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¿Alimento o enfermedad?

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Lucía Sauma, periodista

Aumento en los índices de infertilidad o dificultades para concebir en las parejas jóvenes; más personas, y sobre todo niños, que presentan obesidad, diabetes; incremento de mujeres con cáncer de mama, casi una generalidad de adolescentes padecen de quistes ováricos… estos son algunos trastornos que están afectando seriamente la salud principalmente de las mujeres más jóvenes o incluso niñas en nuestro país. Estamos dejando pasar como algo natural que niñas de ocho años comiencen a menstruar y sean diagnosticadas como multiquísticas, son problemas que debieran preocuparnos como sociedad. De esta situación se genera la pregunta ¿cuál es la causa de estos trastornos? Una ginecóloga nos respondió con otra pregunta:  ¿Qué están comiendo las jóvenes? El origen está en la alimentación, hay un consumo excesivo de alimentos que están sobrecargados de hormonas. Por ejemplo, los pollos y las reses necesitan recibir hormonas que aceleren su crecimiento y su reproducción, esto tiene un efecto en las personas. La población debe estar informada acerca de los efectos que puede ocasionarle el excesivo consumo de estos alimentos.

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Los médicos saben, las autoridades también, este es un tema que debe ser tratado a conciencia. Por supuesto que hay sectores de la sociedad empeñados en no tocar el tema porque les afecta el bolsillo, pero al país debería importarle y mucho su capital humano. Tampoco es cuestión de prohibir que los jóvenes cambien por completo sus hábitos alimenticios y dejen de consumir totalmente estos alimentos, pero sí de balancear con comida más sana, introducir con mayor frecuencia fruta y verduras.

La alimentación de la población merece políticas públicas muy claras, una mejor observación del cumplimiento de aquellas que existen, como la muy aplaudida, pero nunca cumplida, acerca de la prohibición de vender comida ultraprocesada dentro de los establecimientos educativos. Es necesario elaborar una campaña intensa para que los jóvenes y niños consuman comida más sana. Los países más desarrollados y con mejor calidad de vida tienen políticas públicas que velan por la salud de su población y reeducan sus prácticas alimenticias para que no se enfermen, para que desarrollen hábitos saludables. Para que piensen dos veces antes de elegir lo que se llevan a la boca. Incluso esto pasa por enseñarles como una materia seria la elaboración de sus propios alimentos. Cuando digo seriamente, me refiero a que en las escuelas se puede aprender a preparar un queque, pero no a alimentarnos de verdad como una disciplina a seguir diariamente y de por vida.

(*) Lucía Sauma es periodista