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‘Establishment’ oligárquico a la deriva

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César Navarro

Tres momentos decisivos de la derrota política, democrática y moral que cerró el ciclo del establishment capitalista y colonial cruceño que se formó, organizó y fortaleció con la protección, apoyo y financiamiento de gobiernos del nacionalismo revolucionario, la dictadura militar y el neoliberalismo. El hijo putativo de la revolución de 1952 es la oligarquía cruceña.

Primer momento: el cabildo del “millón” de enero de 2004 convocado por el Comité Cívico pro Santa Cruz (CCpSC), cuyo presidente era Rubén Costas, tuvo la capacidad de imponer a Carlos Mesa la convocatoria a la elección de prefectos, este hecho político estaba agendando la autonomía como condición previa a la posibilidad de la convocatoria a la Asamblea Constituyente (AC).

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Lo que frustró esta ruta corta fue la renuncia de Mesa, la sucesión presidencial recayó en el presidente de la Corte Suprema de Justicia, convocó a comicios nacionales y también de los nueve prefectos, en este escenario la elección de prefectos ya no fue lo sustantivo de las elecciones, sino era parte del momento electoral.

Esta tarea inconclusa, el establishment lo impuso en la agenda política con la visión anti-Estado centralista andino aymara/quecha, anti-gobierno indígena; el objetivo, bloquear la AC si no se incorporaba la autonomía cuasi federalista cruceña.

En este escenario constituyente se impuso la violencia racial y social, estaba liderada por el presidente del CCpSC Branko Marinkovic; los puntos de inflexión fueron el referéndum anti e inconstitucional sobre la autonomía, el referéndum revocatorio, la toma violenta de instituciones y el golpe cívico prefectural. Estos cuatro hechos simultáneos, entre mayo y septiembre de 2008, fueron derrotados por la movilización indígena y social, por la decisión soberna del pueblo y por la firmeza del gobierno. Branko capituló, devolviendo al gobierno las instituciones públicas que fueron tomadas y saqueadas por la Unión Juvenil Cruceñista, abandonó temporalmente las banderas federalistas e incluso separatistas.

Segundo momento: Branko y Costas, que tenían el monopolio de la coerción cívica, social, mediática, religiosa regional, impusieron (2008) a la Corte Electoral Departamental la administración del referéndum anti e inconstitucional de su estatuto autonómico: el valor del resultado fue solo simbólico, sin ninguna incidencia jurídica.

El Congreso, entre septiembre y octubre de 2008, se constituyó de hecho en Congreso Constituyente; discutió, modificó artículos del proyecto de CPE aprobado en la AC e incorporó en las disposiciones transitorias el reconocimiento a los estatutos autonómicos, pero condicionado al control de constitucionalidad de la nueva CPE.

El actual Estatuto Autonómico de Santa Cruz no es el que se sometió a referéndum en 2008, la Asamblea Legislativa Departamental adecuó el proyecto de estatuto a la CPE en 2015 y el TCP declaró constitucional el Estatuto en 2017, es decir el constituyente, el pueblo soberano, subordinó al establishment cruceño a la nueva CPE y sepultó sus deseos federalistas.

Tercer momento: Luis Fernando Camacho, expresidente cívico y actual gobernador cruceño, abanderó el movimiento conspirativo nacional que derivó en el golpe de Estado. Lideró la toma e ingresó al Palacio Quemado republicano con la presidenta de facto Áñez, con la Biblia en la mano, fue parte del gabinete y de la estructura de poder, pero negó —a su estilo— la relación con el gobierno. La expresión política democráticamente expresada fue la derrota en las elecciones nacionales, ocupó el tercer lugar con apenas el 14%. Y en los comicios para gobernador, en el departamento donde tenía el apoyo y el control absoluto, recién obtuvo la victoria en segunda vuelta contra el MAS.

Creemos, el partido de Camacho, no tiene mayoría absoluta en el Legislativo departamental, depende de la alianza con los asambleístas indígenas, es decir, Camacho no sintetiza la expresión del departamento, solo es la manifestación temporal de una aparente hegemonía apoyada en la violencia discursiva, social, racial, ahora en el control político y administrativo de la Gobernación.

La detención preventiva del Gobernador no generó crisis en la administración de la Gobernación, la sustitución en la titularidad por el Vicegobernador está por causar una crisis, mostrando que Camacho no es el liderazgo que articula, sino solo la figura que se usa discursivamente para justificar un posicionamiento.

En la última fase, el CCpSC dejó de ser el núcleo de la cruceñidad para convertirse en un gremio más sin incidencia ni convocatoria pública. 

El establishment asiste a su crisis que no pasa por resolver titularidades en la Gobernación y el ente cívico, sino por la reconfiguración de nuevos liderazgos que ya no dependen exclusivamente de los viejos factores elitarios y raciales, no modificarán su concepción ideológica, pero reacomodarán el sentido señorial y oligárquico de élite.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda