Valores religiosos
Pamela Paul
Siempre que un político cita los “valores judeocristianos”, me parece que generalmente va seguido de algo inquietante. El mes pasado se produjeron dos ejemplos flagrantes. En ambos casos, funcionarios republicanos introdujeron leyes estatales que formalizan los preceptos del movimiento nacionalista cristiano, en palabras de la Asociación Nacional de Legisladores Cristianos (AD 2019), “haciendo todo lo posible para restaurar el fundamento judeocristiano de nuestra nación”.
El 19 de junio, el gobernador de Luisiana, Jeff Landry, firmó una ley que obliga a que las aulas públicas muestren los Diez Mandamientos, una práctica que la Corte Suprema declaró inconstitucional en 1980. Un respaldo importante llegó de la mano de Donald Trump. Una semana después, Ryan Walters, compañero de armas de Landry y superintendente de instrucción pública de Oklahoma, anunció planes para que se enseñe la Biblia en las escuelas públicas. Walters dijo que aprender la Biblia es necesario para “comprender la base de nuestro sistema legal”.
Perdóneme que me pregunte: ¿se refiere a “ojo por ojo” o a la lapidación de los niños desobedientes? De cualquier manera, tanto para Trump como para los verdaderos creyentes, poco importa que la Primera Enmienda tuviera como objetivo proteger la religión del Estado, no que el Estado impusiera una religión (hasta ahí llega el originalismo). Su objetivo es imponer una forma de religión, el cristianismo, y el mensaje subyacente es que quienes no la compartan tendrán que someterse. Estas medidas no solo han sido declaradas inconstitucionales (“ No puedo esperar a que me demanden ”, dijo Landry), sino que también son excluyentes y ofensivas para muchos.
A pesar de lo que el movimiento nacionalista cristiano quisiera hacernos creer, Estados Unidos no se fundó como una nación cristiana. Ni lo es hoy. En un país pluralista, ni la Biblia ni los valores judeocristianos son universales, incluso en los dos estados sureños predominantemente cristianos en los que se aprobaron estas leyes.
Aunque la mayoría de los Diez Mandamientos contienen principios universales y los preceptos morales se pueden encontrar en la Biblia, no todo el mundo extrae directrices éticas de la religión. Y cuando los Diez Mandamientos dicen: “No tendrás otros dioses delante de mí”, lo que se da a entender es que hay un solo dios verdadero. Eso decididamente no es cierto para todos los estadounidenses.
En lo que respecta a los Diez Mandamientos, cuatro de ellos (tres si eres católico) se refieren a una forma específica de adoración a un dios específico. Por ejemplo, estoy de acuerdo con una regla que prohíba matar, pero de alguna manera este dios ha permitido que se mate a muchos en su nombre. Y hay mucho que explicar en la Biblia misma si crees que es un libro sagrado, como por ejemplo su aceptación de la esclavitud.
Para mí, el interés primordial de la Biblia radica en su influencia histórica y literaria, una obra cuyas historias y metáforas han permeado la literatura, pero que también ha inspirado y alentado, a lo largo de la historia, muchas de las guerras más violentas y letales del mundo.
En su afán por imponer sus creencias religiosas a los demás o demostrar su buena fe cristiana conservadora, los republicanos están incursionando cada vez más en el terreno de la exclusión. Republicanos prominentes y tradicionales apoyan cada vez más los postulados del movimiento nacionalista cristiano, que a menudo incorpora el antisemitismo y las opiniones antimusulmanas en su credo.
En tiempos normales, los tribunales acabarían rápidamente con todo esto. Lamentablemente, la mayoría conservadora de la Corte Suprema ha demostrado que, como muchos políticos republicanos, cuando se trata de libertad religiosa, esos jueces están dispuestos a poner su propia fe por encima de todo lo demás.