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Primarias

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César Navarro

La propuesta lanzada por Carlos Mesa de tener primarias abiertas, simultáneas y obligatorias fue apoyada y aplaudida de manera inmediata por Camacho, Manfred y los candidatos sin sigla electoral ni militancia.

Todos los autoproclamados presidenciables creen tener la aureola que les da el derecho de ser ungidos como el salvador y portador de buenas nuevas para los estantes y habitantes del país.

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Pero cuál es la obligación de los presidenciables, ¿tener nombre, imagen, recursos y acceso a los medios?, pareciera que es el requisito sine qua non, entonces estamos ante un concurso de méritos, con postulantes arropados por amigos disputando la directiva de un club de beneficencia.

Es la característica de algunos de los actores del sistema político, que existen efusivamente en los tiempos electorales, proclaman, juran y rubrican la lealtad a sus electores, y pasadas las elecciones naufragan en la turbulencia de la democracia, sin más autocrítica y mea culpa vuelven a renacer cual ave fénix para volver a la procesión electoral.

Las primarias abiertas significan ser el candidato de la no militancia, es sustituir la ausencia de organización, militancia y estructura por ciudadanía laxa, es ser el beneficiario del folklore democrático.

El derecho a ser candidato les obliga a tener la madurez de la institucionalidad democrática, es decir, ser opción política y no solo ser casilla electoral en la papeleta de votación.

La síntesis de la política es la disputa del poder político, la esencia es la concepción ideológica, la médula es la organización, el liderazgo cohesiona, expresa y representa la militancia, la estrategia no está solo en vencer electoralmente sino en crear en la subjetividad social esperanza y certidumbre.

Pero contrariamente, hoy los políticos multicolor, porque no se definen por su concepción ideológica sino por el nombre de la carátula, dicen ser demócratas, que luchan por la libertad, el bienestar social, la inversión y el desarrollo; unos le ponen mayor condimento a ciertos temas sensibles, otros van más allá, dicen no ser de izquierda ni de derecha. En fin, la lista es interminable, son el abanico multifacético de la desorientación, deambulan en la pasarela mediática esforzándose en autoconvencerse que son el faro en la tempestad.

El tribunal electoral tiene el registro de varias organizaciones políticas sin estructura ni militancia política, pero con sigla electoral habilitada; los dirigentes/propietarios ofrecen su personería jurídica a la imagen presidencial con mejor aceptación en las encuestas, el mercado electoral empieza a cotizar siglas y candidaturas, ahí se fabrican alianzas y frentes, acuden al márquetin para dotarse de un nombre, color y eslogan en nombre de la democracia y el ciudadano.

Las primarias abiertas quieren ser utilizadas para cubrir sus déficit ideológicos, políticos, organizacionales y de liderazgo, las excusas son múltiples y cada coyuntura tiene el rótulo que se quiere dar; ahora es la participación ciudadana la que seleccionaría entre los autoproclamados al mesías, luego pasarían a tener militancia ocasional, que en lo posible sea a imagen de quien será la lumbrera en la oscuridad democrática.

La política, en su sentido amplio en un Estado de derecho, hace efectivo el monopolio de la coacción legitima, influye en el presente, puede modificar el pasado y construir el mañana, por ello las candidaturas no son un simple juego de simpatías y antipatías o para buscar aplausos mayoritarios en base a silogismos de los presidenciables. Nuestra democracia republicana nos ha enseñado que es institución madura, se impuso desde que el pueblo la conquistó en noviembre de 1978 y recuperó en agosto de 2020 a la cabeza de lo sindical, obrero, campesino, popular y de izquierda, por ello los que quieren jugar a ser demócratas de Walt Disney no comprenden la importancia de la organización política como institución colectiva, de la militancia como actor politizado, de la ideología como concepción del cosmos local y regional, su incomprensión hace que recurran a salvavidas temporales para prolongar su agonía.

Las primarias internas sí son importantes, hoy están legisladas y se desarrollan bajo la lógica liberal republicana para que el militante individualmente se pronuncie dentro de la estructura partidaria, también es fundamental comprender que existen formas colectivas de deliberación y decisión; es tiempo de superar el liberalismo republicano, complementarlo con lo colectivo-comunitario. Podrían ser los escenarios donde dejen de existir los aventureros, no se trata de solo enunciar la representación que no se tiene, sino de darle al militante y al colectivo comunitario la facultad de decidir deliberando. 

(*) César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda