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Friday 8 Nov 2024 | Actualizado a 00:42 AM

Un compromiso regional en marcha

Mario Lubetkin

/ 5 de marzo de 2024 / 06:56

El compromiso regional para combatir el hambre y la malnutrición en América Latina y el Caribe ha avanzado notablemente con la actualización del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para el período 2024-2030, conocido como Plan SAN CELAC. Esta actualización fue aprobada y ratificada durante la VIII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Celac, celebrada el 1 de marzo en San Vicente y las Granadinas.

Este compromiso común evidencia una importante contribución de la región para acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030.

Lea también: Erradicar el hambre

Aunque nuestras últimas estimaciones muestran una disminución del hambre al 6,5% en 2022, equivalente a 2,4 millones menos que en 2021, la situación sigue siendo crítica, afectando a 43,2 millones de personas en la región. Factores como el acceso limitado a recursos, la pobreza, las secuelas de la pandemia y los conflictos, así como los desafíos climáticos, amenazan la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.

En este escenario, el Plan SAN CELAC 2024-2030 constituye una iniciativa concreta, reflejada en una respuesta unánime, de más de 30 países, que, a nivel ministerial, consensuaron la actualización de este documento para abordar el desafío del hambre.

El nuevo plan incluyó una amplia participación y análisis con la asistencia técnica de la FAO, la CEPAL, el IICA y la Aladi, convirtiéndose en un referente para otras regiones del mundo. Su ejecución se presenta como un ejemplo histórico de consenso y compromiso político de toda América Latina y el Caribe.

Este plan incluye una base conceptual que orientará a los países respecto a marcos jurídicos, producción sostenible, acceso a dietas saludables y sistemas agroalimentarios resilientes al cambio climático.

El 2024 podría representar un año decisivo para la región para avanzar en sus esfuerzos de combatir el hambre y la malnutrición, y lograr sistemas de producción más resilientes y sostenibles. Durante 2023 hemos consolidado un profundo proceso de alianzas, consensos y diálogo que próximamente serán parte de la Conferencia Regional de la FAO.

Estamos en la recta final de la preparación de nuestra conferencia regional que se celebrará este mes en Georgetown, Guyana, en la cual facilitaremos intercambios y discusiones que serán esenciales para orientar la cooperación técnica de la FAO en el diseño e implementación de planes y proyectos ajustados a las necesidades de los países.

La preparación de la conferencia regional incluye un extenso proceso de consultas que involucra a diferentes actores, como el sector privado, la academia, la sociedad civil y grupos parlamentarios, y por supuesto, la participación de los oficiales de gobierno de los 33 países miembros de la FAO.

Esperamos que los resultados de la conferencia, traducidos en el mandato de la FAO, se consoliden como una respuesta tangible. El éxito de estos esfuerzos dependerá de la colaboración de todas y todos para lograr que la esperanza de un mundo sin hambre se transforme en una realidad.

(*) Mario Lubetkin es subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe

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Retos de la seguridad alimentaria

Solo con un compromiso firme podremos poner fin al hambre y a la malnutrición

Mario Lubetkin

/ 11 de septiembre de 2024 / 08:35

La última publicación del informe Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2024 (SOFI por sus siglas en inglés) lanzado en julio pasado en el marco de la reunión del G20 en Río de Janeiro nos ofrece una visión detallada de los avances y retrocesos en la lucha contra el hambre. A nivel global, aunque hemos logrado algunos progresos, persisten desigualdades significativas: mientras África sigue siendo la región más afectada, América Latina muestra señales positivas de recuperación, reflejando el impacto de los esfuerzos concertados para mejorar la seguridad alimentaria en la región.

El camino no ha sido fácil. Tras la pandemia de COVID-19, nuestra región fue una de las más afectadas por el hambre, alcanzando en 2021 a su punto más alto de 6,9% de la población afectada, mientras que un 40,6% enfrentó inseguridad alimentaria moderada o severa. Durante varios años, observamos cómo los avances logrados a inicios de los 2000 fueron retrocediendo rápidamente.

Consulte: Un compromiso regional en marcha

Sin embargo, en los últimos dos años se ha registrado una disminución en los niveles de hambre, con una tasa del 6,2% de la población, lo que representa una disminución de 4,3 millones de personas, principalmente impulsada por América del Sur.

Inversiones en programas de protección social en varios países de la región han sido fundamentales para impulsar esta recuperación. A través de los sistemas sociales se ha podido responder rápidamente y dirigir recursos financieros disponibles de manera más efectiva hacia las poblaciones con mayor vulnerabilidad.

A pesar de los progresos de la región, las subregiones del Caribe y América Central siguen registrando desafíos en el aumento del hambre. No podemos permitirnos retroceder. Es fundamental que profundicemos en el análisis de las visiones y estrategias que han mostrado resultados positivos para continuar avanzando en este camino.

A seis meses de la Conferencia Regional de la FAO en Georgetown, Guyana, nos comprometemos a dar respuestas tangibles a las prioridades establecidas para los países para transformar los sistemas agroalimentarios y lograr una Mejor Producción, una Mejor Nutrición, un Mejor Medioambiente y una Vida Mejor.

Desde la FAO hemos iniciado un proceso de reflexión de alto nivel junto a los gobiernos para compartir experiencias de políticas públicas orientadas a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.

Nuestra región, al igual que el resto del mundo, debe estar preparada para enfrentar riesgos crecientes como el cambio climático, conflictos, crisis económicas, entre otros desafíos.

América Latina y el Caribe ha demostrado que, con políticas adecuadas, podemos avanzar y ofrecer respuestas concretas y sostenibles. Solo con un compromiso firme podremos poner fin al hambre y a la malnutrición. Sin dejar a nadie atrás.

(*) Mario Lubetkin es Subdirector General y Representante Regional de la FAO en América Latina y el Caribe

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Erradicar el hambre

Mario Lubetkin

/ 11 de noviembre de 2023 / 03:10

Las cifras publicadas por el último informe Panorama de la seguridad alimentaria y la nutrición 2023 son motivo de gran preocupación. El documento es claro: el hambre todavía afecta significativamente a América Latina y el Caribe.

Las razones son múltiples; las consecuencias pospandemia, los conflictos armados, la crisis climática, la desaceleración económica, el aumento de la inflación alimentaria y la desigualdad de ingresos han generado un escenario difícil, que requiere medidas inmediatas.

Nuestra región tiene una oportunidad que no debemos desaprovechar. Solo con estabilidad y paz es posible lograr el desarrollo y resolver los actuales desafíos de inseguridad alimentaria.

De acuerdo con el Panorama 2023, aunque América Latina y el Caribe registra una ligera mejora del 0,5% en comparación con mediciones anteriores, es esencial recordar que, a pesar de este avance, todavía estamos 0,9 puntos porcentuales por encima de los registros de 2019, previo a la llegada del COVID-19.

Estas cifras, además, no representan una situación uniforme en toda la región. En Sudamérica, hemos observado una reducción de 3,5 millones de personas que padecen hambre entre 2021 y 2022, pero aún hay 6 millones de personas subalimentadas adicionales en comparación con el período pre-COVID-19. En Mesoamérica, la prevalencia del hambre apenas ha variado, afectando a 9,1 millones de personas en 2022, lo que representa el 5,1%.

La situación es preocupante en el Caribe, donde 7,2 millones de personas experimentaron hambre en 2022, con una alarmante prevalencia del 16,3%. Entre 2021 y 2022, el número aumentó en 700.000 personas, y en comparación con 2019, el incremento fue de un millón de personas, siendo Haití uno de los países más afectados.

Mientras las cifras de hambre continúan preocupándonos, el sobrepeso en niños y niñas menores de 5 años continúa en aumento, superando la estimación a nivel mundial y un cuarto de la población adulta vive con obesidad.

La FAO reconoce la urgencia de abordar esta problemática y se encuentra comprometida en la actualización del Plan SAN CELAC para la seguridad alimentaria y nutricional. La reciente Declaración de Buenos Aires de la VII Cumbre de la Celac reafirmó el compromiso de los 33 Estados miembros con la seguridad alimentaria, la agricultura y el desarrollo sostenible. Esta declaración puso un énfasis especial en la importancia de actualizar el plan de acuerdo al nuevo contexto internacional y los desafíos que enfrenta la región con la asistencia técnica de organismos globales como la FAO y regionales, como la CEPAL, IICA y Aladi, para lograr una solución integral.

