De tanques y otros armatostes

Lucía Sauma, periodista
“Golpes eran los de antes”, se escuchó decir luego del último golpe fallido del general Juan José Zúñiga. Por decenas aparecieron los nostálgicos que relataban las asonadas militares de los 60, 70 y 80. Sus recuerdos les hicieron decir que los golpes no se dan a plena luz del día, que el golpista ingresa al Palacio y toma preso al Presidente, que deberían escucharse disparos de armas de fuego, que si estaban pocos o muchos militares, que la tanqueta era muy pequeña, que duró muy poco, que si entraron o salieron y quiénes lo hicieron… etc., etc. Todos se convirtieron en expertos en golpes, hablamos de los mayores, porque los jóvenes se remitieron a preguntar a sus abuelos, padres, tíos.
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Seguramente esta es la anécdota, pero detrás de ella está el hecho preocupante y vergonzante de que tanquetas y tropas ocuparan la plaza Murillo y tuvieran en vilo al país, chocaran la puerta del Palacio Quemado, impidieran el paso libre de las personas y crearan caos en la gente que se volcó a supermercados y gasolineras, que se cerraran las oficinas; la incertidumbre se reflejó en el silencio que reinó en las horas posteriores que siguieron al asalto.
Después, quienes digitaron la acción militar y seguramente aún cumplen con su estrategia, sumieron a la opinión pública en un inútil debate de si fue autogolpe o golpe, mientras en las calles los precios de los alimentos volvieron a incrementarse. Los negociantes de dólares y otras monedas extrajeras se embebieron en un festín que aún continúa, ellos mantienen los dedos cruzados para que no pare semejante orgía de especulación, la que se realiza a vista y paciencia de las autoridades, quienes no frenan al aumento de casas de cambio, que de manera improvisada surgen como hongos en cualquier espacio, con personal que, como en una película muda, digita en una calculadora el precio del dólar para la compra o para la venta.
Es necesario decir, sobre todo a los jóvenes, que tanques en la plaza Murillo, tanques en las puertas de los regimientos de El Alto, ambiente enrarecido, desasosiego ciudadano, incertidumbre económica no están nada bien, no son normales, estas situaciones no nos hacen bien. Las imposiciones, los gobiernos dictatoriales, el enfrentamiento armado, no son la solución, ninguna de esas condiciones significa bienestar para la población, mejora económica y mucho menos avance en la calidad de vida de las y los bolivianos.
Como una paradoja, este 9 de julio el presidente argentino, Javier Milei, todo eufórico participó del Día de la Independencia de su país, trepado en un tanque de guerra junto a su vicepresidenta, al mejor estilo guerrero donde solo faltó la esvástica para completar la escena.
(*) Lucía Sauma es periodista