Proyecciones y crecimiento
Miguel Marañón Urquidi
Se conoció el crecimiento de la economía en 2023, que alcanzó a 3,1%, por encima de las proyecciones de los organismos internacionales, los cuales pronosticaron que no debía pasar del 2,4%. El Banco Mundial (BM) proyectaba un crecimiento para el país de 1,8%, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) preveía un 2,2% y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue más optimista y proyectó un 2,4%. Las diferencias se dan en el siguiente sentido: con la más pesimista existe una brecha de 1,3% y con la más optimista, de 0,7%, vale decir que la economía boliviana creció más de lo previsto.
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Pero estas diferencias de proyecciones y de crecimiento económico efectivo no solo se dieron en 2023, sino también en gestiones pasadas. Como dicen algunos colegas economistas, no le achuntaron ni una. Pero estas diferencias no solo se dan con Bolivia, comparando la misma gestión en el caso de Argentina, se tiene que la proyección de su crecimiento negativo era de -1,1%, pero efectivamente decreció en -1,6%.
La incógnita surge: ¿Cómo es posible que estos organismos internacionales no logren que sus proyecciones por lo menos se acerquen a lo datos reales? Más aún porque cuentan con profesionales economistas y financieros muy prestigiosos y con bastante experticia en el ámbito internacional.
Sin embargo, debemos mencionar que estos organismos basan sus proyecciones en modelos econométricos que destacan o son ejercidos en el ámbito de una corriente liberal y globalizada. Así tenemos, como ejemplo, que para estos organismos los conflictos bélicos ejercen condicionantes negativas para la economía, generando inflación debido al incremento del precio internacional del petróleo, pero en nuestro país este aumento no tiene suficiente impacto en los precios del mercado interno, debido a la subvención que realiza el Estado; para poner números, con fines didácticos, si la subida de la cotización del petróleo para los organismos internacionales afecta negativamente al crecimiento de la economía internacional en -2%, en Bolivia ese efecto solo será de -0,5% debido a la subvención.
Otro dato que puede ser relevante es la tasa de interés. Cuando vemos que en la mayoría de los países la tasa de interés se eleva (incluso alcanzando cifras récord), esto “desanima” a los empresarios, disminuyendo de esta manera las inversiones en nuevos proyectos, sin embargo, en nuestro país, cuando el Estado incentiva al mercado financiero mediante el incremento de los fideicomisos para de esta forma disminuir las tasas de interés, los inversionistas y empresarios tienden a aumentar proyectos productivos e innovaciones.
Como se puede apreciar, la metodología de estos organismos está orientada o basada en economías “liberales”, sin considerar las excepciones de aquellos países en los cuales la participación del Estado ha logrado que los aspectos y las variables negativos tengan una menor influencia en el desarrollo de la economía. Por ello, las proyecciones de crecimiento de los organismos internacionales no reflejarán la realidad de países como el nuestro, donde el Estado juega un papel muy importante.
(*) Miguel Marañon es economista