El calvario de las refinerías de zinc
Entre la incompetencia y los intereses particulares se va frustrando un anhelo nacional
José Pimentel Castillo
En agosto de 2010, cuando hubo el paro de 21 días en Potosí, el gobierno de Evo Morales comprometió la construcción de dos refinerías de zinc en los departamentos de Oruro y Potosí. Su importancia era clara: se exportan $us 1.500 millones en concentrados de zinc al año y el costo de realización en el exterior absorbe el 50% de este valor, reduciendo al mínimo las utilidades de las empresas mineras en Bolivia; además, más allá de esto existe una fuga de otros metales valiosos que no se declaran: indio, cadmio, galio, germanio y los conocidos: plata, estaño, plomo, cobre, azufre, por un valor de $us 1.200 millones. Tal es la amplitud de la naturaleza de los complejos de zinc.
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Con la urgencia del compromiso se promulgó, el 9 de octubre, la Ley 050, que permitía a la Comibol ejecutar el proyecto sin que esté programado en su presupuesto, condicionado al financiamiento del proponente. Inmediatamente se lanzó la convocatoria en el marco del convenio con la China que disponía de $us 7.000 millones. La convocatoria fue adjudicada en agosto de 2011, pero lamentablemente se anuló por cuanto la empresa ganadora no presentó la documentación requerida. Luego hubo otros tres procesos de contratación, que cayeron por problemas administrativos y legales, mostrando las deficiencias de una empresa que no ha cambiado su estructura, impuesta por el neoliberalismo, dedicada solo a arrendar yacimientos mineros.
En 2014 se inició otro proceso, el cual concluyó con la adjudicación a la empresa Henan Yuguang Internacional por un monto de $us 520 millones para la construcción de dos plantas hidrometalúrgicas con capacidad de tratamiento de 150.000 toneladas de concentrados de zinc por año. Esta adjudicación no se concretó por cuanto el proponente propuso el 100% de financiamiento, mientras el banco estatal de China solo garantizaba el 85%; la oferta de utilizar la boleta del 15% de seriedad de la propuesta, como garantía del financiamiento, no fue aceptada por la Comibol. También se conoció la denuncia de la empresa Henan Complan Mechanical sobre una suplantación de propiedad en las plantas que visitó la comisión de inspección en China. Este proceso también quedó trunco.
El problema para la Comibol era que estaba amarrada a los financiadores, en este caso el gobierno chino, que exigía el 15% de participación de la parte boliviana, al igual que el pago de la supervisión que significaba otro 10% del monto global, lo que hacía un total de $us 130 millones, cifra que le era imposible financiar. Entonces buscó un proyecto más pequeño y menos costoso, con financiamiento interno. Así se recibió la oferta del proceso Metalox, con un costo de $us 40 millones, con capacidad de 45.000 toneladas de concentrados y la recuperación de la inversión en dos años; la propuesta elevada en 2017 al Ministerio de Minería fue rechazada, para favorecer el proyecto Ausmelt para el zinc, presentado por la fundidora Vinto, que no tenía financiamiento y con grandes observaciones medioambientales.
La importancia de las refinerías de zinc es transcendental, así lo establece la Ley 625 del 14 de diciembre de 2014, la Agenda Patriótica al 2025, el Plan de Desarrollo Nacional y Social 2016-2020. Para su concreción se han manifestado las cumbres productivas de La Paz, Oruro y Potosí. El Gobierno ha buscado dar respuestas a estos pedidos al ofrecer la construcción de una refinería de zinc en Oruro, proceso de adjudicación que comenzó a principios de 2022, cuando el ministro de entonces anunció la tecnología y el financiamiento, y concluyó en octubre de 2023, beneficiando a la empresa ENFI-CRIG Consorcio, por un monto de $us 350 millones. En enero de este año, el Eximbank de China aceptó el financiamiento, sin embargo, el contrato no ha sido remitido a la Asamblea Legislativa para su aprobación, ¿por qué? De por medio surge la denuncia que la adjudicación fue incorrecta por cuanto en el pliego de especificaciones se establece que debe usarse la tecnología “Lixiviación a Alta Presión con Oxigeno”, cuya patente la tiene otra empresa, Sinosteel, que participó de la competencia, a la que había que favorecer y fue subestimada. En otras palabras, la licitación estaba direccionada.
Entre la incompetencia y los intereses particulares se va frustrando un anhelo nacional. Dejar de ser exportadores de materias primas y exportar productos con valor agregado es el único camino para la industrialización.
(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero