre de 2024 / 06:06

Hace un tiempo, la escritora mexicana Elena Poniatowska hacía referencia a que, según el cómputo que realizaron algunos especialistas, a lo largo de la historia, el mundo solo habría pasado 13 días sin guerra. ¡Qué espíritu belicista el que tenemos los moradores de la Tierra! La guerra en Ucrania tras la invasión rusa el 2022 parece no tener fin y ya hay cientos de miles de muertos. Los números son fríos y no dan cuenta del verdadero significado de tantas pérdidas humanas, ni del drama que se da alrededor de cada muerto o herido, ni de las familias desintegradas o la vida truncada de los niños, ni de la infelicidad sembrada en cada casa, en cada pueblo. La otra guerra que invalida la existencia de la razón humana y su supuesto avance es la guerra en Gaza, con los más de 40.000 muertos.  En los últimos 10 meses han sido asesinadas unas 130 personas diariamente en el asediado territorio palestino. Los bombardeos israelíes se ensañaron con la población civil y destrozaron hospitales y escuelas. Las imágenes de dolor desgarran el alma. Luego, la inteligencia israelí, enceguecida y sedienta de sangre, hizo estallar buscapersonas en los bolsillos de militantes de Hezbolá en mercados, calles y otros espacios públicos del Líbano, lo cual provocó muertes y cientos de heridos entre los civiles. En el continente africano, hay guerras internas en Sudán, Etiopía, Nigeria y República Democrática del Congo que mantienen a esa parte del mundo permanentemente convulsionada, con cientos de millones de desplazados, familias desintegradas, niños y jóvenes sin escuela, campos abandonados, hambrunas, en fin, miseria. Este año se han contabilizado 56 conflictos armados que están ocurriendo en este momento en el mundo, nunca había habido tanto espíritu bélico desde la Segunda Guerra Mundial. Parece que no estamos hechos para la paz. Si no, veamos lo que ya es una constante en nuestro país: nos ocupamos de crear conflicto. Sabemos que deberíamos estar concentrados en hacer que mejore la vida de todos; que los niños tengan una educación de calidad; que el sistema de salud funcione y, sin embargo, los parlamentarios dan clases de lucha libre en las calles. Construir lleva tiempo, trabajo, esfuerzo, compromiso, mientras que destruir es más fácil, aunque en su andar deje dolor y miseria.

Lucía Sauma es periodista.

Comparte y opina:

¿Estamos hechos para la paz?

Lucía Sauma, periodista

/ 17 de octubre de 2024 / 06:00

Hace un tiempo, la escritora mexicana Elena Poniatowska hacía referencia a que, según el cómputo que realizaron algunos especialistas, a lo largo de la historia, el mundo solo habría pasado 13 días sin guerra. ¡Qué espíritu belicista el que tenemos los moradores de la Tierra! La guerra en Ucrania tras la invasión rusa el 2022 parece no tener fin y ya hay cientos de miles de muertos. Los números son fríos y no dan cuenta del verdadero significado de tantas pérdidas humanas, ni del drama que se da alrededor de cada muerto o herido, ni de las familias desintegradas o la vida truncada de los niños, ni de la infelicidad sembrada en cada casa, en cada pueblo.

Lea: ¿Presidente o presidenta?

La otra guerra que invalida la existencia de la razón humana y su supuesto avance es la guerra en Gaza, con los más de 40.000 muertos.  En los últimos 10 meses han sido asesinadas unas 130 personas diariamente en el asediado territorio palestino. Los bombardeos israelíes se ensañaron con la población civil y destrozaron hospitales y escuelas. Las imágenes de dolor desgarran el alma. Luego, la inteligencia israelí, enceguecida y sedienta de sangre, hizo estallar buscapersonas en los bolsillos de militantes de Hezbolá en mercados, calles y otros espacios públicos del Líbano, lo cual provocó muertes y cientos de heridos entre los civiles.

En el continente africano, hay guerras internas en Sudán, Etiopía, Nigeria y República Democrática del Congo que mantienen a esa parte del mundo permanentemente convulsionada, con cientos de millones de desplazados, familias desintegradas, niños y jóvenes sin escuela, campos abandonados, hambrunas, en fin, miseria. Este año se han contabilizado 56 conflictos armados que están ocurriendo en este momento  en el mundo, nunca había habido tanto espíritu bélico desde la Segunda Guerra Mundial.

Parece que no estamos hechos para la paz. Si no, veamos lo que ya es una constante en nuestro país: nos ocupamos de crear conflicto. Sabemos que deberíamos estar concentrados en hacer que mejore la vida de todos; que los niños tengan una educación de calidad; que el sistema de salud funcione y, sin embargo, los parlamentarios dan clases de lucha libre en las calles. Construir lleva tiempo, trabajo, esfuerzo, compromiso, mientras que destruir es más fácil, aunque en su andar deje dolor y miseria.

(*) Lucía Sauma es periodista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

¿Presidente o presidenta?

