México lindo y sufrido
En el caso de México, los ‘electorados’ votaron por un mayor gasto fiscal y por mayores impuestos
Gabriel Loza
Los resultados tan favorables para Claudia Sheinbaum, el 2 de junio de 2024 en las elecciones presidenciales en México, “sorprendieron a los mercados” que si bien esperaban que iban a ganar Morena y su alianza, no se imaginaron ni por tanto, cerca del 60%, ni con una mayoría aplastante en el Congreso.
Al día siguiente de la victoria, el 3 de junio, las bolsas de valores mexicanas cayeron y el peso mexicano “se desplomó”, se depreció y siguió esta tendencia hasta hace pocos días. Si los mercados votan, por qué no se les pide el nombre del candidato(a) ganador(a), así se ahorran millones en encuestas, preparativos y gastos electorales, de tal manera que, al día siguiente de su elección, los mercados lo saluden con un aumento de las ganancias de las bolsas y con una estabilidad de la moneda nacional. No olvidemos que los mercados no son millones de agentes económicos sino un grupo oligopólico de empresas, que son las que “votan” en función de la cantidad de dinero que tienen o manejan.
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Bloomberg en Línea tituló Incertidumbre por elecciones en México, riesgo para la economía en 2024. ¿Cómo habría que entender al “mercado” o mejor dicho a los directivos de las grandes empresas? Si el resultado de la votación hubiera sido muy estrecho y con mayoría opositora en el parlamento, hubieran dicho empate catastrófico, ingobernabilidad, polarización o división del país.
¿A qué se debe esta sobrerreacción de los mercados? Directamente porque “la presidenta electa apunta a una reforma judicial que tiene en incertidumbre a los inversionistas”, según Bloomberg. Por tanto, da la impresión que los mercados quieren que una presidenta haga las cosas que les gustan y luchan anticipadamente en contra de una “reforma judicial” que no les interesa saber cómo será y si refleja la decisión de la mayoría de la población. Lo mismo da su aprobación sobre el gabinete.
El 19 de junio, los líderes de los principales grupos empresariales de México pidieron a la presidenta electa privilegiar la certeza jurídica para potenciar el desarrollo económico: “La certeza jurídica es indispensable para construir un país verdaderamente justo”. Plantearon la “preocupación reciente de los mercados financieros ante la expectativa de la reforma judicial y otras que buscan eliminar órganos autónomos y regulatorios, como al sistema electoral, de transparencia y competencia”. “Es importante que toda reforma que se presente tenga el objetivo de que promueva más inversión, empleo y base gravable, teniendo especial cuidado en la revisión del TMEC” (Tratado de Libre Comercio).
Cualquier reforma judicial o de determinadas instituciones es sinónimo de autoritarismo, dictadura, aunque pueda ser resultado de una Asamblea Constituyente o de una reforma con la mayoría del Congreso que expresa a la mayoría de la población. Eso no cuenta para 500 empresarios y el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de México.
El apego al no cambio de las reglas del juego en realidad está explicado por la aversión al cambio de las normas fiscales y especialmente en las reformas tributarias “hacia arriba”, que pretenden subir impuestos al patrimonio, a la riqueza, a los ingresos, puesto que las reformas “hacia abajo”, de la disminución de los impuestos o exenciones a la herencia, al patrimonio, a los ingresos, a las utilidades, bienvenidas sean.
Estos conceptos o premisas o presunciones derivan de la economía de la oferta que postula alcanzar el crecimiento económico con mayor eficacia, con medidas que incrementen la oferta agregada, especialmente las referidas a la reducción de impuestos y a la desregulación de la actividad económica. La evidencia económica encuentra pruebas sólidas de que la reducción de los impuestos a los ricos aumenta la desigualdad de ingresos, pero no tiene ningún efecto en el crecimiento o el empleo.
En el caso de México, los “electorados” votaron por un mayor gasto fiscal y por mayores impuestos. Ahora, cuando la nueva presidenta de México tiene mayoría en el Congreso se le acusa de autoritarismo o posible dictadura populista: ¿entonces de qué vale la mayoría de votos si las decisiones las toma una minoría ligada a la gran empresa y a las grandes familias? Para cuentos ya tenemos bastante con el del tío, como para no tragarme más esto de la “certeza jurídica”.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista