Historia
El registro más antiguo de tareas históricas proviene de la antigua Mesopotamia, específicamente de la civilización sumeria
Claudio Rossell Arce
A inicios del siglo XX, un filósofo de nombre George Santayana escribió en su libro más conocido la frase “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Desde entonces, memoriosas o no, muchas personas han repetido la frase en toda clase de circunstancias y con diversas transformaciones, que sin embargo no le quitan su sentido. Es, como muchas, una de las joyas del pensamiento moderno que enfatizan en la importancia de la historia como fuente de conocimiento y luz para el porvenir.
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La historia es la disciplina académica que se dedica al estudio de los acontecimientos pasados de la humanidad; no solo se centra en la narración de hechos, sino también en la interpretación y análisis de las causas, consecuencias y significados de dichos acontecimientos. Para lograrlo, se vale de infinidad de recursos, que incluyen fuentes vivas, (casi) tanto documentos en toda clase de soportes, incluyendo los monumentos. Tal vez por eso en tantos lugares de herencia colonial los mementos de personajes como Cristobal Colón son a la vez tan despreciados por unos como protegidos por otros.
El registro más antiguo de tareas históricas proviene de la antigua Mesopotamia, específicamente de la civilización sumeria. La obra más reconocida de esta época es la Lista Real Sumeria, documento que mezcla hechos históricos con mitología, y data de alrededor del año 2.100 antes de Cristo (a.C.) y habla de personajes que vivieron hasta 400 años antes de que esas tablillas con grabados cuneiformes se escribieran. En Oriente, el Rigveda, un texto sagrado de la antigua India, que data aproximadamente del 1500 a.C., es considerado como el más antiguo registro histórico, pues, aunque su principal propósito es religioso, contiene valiosa información sobre la vida, la sociedad y las prácticas de aquellas épocas.
En China, uno de los textos históricos más antiguos y significativos es el Shiji o Registros del Gran Historiador, escrito alrededor del siglo II a.C. Esta obra monumental abarca la historia de China desde los tiempos míticos hasta la dinastía Han, pero además es considerado uno de los textos historiográficos más antiguos que se conocen. En Occidente, se reconoce como el registro histórico e historiográfico más antiguo la Historia, de Heródoto, escrita en el siglo V a.C. La distinción no es menor: mientras la historia se encarga de los hechos del pasado y su interpretación, la historiografía es una reflexión crítica sobre la propia práctica de la historia.
Así, seguramente pertenece al dominio de esta última la frase “la historia la escriben los vencedores”, recordando que ni todo recuento es exhaustivo ni toda interpretación es imparcial. En tiempos de postverdad la cosa se pone más complicada: aunque el estudio de la historia es el antídoto contra la desinformación, la mentira generalizada dificulta la tarea de recoger relatos que ayuden a construir el mosaico del estudio histórico. Qué difícil se hará estudiar los registros de estos tiempos, llenos de distorsiones creadas ya no solo por “los vencedores”, y en todo caso fabricados con objetivos políticos e ideológicos.
También ayuda a preservar la historia el monumental y a menudo sorprendente trabajo contemporáneo del estudio, entre muchas otras, de la historia oral, la historia comparada, la historia de las emociones y la historia digital, que seguramente está apenas en el umbral de todo lo que habrá de sucederle a la humanidad en el ciberespacio. Las nuevas formas de aproximarse a los sucesos del pasado obligan a mirar de otra forma el contexto, de cuando ocurrió el hecho y de cuando se interpreta. De ahí surgen, también, las críticas al modo en que “los vencedores” han contado la historia, omitiendo no solo hechos, sino incuso a pueblos enteros. Hay reivindicación en estas miradas contemporáneas.
El inglés reconoce History (así, con mayúsculas) de story, siendo la primera la disciplina científica y académica y la segunda el modo de nombrar cualquier relato. En español existe tal distinción, pero se nombra con la misma palabra. Tal vez por eso es cada vez más común que haya jefes y líderes que creen que están haciendo historia, pero no hacen más que contarnos historias, que para colmo son poco edificantes.
(*) Claudio Rossell Arce es profesional de la comunicación