/ 3 de octubre de 2024 / 06:03

A propósito de la posesión de Claudia Sheinbaum en la presidencia de México, los días previos a la ceremonia realizada el 1 de octubre, en varios espacios sea de redes sociales o en círculos públicos se abrió el debate acerca de cómo deberían denominarla si presidente o presidenta.

Los defensores del idioma español afirman que se debe decir presidente, porque todas las palabras terminadas en el sufijo ente son neutras, o sea, no son ni masculinas ni femeninas, e incluso citan los ejemplos asegurando que son muchos y sobran: ”gerente, inteligente, teniente, prudente, paciente, exigente, etc., etc., etc.”. Del mismo modo, muchas palabras terminadas en a se refieren al masculino, ejemplos: futbolista, pianista, tenista, periodista, etc., etc.”, los argumentos son válidos y están realmente respaldados en las reglas gramaticales del español, no hay dudas.

El bando que defiende el uso de presidenta para denominar a Claudia Sheinbaum o a cualquiera de las 28 mujeres en ejercicio de poder en el mundo, dicen que al ser el idioma una construcción social que transmite valores sociales, que invisibiliza o visibiliza que estereotipa, que construye identidades, en la actualidad juega un papel preponderante para desarrollar igualdad. El idioma evoluciona junto a quienes lo construyen. El idioma construye realidades y una realidad es que las mujeres aún están en desigualdad con los hombres en el ejercicio del poder.

Qué fácil es decir ama de casa, pero cómo cuesta denominar a un hombre amo de casa. Y a esta altura de la historia, todavía hablar de hombre público tiene una valoración muy distinta a decir mujer pública.

Más allá de lo que gramaticalmente sea correcto o no, está la valoración social de lo que una mujer puede o no ser. Las mujeres no votaban y menos podían ser electas como presidentas, entonces era lógico que ni se ocurra feminizar el cargo. En la actualidad, las mujeres votan, se postulan y pueden ser elegidas en los más altos cargos de poder, a pesar de la resistencia y los datos de desigualdad existentes. Valga la pena recordar que de los 193 países reconocidos por Naciones Unidas, 28 de sus mandatarios son mujeres. Por tanto, aún hay una lucha por la igualdad que, más allá de las reglas gramaticales, exige una visibilización de esa inequidad social con las mujeres.

Lucía Sauma es periodista.

Comparte y opina:

Acuerdos mínimos

Lucía Sauma, periodista

/ 22 de agosto de 2024 / 09:52

Los edificios son un reflejo de lo que sucede en cualquier sociedad. Por un lado, están aquellos condominios donde nada está reglamentado y por lo tanto cada quien debe resolver los problemas como mejor pueda, por ejemplo está el tema de seguridad, si no hay portero aumentan los peligros de robo, de ataques, etc. Igualmente, la ausencia de cámaras imposibilita controlar la entrada de extraños, de ver al que ingresa y causa destrozos. Si no hay administrador, nadie cobra ni reparte las expensas, el edificio se deteriora y baja su valor comercial. Si no hay directiva nadie vigila la más mínima convivencia, las relaciones se deterioran día a día, terminan por establecerse bandos que no pueden dialogar entre sí, menos encontrar soluciones a los problemas que se presentan.

Consulte: La calle

Por otro lado, hay edificios, aunque sea difícil de creer, que han encontrado consenso para un reglamento, pagar unas expensas que les permitan mantener el edificio en condiciones de habitabilidad, lo que hace posible que las relaciones no se deterioren, que se eviten las peleas domésticas de un piso al otro que suelen ocasionarse por filtraciones en los baños o el área de la cocina, que no se abuse con ruidos molestos o fiestas con la música a todo volumen en horas de descanso, que las mascotas no se paseen por los pasillos para dejar sus “gracias” en las puertas de los vecinos. Que existen este tipo de viviendas múltiples, existen.

Por supuesto que hablar de esa convivencia idílica se debe conseguir en el 10% de las viviendas multifamiliares. No hay edificio donde a pesar de la buena administración, de la admirable directiva, del estupendo estatuto, esté la presencia del vecino gruñón que no saluda, con el que nadie quiere toparse en el ascensor. O el que siempre arguye cientos de pretextos y no paga las expensas desde hace años y ve crecer su deuda, sin que esto le inhiba reclamar cuando un foco está quemado en su pasillo.

Sin embargo, de todo lo citado en el anterior párrafo, tener estatutos, portero, administrador y una directiva ayuda a la buena convivencia. Evita que se comentan abusos, que los problemas de deterioro se queden sin solucionar y que existan mediadores en los conflictos que de uno u otro modo se presentan entre las personas que deben compartir un mismo espacio a pesar de las paredes o pisos que las separen. La clave son las reglas claras, los consensos mínimos, aunque siempre existan desacuerdos y ante todo que prime el bien común trabajando cotidianamente para que se entienda que cada quien tiene derechos, pero el otro también. 

(*) Lucía Sauma es periodista

Temas Relacionados

Comparte y opina: