¿Quo vadis, América Latina?
América Latina podría tener ahora su oportunidad. Los reacomodos geopolíticos no han culminado todavía en un sistema multipolar relativamente consolidado, compuesto por dos superpotencias, varias potencias intermedias, sus respectivas semiperiferias y también por las regiones más atrasadas que se designan como Sur Global. El panorama internacional es todavía inestable, a la espera, entre otras cosas, de los resultados de la próxima elección del Parlamento Europeo y de las elecciones de noviembre en Estados Unidos.
En el complicado escenario internacional de conflictos militares con posibilidad de escalamiento nuclear, acérrima competencia tecnológica y rebrotes de nacionalismos xenófobos, los países latinoamericanos no han podido actuar hasta ahora con una voz unificada en defensa de sus intereses. Han prevalecido en cambio las diferencias ideológicas que amplifican las fuerzas centrífugas que tensionan la cohesión interna de la región.
Esto contrasta nítidamente con lo ocurrido en las tres primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, período en el cual los países latinoamericanos jugaron un papel relevante en las negociaciones entre 1944 y 1948, que dieron lugar a los organismos de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), y mucho más decididamente en los años 60 en que bajo el liderazgo latinoamericano se creó la UNCTAD para atender los asuntos del comercio, las finanzas, la inversión y la tecnologías, de acuerdo con los intereses y necesidades de las economías latinoamericanas y de los nuevos países independientes de Asia y África. Bajo tal constelación, entre 1974 y 1975, se plantearon las bases de un Nuevo Orden Económico Internacional destinado a la democratización de las instituciones multilaterales. Se trató en verdad de un formidable esfuerzo diplomático en el que los países latinoamericanos ejercieron un destacado liderazgo político e intelectual.
A comienzos de los años 80 ocurrió, sin embargo, un drástico viraje de la situación internacional, con el arribo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher al gobierno de los Estados Unidos y del Reino Unido, respectivamente. Los países latinoamericanos, por su parte, no pudieron organizar la negociación colectiva de su deuda externa, y tuvieron que aceptar por separado la imposición de los programas de ajuste neoliberal articulados bajo el denominado “Consenso de Washington”.
Desde entonces los países latinoamericanos no han logrado recuperar una posición internacional relevante en cuanto región, y, en cambio, han registrado en total dos y media “décadas perdidas” hasta el presente.
Al respecto, resulta de la mayor importancia mencionar que en estos días se presentará en Bogotá un libro que no solo examina en detalle la historia de dicho tiempo, sino que además recopila un catálogo de propuestas e iniciativas destinadas a superar las diversas crisis en cascada que afligen a la región latinoamericana.
Se trata del libro América Latina: la visión de sus líderes, compilado por el académico y diplomático Andrés Rugeles, con el auspicio de la London School of Economics y la Universidad de Oxford, y que contiene 30 entrevistas a expresidentes de la región más 55 artículos académicos escritos por prestigiosos expertos y jefes de organismos multilaterales.
De las numerosas ideas que proporciona el libro me quedo con la conclusión personal de que América Latina tiene ante sí la oportunidad de convertirse en un actor político internacional relevante a condición de que una nueva generación de líderes políticos, intelectuales y culturales, consolide la institucionalidad democrática amenazada; impulse con eficacia el uso sostenible de los recursos naturales; aproveche inteligentemente la transición energética global, y evite el alineamiento exclusivo con cualquiera de las potencias internacionales que ahora la solicitan..
Horst Grebe es economista.