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Encrucijada de la Asamblea Legislativa

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César Navarro

El Parlamento, hoy Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), en el republicanismo representó la síntesis política de la correlación de fuerzas partidarias de un tiempo electoral. Fue parte del engranaje del poder, como tal, actor directo en la reproducción ampliada del poder político.

Noviembre de 1979, ante el golpe del coronel Natusch Busch la resistencia fue liderada por la COB y la CSUTCB. La derrota militar implicó fundamentalmente que las masas movilizadas y organizadas sindicalmente asuman la democracia representativa como horizonte (Zavaleta). Las elecciones y la democracia era aún embriones, los comicios eran la manifestación de la manipulación dolosa de MNR, porque el movimientismo hizo del fraude electoral su forma de vida democrática; la democracia estaba construyendo un mínimo de institucionalidad, el golpe militar quiso volver a clausurar este amanecer nublado.

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El triunfo sindical obrero campesino de izquierda delegó al Parlamento la respuesta temporal, que designó a la presidenta de la Cámara de Diputados, Lidia Gueiler, como Presidenta de la República, pero con la tarea de convocar a elecciones de forma inmediata. Esta delegación popular y la decisión de los parlamentarios instituyó en el Parlamento la condición de actor político e institucional.

El modelo político de democracia donde el soberano solo votaba y no elegía se impuso en las elecciones de 1985: un sistema político de minorías electorales, el Parlamento por acuerdo multipartidario de esas minorías impuso la fórmula de mayorías parlamentarias para la elección de presidente y vicepresidente. El actor que garantizaba la titularidad política del poder, independientemente de la decisión del soberano, era el Parlamento.

En las elecciones de 2005, por primera vez en la historia contemporánea de la democracia el pueblo eligió a su presidente y vicepresidente, pero por el sistema de asignación parlamentaria las oposiciones de derecha tenían mayoría el Senado, el Parlamento republicano se convirtió en la institución de desestabilización al gobierno indígena de izquierda.

Era el tiempo de quiebre para restaurar al neoliberalismo en el poder o para transformar el Estado, el Parlamento era el instrumento de definición de ese tiempo político, su condición de actor decisivo devino del mandato movilizado de lo nacional popular expresado en la Conalcam. La movilización se inició el 12 de octubre (2008) desde Caracollo hasta la sede política del poder, obligó a que el Parlamento se constituya de facto en parlamento constituyente, debatió y reformó parcialmente el proyecto de Constitución elaborado y aprobado en la Asamblea Constituyente. La marcha arribó a la plaza Murillo el 20 y el 21, el Parlamento le entregó la Ley de Convocatoria a Referéndum Constitucional para que la CPE sea aprobada por el soberano. La movilización más grande e importante de nuestra historia política dio nacimiento constitucional al Estado Plurinacional.

El Parlamento, hoy ALP, fue el actor decisivo, sus decisiones sentaron las bases de la nueva institucionalidad estatal.

El último conflicto sobre las elecciones judiciales desnudó dramáticamente el abandono a su condición de actor político, constituyéndose en receptor pasivo de las instrucciones del Tribunal Constitucional o de alguna autoridad gubernamental designada.

Un vocal designado, no electo de una sala del TCP, castró la facultad constitucional de interpelación a ministros en la ALP. Por un lado, la reacción fue la crítica discursiva y por otra, de conformidad porque no se puede desdecir a los depositarios de la verdad constitucional.

Ejercer el derecho que tiene la ALP a la aprobación de la ley de elecciones judiciales está condicionada a la instrucción del TCP y a la presión social del bloqueo de caminos. Sin iniciativa política, los parlamentarios hoy están instalando la incertidumbre, la deslegitimación de un órgano de poder estatal y la conflictividad con probabilidades de enfrentamiento dentro el bloque indígena campesino popular.

Sostener a través del poder político la autoprórroga, dilatar la elección judicial, deslegitimar uno de los principios del Estado Plurinacional (la elección soberana de magistrados) es invalidar la ALP, poner en duda la validez de la CPE, anular la condición de dirigente del MAS en la ALP, fomentar la fractura irreversible y el enfrentamiento del bloque indígena campesino popular que constituyó el horizonte descolonizador que articuló democráticamente la nueva arquitectura estatal.

La ALP está en el tiempo de su definición: ser el actor o la quinta rueda del carro, como solía calificar el maestro Juan Lechín.

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda