Los ecosistemas forestales son fundamentales en la lucha contra el cambio climático porque entre sus funciones absorben y almacenan grandes cantidades de carbono, ayudando a reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, mitigando así el calentamiento global. Es por eso que en el año 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de marzo como Día Internacional de los Bosques.

Los bosques ribereños son uno de los diferentes tipos de bosque, que son considerados como auténticos guardianes de la vida en la intersección entre el agua y la tierra, localizados a lo largo de ríos, arroyos, lagos y humedales en todo el mundo.

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Además de su belleza paisajística con árboles frondosos, son excelentes protectores de grandes inundaciones, evitan la erosión de los suelos y purifican aguas contaminadas. Sus densas redes de raíces forman taludes protectores entre ríos y arroyos, previniendo que el agua se expanda y protegiendo medios de vida de comunidades y productores agropecuarios.

Los múltiples microhábitats que ofrecen y que a la vez conectan el mundo acuático con el terrestre proveen de una excepcional biodiversidad. Desde aves migratorias hasta peces y anfibios encuentran refugio, alimento y lugares de reproducción en este tipo de bosque de riberas, contribuyendo a la conservación de miles de especies y generando cuantiosos beneficios ambientales (soporte ecológico, regulación de inundaciones, provisión de recursos, recreación, otros) que suelen ser subestimados y poco valorados.

Sin embargo, pese a su importancia vital, los bosques ribereños y los bosques en general están enfrentando crecientes amenazas debido al crecimiento de la urbanización, la agricultura intensiva, la deforestación, la minería, la apertura de caminos y el cambio climático, entre otras amenazas.

A nivel de América Latina, Bolivia es el tercer país más deforestado. Según datos de la Fundación Amigos de la Naturaleza, la deforestación acumulada de bosques en general llegó a 7,9 millones de hectáreas desde el año 1956 hasta el año 2022, de las cuales 79% se encuentra en el departamento de Santa Cruz seguidos por Beni con 6% y Cochabamba con 4%. A lo largo de los años, esto representa un aumento de deforestación anual alarmante a nivel país llegando a 396.000 hectáreas deforestadas entre 2021-2022.

Toda esta alteración y destrucción de estos ecosistemas impactan negativamente la biodiversidad y ponen en riesgo la resiliencia de estos ecosistemas ante eventos extremos que cada vez son más frecuentes.

Es por eso que debemos proteger y conservar estos valiosos ecosistemas, y para ello es fundamental implementar estrategias de gestión sostenible que promuevan su conservación y el uso responsable de sus recursos. La creación de áreas protegidas, la restauración de hábitats degradados y la participación activa de las comunidades locales son imprescindibles en esta dirección.

“Los bosques ribereños son los guardianes de la vida en la intersección entre el agua y la tierra. Protegerlos es garantizar un futuro de abundancia y armonía para las generaciones venideras”.

(*) Marcelo Char es subgerente desarrollador y responsable técnico MapBiomas Fundación Amigos de la Naturaleza