La actualización del plan alimentario tiene en cuenta los compromisos nacionales relacionados con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, políticas basadas en evidencia y buenas prácticas en la región, representando un mecanismo que contribuye a la erradicación de la pobreza, el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.

La erradicación del hambre es una responsabilidad compartida, y juntos debemos redoblar nuestros esfuerzos para garantizar que ningún ciudadano de América Latina y el Caribe pase hambre. La seguridad alimentaria es esencial para el bienestar de nuestras comunidades y el desarrollo sostenible de la región y debemos continuar trabajando unidos, sin dejar a nadie atrás. La FAO está comprometida en este desafío.

Mario Lubetkin es subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

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Poner fin al hambre

Mario Lubetkin

/ 18 de enero de 2023 / 02:53

Las consecuencias de la pandemia por COVID-19, el conflicto en Ucrania, el cambio climático y la desaceleración económica generalizada han puesto de relieve la lucha contra la inseguridad alimentaria en el debate público mundial. América Latina y el Caribe no está al margen de esta situación.

El aumento de los precios de los fertilizantes y de los alimentos que hoy se sitúan por encima de los niveles de años anteriores tiene efectos inevitables en la seguridad alimentaria. Si los precios continúan subiendo, la producción alimentaria también se verá afectada con un impacto en los medios de vida de productores a pequeña escala y de la agricultura familiar.

América Latina y el Caribe vive en una permanente contradicción. Una región que podría producir alimentos para más de 1.300 millones de personas, es decir el doble de su población, registra altos niveles de hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición, incluso superando los promedios mundiales. En 2021, el 40,6% de la población regional sufrió inseguridad alimentaria moderada o grave.

Nos enfrentamos no solo a una crisis de inseguridad alimentaria, sino a un complejo escenario global en donde las estructuras nacionales no pueden responder por sí solas, porque están constantemente afectadas por factores externos. Las soluciones y medidas de respuestas deben ser tangibles y ser implementadas de manera conjunta, diseñadas con mayor sostenibilidad y resiliencia y reconocer que los procesos de integración y cooperación regional son más necesarios que nunca.

En ese sentido, trabajar juntos por la transformación de los sistemas agroalimentarios para que sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles es una oportunidad de fortalecer estrategias intersectoriales y transversales, y de reafirmar un compromiso político regional para combatir el hambre y la pobreza.

Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hemos reforzado nuestra asistencia técnica para apoyar los procesos de articulación regional y a los gobiernos en la construcción de herramientas que contribuyan a reducir el impacto de esta situación.

En la última Conferencia Regional de FAO realizada en abril de 2022 en Quito, los Estados miembros de la organización definieron sus prioridades para abordar los desafíos que enfrentan los sistemas agroalimentarios, de lo contrario los efectos podrían ser irreversibles si no se toman medidas de respuesta inmediatas.

Junto a la Presidencia Pro-Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), actualmente ejercida por el Gobierno argentino, estamos trabajando para identificar alternativas de recuperación que reconozcan las contribuciones del sector agroalimentario, y hemos expresado nuestra disposición de brindar asistencia técnica para fortalecer y actualizar durante 2023 el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre (Plan SAN-CELAC), que fue aprobado por los gobiernos en 2015.

En un contexto desafiante y con recursos económicos limitados, prepararnos para un proceso de integración regional sobre estos temas demanda recomendaciones y evidencia técnica para la toma de decisiones que contribuyan a hacer más eficientes las inversiones públicas y privadas y mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas.

Es por eso que, junto a cuatro agencias de Naciones Unidas, preparamos el informe del panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional 2022, que incluye un profundo estudio sobre las relaciones entre la calidad de la dieta, la seguridad alimentaria y la nutrición.

La región registra el costo más alto de una dieta saludable a nivel mundial, y si no nos hacemos cargo cuanto antes, esto tendrá graves consecuencias en la inseguridad alimentaria, la desnutrición crónica, el sobrepeso y la obesidad y un impacto en el desarrollo social y económico de la región, alejándonos del cumplimiento de la Agenda 2030, y vulnerando el derecho a la alimentación adecuada de millones de habitantes en América Latina y el Caribe.

