Finalmente, buenas noticias en la OMC
Lograr que más de 160 países estén en sintonía sobre cualquier tema es casi imposible. Por eso muchos de los titulares de la gran conferencia de la Organización Mundial del Comercio celebrada en los Emiratos Árabes Unidos: “La reunión busca resultados modestos”; “Escasas esperanzas de avance”: transmiten bajas expectativas.
Sin embargo, hay algo importante que celebrar: desde hace más de un año, los diplomáticos responsables de la reforma de la OMC han estado probando una nueva forma de hacer negocios, con resultados notables.
En lugar de presentarse a las reuniones con sus propias propuestas escritas (y regatear sobre quién será adoptado), comenzaron escuchando los intereses y objetivos de los demás. Luego idearon formas creativas de lograr esos objetivos y escribieron juntos un nuevo conjunto de reglas propuestas. Puede parecer muy de sentido común, pero en el rígido mundo del comercio internacional, representó un cambio radical. ¿El resultado? En un año lograron más avances que los esfuerzos de reforma anteriores logrados en décadas.
Este nuevo método, llamado “negociación basada en intereses”, en realidad no es nuevo. Marco Molina, el diplomático guatemalteco que facilitó estas conversaciones en la sede de la OMC en Ginebra, lo aprendió en los años 1990, cuando se incorporó por primera vez al Ministerio de Economía de su país.
Pero la técnica era novedosa para la OMC. Muchos diplomáticos nunca antes habían estado involucrados en un proceso como ese. Aun así, el año pasado, cuando los miembros de la OMC luchaban por elaborar un plan de reformas para un plazo ambicioso, el nombre de Molina apareció repetidamente como posible facilitador. Aceptó liderar conversaciones informales y se propuso “demostrar que esta metodología realmente funciona”, me dijo.
Demostró que funciona, incluso si esta victoria es parcial y ya está amenazada. Más importante aún, su experimento en la OMC ilustra lo que podría ser un nuevo modelo de liderazgo estadounidense en un mundo multipolar.
Es más difícil que antes para los funcionarios estadounidenses ejercer su voluntad. Pero los estadounidenses todavía pueden utilizar su influencia para convocar debates capaces de producir resultados que podrían ser mejores que los que Estados Unidos habría logrado por sí solo.
Ésa es la buena noticia. Ahora la terrible noticia: Molina fue abruptamente destituido de su puesto como representante permanente adjunto de Guatemala ante la OMC por el nuevo gobierno de ese país, por razones que no ha explicado.
Es un revés para el mundo entero. En la reunión de esta semana en Abu Dhabi, los colegas de Molina expresaron conmoción y temor de no poder completar el paquete de reformas sin él antes de la fecha límite autoimpuesta de fin de año.
Pero se logró algo crucial que no se puede quitar: diplomáticos de todo el mundo hicieron algo diferente, juntos, y vieron que funcionaba. Ahora, con suerte, en la próxima reunión internacional habrá docenas de personas como Molina, que ayudarán a iluminar un nuevo camino hacia un futuro compartido que ninguno de nosotros podría haber imaginado antes.