Bolivia: ¿mirando al futuro?
Una Bolivia que me llama mucho la atención es la que ha realizado pasos importantes para erradicar la corrupción

Gabriel Loza
Cuando se está inmerso en un entorno donde proliferan los conflictos económicos como la escasez “transitoria” de divisas, combustibles y de tomates, y el casi haber alcanzado la meta de inflación para todo el año (3,6%), solo con la inflación a 12 meses a mayo (3,52%), además del bloqueo de caminos del transporte pesado y de los gremiales, el paro ya tradicional de los médicos de la Caja, los conflictos regionales (devolución del IDH) y municipales (como en nuestra ínclita ciudad de La Paz), se suman como si fuera poco los conflictos político-judiciales con la “accidentada” sesión de la Asamblea Legislativa, que además aprobó un crédito externo de $us 174 millones.
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Así, en medio de todos estos aprietos, apuros y arrebatos (véase sinónimos de crisis), me llegó a mis manos el libro del doctor en economía Rolando Morales, titulado Bolivia mirando al futuro: aportes para un plan de Gobierno. Grande fue mi sorpresa al constatar que alguien esté mirando al futuro cuando la mayoría está enguerrillada sacando cuentas del pasado, mirando en un horizonte ni siquiera de corto plazo sino de sus propias sus narices y propios intereses. Fue como un shock de frescura, de aire renovado, de energía positiva que un economista, analista y comentarista esté presentando propuestas identificando problemas, trazando objetivos específicos y ofreciendo recomendaciones concretas que abarcan más allá de lo que uno podría pensar los temas económicos, puesto que empieza con las “tareas urgentes”, empezando por el déficit fiscal, subsidio a los carburantes y el problema de escasez de dólares, para abarcar la reforma de la justicia, la participación regional, el problema de la tierra y la recuperación de la minería.
Pero Rolando Morales va más allá de los clásicos programas económicos, puesto que presenta la Plataforma Democrática, dentro de ella el monitoreo de conflictos; la Plataforma económica y social, donde toca el tema de las intervenciones del Estado y las sinergias del sector privado, su énfasis en la productividad y en especial en el capital humano; la Plataforma Ambiental y el problema de los centros poblados, para terminar, como propuesta, con las instituciones públicas: poderes Ejecutivo y Legislativo.
Como se puede observar, son propuestas de amplio espectro, son nuevas plataformas, más allá de las electorales que simplemente son una sumatoria de medidas reivindicativas derivadas de consultas de opinión a través de encuestas y redes sociales y que no se piensan cumplir.
Y su punto de partida es muy simple: la visión del país que queremos “como fuente fundamental de inspiración de las políticas públicas”. Así, nos habla o sueña con un futuro, esperamos que sea próximo, donde ya se han realizado muchos de sus objetivos como, por ejemplo: Una Bolivia Verde, un plan de reordenamiento territorial, Bolivia inició cambios institucionales asegurando el ejercicio de la democracia y la participación ciudadana, la reforma de la justicia y de la Policía, la seguridad física y el bienestar de los vecinos con programas de inducción social y mejoramiento de barrios.
Una Bolivia que me llama mucho la atención es la que ha realizado pasos importantes para erradicar la corrupción, ha buscado el restablecimiento de la ética en una sociedad con cohesión social. Una Bolivia, que me gustaría, es la que en relación al parlamento, “el número de representantes fue drásticamente reducido para dar funcionalidad a los debates y a los procesos de toma de decisión”. Además, se solucionó el álgido problema de acceso a la propiedad rural y las regiones tienen participación institucional en las inversiones y, por fin: “Bolivia ha logrado erradicar el narcotráfico”.
Podríamos seguir esa Bolivia de ensueño, pero deben comprar el libro en Plural porque es solo la puntita de iceberg lo que les muestro, para verificar que los economistas también podemos pensar más allá de nuestro ámbito y tener una visión menos cuantitativa, más amplia como la que nos presenta Rolando Morales.
Para concluir quiero resaltar el punto central del desarrollo de Bolivia que le preocupa a Rolando: “Bolivia acepta que su principal riqueza está constituida por el capital humano conformado por millones de trabajadores formales e informales y que, orientando las políticas públicas hacia el mejoramiento de sus rendimientos laborales, el país podría asegurar un desarrollo sostenido y el fin de la pobreza”.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista