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La pesca y la acuicultura

TRIBUNA

Rodrigo Roubach

Cuando se gestionan y desarrollan de manera sostenible, los sistemas alimentarios acuáticos de la pesca y la acuicultura tienen la capacidad de producir alimentos como fuente sostenible y resiliente e impulsan el empleo, el crecimiento económico, el desarrollo social y la recuperación medioambiental. Este es uno de los principales enfoques discutidos en la mesa redonda “Promoción de la sostenibilidad de la pesca y la acuicultura con arreglo al enfoque de la Transformación Azul”, en el marco de la 38va. Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, que se celebró en Guyana.

Y esto es precisamente lo que se está impulsando en el Estado Plurinacional de Bolivia a través de un trabajo conjunto entre el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y la FAO, mediante el Programa Nacional para el Desarrollo de la Pesca y la Acuicultura Sostenible en Bolivia, que se inscribe en el marco de las políticas de reconstrucción productiva y seguridad con soberanía.

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Estamos invirtiendo más de 1 millón 800 mil dólares para enfrentar grandes desafíos, como la falta de infraestructura adecuada, material biológico de calidad y disponibilidad de insumos para dietas balanceadas en los cultivos desarrollados. Este monto está destinado, también, a la implementación de tecnologías para cultivos acuícolas, emprendimientos acuícolas y planes de manejo de pesca capaces de aportar productos con alta calidad sanitaria.

Un primer desafío es promover la implementación de medidas de gestión pesquera que apoyen la biodiversidad, faciliten la restauración de los ecosistemas, fortalezcan la adaptación al cambio climático y generen resiliencia ante los factores estresantes.

Otro gran desafío es aumentar el consumo interno de pescado para mejorar la nutrición de la población. Bolivia forma parte de las tres cuencas hidrográficas más importantes de Sudamérica, con una amplia variedad de ictiofauna, debido a su diversidad geográfica y condiciones climáticas. Este conjunto de particularidades posiciona a Bolivia dentro de los países con mayor riqueza en ecosistemas acuáticos. Dentro de la actividad de la pesca, la cuenca con mayor aporte es la del Amazonas por su diversidad y extensión, seguida por la cuenca del Plata que se ha visto disminuida por considerables problemas de contaminación debido a la actividad minera; y finalmente la cuenca del Altiplano, que se encuentra en descenso paulatino e incluso en riesgo de desaparecer. Sin embargo, de este enorme potencial nacional, se calcula que Bolivia tiene un nivel de consumo de pescado de apenas 2,1 kg per cápita por año.

Por todo esto, es prioritario apoyar la integración de políticas relacionadas con la pesca en las agendas de desarrollo nacionales, globales y regionales; pero hay que hacerlo valorando la herencia milenaria de los pueblos indígena originarios campesinos que, con su sabiduría ancestral, han mostrado a las sociedades contemporáneas una manera eficiente de gestionar sus sistemas alimentarios ofreciendo soluciones a problemas ambientales, climáticos, de salud y bienestar.

En Bolivia creemos en el empoderamiento de los pequeños productores a través de un mejor acceso a los recursos y el desarrollo de la resiliencia. Y aquí es muy importante enfatizar el papel protagónico de las mujeres en la pesca artesanal y su contribución a la soberanía alimentaria. En ese mismo sentido, consideramos de primera importancia trabajar en el fortalecimiento de las competencias de las instituciones pesqueras y apoyar la extensión de la acuicultura. Nuestro compromiso es avanzar en esta ruta para contribuir al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de erradicación del hambre y la pobreza, para que nadie quede atrás.

(*) Rodrigo Roubach es representante de la FAO en Bolivia