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Primarias ‘interruptus’

SAUDADE

Tengo la sospecha de que, en el actual ciclo electoral, como ya ocurrió en 2020, no habrá elecciones primarias para binomios presidenciales. Las razones son claramente políticas, pero el justificativo para suspenderlas puede ser económico. El ruido sobre el tema, tanto en el oficialismo como en el paisaje opositor, expresa la dificultad para encaminar un proceso competitivo. A ninguna fuerza política le interesa, ni tiene posibilidades, de precipitar el tiempo electoral.

Veamos las razones políticas. La actual sumatoria de fractura en el MAS-IPSP, por un lado, y alta fragmentación en la oposición, por otro, configura un terreno pantanoso para definir candidaturas presidenciales, establecer alianzas y, en el corto plazo, concurrir a unas primarias que, como establece la ley, son obligatorias. Peor todavía si consideramos el actual contexto de persistente polarización, crisis institucional con parálisis decisoria e incertidumbre. No hay condiciones.

¿Habrá primarias? Dependerá en especial de cómo se resuelva, si acaso, la disputa interna en el partido de gobierno. Evo retó a Lucho: primarias cerradas para definir quién es el candidato. Demasiado tarde. Para los arcistas, con arreglo a una sentencia constitucional trucha, Evo está inhabilitado. Arce, por su parte, no cumple el requisito de antigüedad establecido en el estatuto partidario. Está impedido. ¿Primarias cuando ni siquiera logran convenir un congreso ordinario?

En el campo de la oposición, en tanto, hay más candidatos presidenciales que partidos. A la fecha conté 15: todos lanzan mensajes grandilocuentes y hablan de unidad. Casi ninguno tiene estructura política. Ni hablemos de presencia territorial o plataforma programática. Algunos, con más entusiasmo que información, creen que unas “preprimarias” despejarán su marginalidad (desde X no se ganan elecciones). Otros postulan primarias abiertas lo más tarde posible. Les falta militantes y calle.

Y está el factor determinante: tiempo. Sin reforma normativa, las primarias debieran convocarse, como máximo, en septiembre. Hasta entonces todos los partidos que quieran postular candidaturas tendrían que haber adecuado sus estatutos orgánicos, actualizado sus registros de militancia y renovado sus dirigencias. Parece difícil. Sobran los obstáculos. En tal escenario, es más probable descartar las primarias (“por falta de presupuesto”) que acordar su realización.

Si al final del camino hubiese primarias, por fuerza instrumentales, lo mínimo que debe exigirse es que sean competitivas. Las elecciones presidenciales son demasiado importantes como para dejarlas libradas, otra vez, como en 2019, al simulacro.

FadoCracia relojera

1. La presidenta de facto de Perú, Dina Boluarte, es muy presumida. Le gustan los relojes y las joyas. Hay que vestir a la altura del cargo. 2. Estrenó su régimen con masacres. Había que pacificar el país, eliminar a los terrucos, sentar la mano a los indios levantiscos (¿suena conocido?). 3. Todo bien hasta que una investigación periodística reveló que el día de su cumpleaños estrenó un Rolex rosa. Cuando la confrontaron, dijo que era de antaño. Cuando se demostró que fue recién comprado, juró que era fruto de su esfuerzo. 4. El problema es que doña Dina no declaró el bien (cuyo precio equivale a cuatro salarios presidenciales). Y no era un solo Rolex, sino tres (completando su colección de 17 relojes). Había delito. 5. Entonces dijo la “verdad”: los Rolex fueron un préstamo de su querido amigo, impresentable gobernador de Ayacucho. Me equivoqué y los devolví (es de la escuela mirista “errores, no delitos”). Hoy luce su reloj de Snoopy. 6. Dos mociones para destituirla por incapacidad moral fracasaron. Dina tiene quien la sostenga. 7. Sesenta muertos y 17 relojes después, “Balearte” sigue en el cargo. La moda no la absolverá. La historia tampoco.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.