Les ridicules todes

Julieta Paredes Carvajal
Tanto el lenguaje, como cada una de las palabras, forman parte del sistema de comunicación que expresa nuestras concepciones del mundo; es a través del lenguaje que comunicamos las experiencias de nuestros cuerpos y nuestras vidas.
El idioma castellano fue un instrumento de dominio e imposición colonial, es con la lengua castellana que pretendieron hacernos olvidar nuestra filosofía, nuestra espiritualidad, nuestras formas propias de ver el mundo, la vida, la muerte, la felicidad. Nuestros y nuestras antepasadas resistieron y gracias a ellas mantenemos nuestros idiomas, nuestros pueblos y nuestras culturas. De todas las maneras resistieron y por eso existimos y seguimos floreciendo. En Bolivia hemos logrado en algunos aspectos del castellano, incluso impregnarlo con nuestras lenguas propias, aymara, quechua, guaraní, el lenguaje cotidiano de nuestros pueblos. Mucho más podemos entender nuestra presencia cuando sabemos mirar nuestras culturas en el entretejido social de nuestro querido país. En eso radica lo histórico del proceso de cambios revolucionarios que tiene en la raíz a los pueblos indígenas originarios.
El lenguaje articulado en los discursos es también capaz de crear realidad, o más bien imponer una percepción de la realidad. Ahí radica el interés de los grupos dominantes de controlar la educación y los medios de comunicación, pues es desde estos espacios que pueden manipular los imaginarios sociales en nuestros territorios.
Las luchas de las mujeres en el mundo y también en Bolivia han consistido en visibilizar sus cuerpos como parte constitutiva de la humanidad y no un simple accesorio de los cuerpos hombres. Desde la Revolución Francesa de 1789, las feministas luchan para que las mujeres figuren en los discursos de ciudadanía, de los derechos de humanos y humanas, derechos de los ciudadanos y las ciudadanas. Es esta insistencia que ha llevado a las mujeres a permanentemente luchar y corregir los discursos exigiendo la inclusión de “las” y no solo quedarse en “los”. Ya más o menos lo teníamos logrado, ya a regañadientes se usaban “los” y “las” como parte de las victorias de las mujeres en el lenguaje.
Pero el sistema patriarcal reaccionó porque de lo que se trata es de borrar a los cuerpos de las mujeres y hoy pusieron de moda les humanes. A través de las feministas liberales, que a título de muy inclusivas y modernas o posmodernas, hoy hablan un lenguaje ridículo en “e”, que a lo que apunta es a negar las luchas y existencias, de “las” mujeres. No están en cuestionamiento “los” hermanos hombres, las que estamos en cuestionamiento somos “las” mujeres porque somos “las” mujeres las que cuestionamos el masculino como inclusivo del lenguaje. No nos reconocíamos en: todos, los… etc. Que hoy son remplazados por: todes, les… etc.
Conclusión: las mujeres volvimos a desaparecer, si el patriarcado quiere cambiar “todos” por “todes”, que lo hagan. Nosotras seguiremos siendo “todas” y considero que ahora nuestra lucha en el lenguaje es que cuando oigamos “todes”, al unísono responderemos… “y todas”. Fuerza y buenas energías, hermanas.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.