Durante los últimos años, que han sido particularmente difíciles para la región, los gobiernos y otros actores claves han realizado importantes esfuerzos y desarrollado experiencias en el proceso de recuperación socioeconómica. La FAO acompaña a sus Estados miembros en la construcción de los mecanismos más adecuados para el diseño e implementación de políticas que contemplen las realidades locales, los problemas estructurales y las condiciones internacionales, reduciendo la exposición de la región a la inseguridad alimentaria y la malnutrición.

Mario Lubetkin es subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO.

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Reto en seguridad alimentaria

/ 15 de octubre de 2022 / 00:39

Todos los 16 de octubre el mundo celebra el Día Mundial de la Alimentación a través de cientos de eventos promovidos por distintos actores de la sociedad, convirtiéndola en una de las jornadas más celebradas del calendario de Naciones Unidas.

Su creación se remonta al 16 de octubre de 1945, cuando 42 países se reunieron en Quebec, Canadá, para crear la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el objetivo de liberar a la humanidad del hambre y la malnutrición, y gestionar de forma eficaz el sistema alimentario mundial.

A 77 años de la fundación de FAO, el objetivo de nuestra organización sigue más vivo que nunca. Pese a grandes avances registrados a lo largo de los años en seguridad alimentaria, aún tenemos un largo camino que recorrer, especialmente en nuestra región.

América Latina y el Caribe podrían alimentar actualmente a más de 1.300 millones de personas, el doble de su población. Sin embargo, 56 millones de habitantes viven con hambre, lo que representa el 8,6% del total de sus habitantes. En 2021, el 40% de su población (cerca de 268 millones de personas) se encontraba con inseguridad alimentaria moderada o grave, y un 14% (más de 93 millones de personas) atravesaba la situación más grave de hambre. Actualmente, el sobrepeso en los niños representa el 7,5% de la población infantil de menos de cinco años, mientras que la obesidad en adultos mayores de 18 años supera el 24%.

Esto significa que tenemos la absurda realidad de una doble carga de malnutrición: el hambre, el sobrepeso y la obesidad.

Por eso debemos avanzar rápidamente en los procesos de transformación agroalimentaria, recurriendo a procesos de transición que consideren los intereses nacionales y locales, con atención especial a la producción sensible y la nutrición correcta, con transparencia de mercados y comercio, con capacidades técnicas y de innovación, mejorando las políticas públicas, los sistemas educativos alimentarios, con mayor protección social y coherencia en las políticas sociales, económicas y ambientales.

Asimismo, debemos adaptarnos al cambio climático a partir de acciones anticipatorias ante las amenazas ambientales y reduciendo las emisiones de los sistemas agroalimentarios, en especial por deforestación y degradación de los bosques y suelos.

El desafío es tan grande que desde la Oficina Regional de FAO en América Latina y el Caribe sabemos que no podemos quedarnos solo con el diagnóstico y debemos pasar a la acción. Es por eso que octubre será un mes de reflexión y acción, para pensar nuestro futuro actuando con sinergias, integración e ideas claras de iniciativas, proyectos y programas de presente y de futuro, para revertir las actuales tendencias negativas.

Partimos el 29 de septiembre pasado con la conmemoración del Día Internacional de la Concienciación sobre las Pérdidas y Desperdicio de Alimentos. Tras la celebración del Día Mundial de la Alimentación el 16 de octubre, iniciaremos en la sede de FAO en Roma una semana focalizada en las potenciales nuevas inversiones en los sectores agroalimentario, la ciencia y la innovación para la seguridad alimentaria, con la participación de numerosos presidentes y ministros de nuestra región.

Este mes especial culminará el 9 noviembre, cuando lanzaremos desde nuestra sede regional en Chile, en conexión simultánea con cada una de las capitales de América Latina y el Caribe, el informe Panorama de la inseguridad alimentaria y nutricional 2022, nuestro principal informe anual que proporciona un análisis actual de la seguridad alimentaria y nutricional de nuestra regional.

Será un mes de reflexión y acción, para pensar nuestro futuro actuando con sinergias, integración e ideas claras de iniciativas, proyectos y programas de presente y de futuro, para revertir las actuales tendencias negativas.

Mario Lubetkin es subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

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