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Oro blanco

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José Pimentel Castillo

Cuando en 2008 el presidente Evo Morales, el ministro de minería, la presidencia de la Comibol y la bancada del MAS-IPSP de Potosí escuchamos su clamor de la Frutcas (Federación de Campesinos del Altiplano Sur) “Ahora es Cuando” para comenzar la explotación del litio, la respuesta fue de satisfacción y compromiso: Manos a la obra.

La tarea no fue fácil. El tema, la explotación e industrialización del litio, era nuevo para el mundo minero de Bolivia. Recuerdo a los pioneros que se asentaron en Llipi, un solar alejado de la civilización, sin agua ni luz, viviendo en carpas, enfrentando a una naturaleza arisca que cuida sus tesoros, con temperaturas entre los 19 y -20 grados, con vientos huracanados, un sol en picada; verlos con melenas no lavadas y la barba crecida nos retrotraía a los viejos mineros aventureros, su motivación no era el lucro, sino consolidar la Revolución Democrática y Cultural.

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A los tres años se tenía cuantificadas las reservas del salar, se construyó el campamento para albergar a 150 personas, las piscinas de evaporación, los laboratorios, las plantas piloto para la producción de cloruro de potasio y carbonato de litio. Los gastos efectuados por la Comibol llegaron a $us 19 millones, siendo el costo de la planta piloto de 4 millones. El siguiente paso era encarar la fase industrial: Evaporíticos firmó contratos con las firmas CAMC y Maison/CMEC, por un total de $us 288 millones para la construcción de las plantas de cloruro de potasio y carbonato de litio, mientras Yacimientos del Litio Boliviano (YLB) asumía el compromiso de construir la infraestructura, caminos, red eléctrica, construcción de las piscinas y dotación de agua; el financiamiento estaba garantizado con un crédito del Banco Central. La planta de cloruro de potasio se entregó en octubre de 2018 y la entrega de la de litio se preveía para 2020.

En 2010 se elaboró la estrategia de la industrialización de los recursos evaporíticos en la cual se tenía como objetivo la construcción de plantas de hidróxido de litio, hidróxido de magnesio, la obtención de materiales catódicos y finalmente la fabricación de baterías; este esfuerzo requiere el concurso de varios sectores como minería, para la provisión de los ánodos y conductores: cobalto, níquel, cobre; la química básica, para ácidos sulfúrico y clorhídrico; hidrocarburos, para el suministro de envases, de hecho, se construirían 43 unidades productivas en torno al litio. Se creó el centro de investigación de La Palca, con laboratorios y una planta piloto para material catódico y otra para la fabricación de baterías. Sus productos fueron probados y comprados, entre otros, por la fábrica de autos eléctricos Quantum. En esta etapa se vio la necesidad de recurrir a alianzas con empresas con conocimiento, capital y mercado asegurado; así se firmó un contrato con ACI Systems de Alemania, para encarar la fase de industrialización; se preveía la obtención de hidróxido de litio en 2019 y de baterías en 2022.

La crisis de 2019 llevó a romper el contrato con ACI Systems y el gobierno de facto paralizó el proyecto en la búsqueda de un método “más eficiente y rápido”, olvidando que solo faltaban dos años para la producción industrial. En noviembre de 2020, el nuevo gobierno introdujo el concepto de extracción directa del litio (EDL) e YLB, postergando sus tareas de concluir el proyecto de la industrialización, lanzó una convocatoria para la aplicación de esta tecnología. Hasta febrero de 2023 se firmaron tres convenios para la producción de más de 100.000 toneladas de carbonato de litio, con una inversión de $us 2.800 millones; estos contratos comprometían la explotación de los salares de Uyuni, Pastos Grandes y Coipasa; pero a casi un año de firmados los convenios, en diciembre de 2023 y enero 2024 se informó de la suscripción de dos nuevos convenios para la instalación de plantas pilotos con las mismas empresas de 2023, para la verificación de la tecnología, que supuestamente en 2021 eran las mejores. La producción comprometida, dentro de dos años, llegaría a 16.000 toneladas y la inversión a $us 500 millones.

Por otro lado, el 26 de enero se lanzó otra convocatoria para aportar nuevas tecnologías en siete salares. Naturalmente son múltiples los deseos de comprar el carbonato de litio de la planta industrial, cuya inauguración fue ampliamente publicitada, pero este año solo producirá 4.000 toneladas.

Sin embargo, no se dice nada de la industrialización del litio, que es el objetivo del Estado Plurinacional, distinto al extractivismo del capitalismo de Estado, que medra de la naturaleza y no se preocupa de darle un valor agregado. En su primera fase, al transformarse en material catódico, el carbonato de litio duplica su valor y, siendo parte de la batería, se eleva a 10. La venta directa del preciado carbonato de litio traería divisas necesitadas, sin embargo, el objetivo aquí debe ser la industrialización del litio, y no su venta como materia prima.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero