‘Micromangement’ maternal
Las madres, al menos quienes somos millennials, hemos escuchado, ejercemos o tratamos de ejercer «una crianza respetuosa», tarea no sencilla, pero que se compara fácilmente con un liderazgo efectivo en el mundo laboral.
Estamos lejos de querer ser madres controladoras. Juramos muchas veces no repetir patrones de nuestro legado; en pocas palabras, no queremos ser las micromanagers de nuestros hijos, porque el mundo laboral nos ha mostrado que el micromanagement limita el crecimiento, elimina la autonomía y reduce la motivación.
Un estudio de una importante universidad encontró que colaboradores que se sentían micromanageados tenían un 50% menos de probabilidades de estar motivados y un 60% más de probabilidades de renunciar. Además, este estudio de la Universidad de Michigan revela que el micromanagement daña la creatividad y la innovación de los equipos.
Las y los colaboradores que son micromanageados no suelen crecer —o sentir que están creciendo—, o adquirir nuevas habilidades porque, claramente, no se les permite experimentar, equivocarse o tomar decisiones. Además de sentirse constantemente supervisados, incluso en actividades operativas, lo que mina su autoestima y eleva sus niveles de estrés.
Un micromanager y una madre controladora comparten una negativa característica: la falta de confianza en su equipo, o en sus hijos. Quieren que sus hijos ganen una BMX, pero no los dejan ni montarse en un triciclo y van solas al velódromo. Quieren que su restaurante tenga una estrella Michelin, pero solo está permitido cocinar su comida favorita y debe ser ella, personalmente, quien coloque los condimentos. Quieren que ganes un Pulitzer, pero no sin antes cambiar cada una de las comas de tu artículo.
Si eres un o una micromanager, no esperes tener un equipo que te hable con honestidad o que confíe en ti. Esos colaboradores te dirán lo que saben que quieres escuchar. Probablemente no es miedo lo que sienten, pero saben que no vale la pena exponer un punto que no será escuchado. Es como cuando los hijos te responden con monosílabas, porque saben que usualmente no los escuchas.
Probablemente esos colaboradores micromanageados estén con LinkedIn abierto buscando otro trabajo, mientras esperan a que les digas exactamente qué es lo que quieres que hagan. Porque la iniciativa y la creatividad ya no existen o por lo menos, no hay cabida para ellas. Son como esos hijos que solo esperan salir de casa porque la relación con su madre es insostenible. Quizás no puedan irse cuando quieran, pero lo harán en cuanto puedan.
No es fácil ser madre, no es fácil ser líder, pero en ambas posiciones puedes ser inspiración y confiar y dejarte sorprender es mucho más productivo, a todos los niveles, que querer hacerlo todo tú, o a tu manera.
Y tú, si sientes que no estás creciendo en un ambiente laboral, quizás no sea tu culpa. No puedes cambiar de mamá, pero sí de trabajo.
Nabilia L. Rivero
es madre y comunicadora estratégica.