Voces

Saturday 14 Sep 2024 | Actualizado a 12:31 PM

Ciudad enfocada en el futuro

Patricia Vargas

/ 2 de agosto de 2024 / 07:17

Desde el inicio del siglo XXI, la mayoría de las ciudades vivieron importantes transformaciones, en las que la arquitectura se hizo presente con nuevas funciones de futuro, que demandan las sedes de gobierno. Para ello, se ampliaron las funciones de algunas edificaciones históricas, las cuales elevaron su valor gracias a que fueron reconcebidas con nuevos conceptos de arquitectura, basados en diseños atractivos y arriesgados, sobre todo en los interiores.

De esa manera se evitó la demolición de importantes inmuebles del pasado, pues se los redefinió dentro de conceptos arquitectónicos creativos, que fueron acompañados con modernos reacondicionamientos técnico-tecnológicos que les otorgaron una importante refuncionalidad.

Consulte: Revalorar algo del pasado

Hoy, aquellas edificaciones prometen nuevos y estéticos interiores, aptos para las diferentes actividades del Poder Ejecutivo y la población. Un ejemplo de aquello es el edificio del Reichstag, una obra del renombrado arquitecto Norman Foster, ubicada en la capital de Alemania. El interior de esta construcción histórica está acondicionado y pensado con una estética del presente. Y lo más importante: toda ella se encuentra apoyada por la tecnología de los nuevos tiempos. De esta manera, no solo es el reflejo de la creatividad, sino que representa un bello lugar pensado para la recreación de la ciudadanía.

Sin duda, un singular ejemplo de cómo puede ser aprovechado el valor histórico y político de ciertas edificaciones para ser transformadas en una obra integral de la que la población disfrute al máximo. De ese modo, la visión contemporánea de los centros políticos ha tenido como resultado intervenciones urbanas por demás creativas, las cuales colaboran hoy en que el habitante tenga ansias de visitarlas.

Volviendo a la obra de Foster, es necesario detallar que su singularidad radica en que presenta una cúpula de vidrio con un bello mirador hacia la metrópoli. Una intervención relevante que fue ejecutada con una mirada al presente y al futuro, en el marco de conceptos vanguardistas de diseño arquitectónico.

En el caso de La Paz, el centro urbano cuenta con importantes edificaciones que precisan su intervención con arquitectura relevante. Esto le permitirá enfrentar su porvenir con un enfoque renovado, como es el de comprender que el centro urbano no debe limitarse únicamente a su conservación, sino a su proyección al futuro. Lo que significa que debe evitar ser acorralada en el pasado e ir tras intervenciones que colaboren en aprovechar y resaltar los valores que posee en varios niveles.

Desde cualquier ángulo, toda urbe se encuentra en la necesidad de afrontar su porvenir con intervenciones urbanas que recuperen espacios para resignificarlos, a través de obras arquitectónicas relevantes.

Aunque es comprensible que a veces hay una nostalgia desmedida por el pasado, también es importante asimilar que, en determinado momento, ésta puede representar un obstáculo para el desarrollo de una ciudad, y mucho más una como La Paz. En realidad, lo que estratégicamente se debe buscar es que una ciudad convierta a la arquitectura en cómplice de su desarrollo. Esto porque negar su evolución sería condenarla a vivir en el pasado.

En ese orden de ideas, sobresale que la ciudad de La Paz requiere un centro urbano que transmita nuevos aires; pero no solo porque es el centro político del país, sino porque no le queda otro camino que ir con los nuevos tiempos.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Intervenciones urbanas

No todas las urbes deben seguir el modelo de las ciudades globales, ya que cada una alberga sociedades diferentes

Patricia Vargas

/ 13 de septiembre de 2024 / 08:24

La mayoría de las ciudades del planeta cuentan con diversas culturas, las cuales han influido en su planificación bajo una visión de la modernidad.

Evidentemente, no todas las urbes deben seguir el modelo de las ciudades globales, ya que cada una alberga sociedades diferentes. Por ello, sus culturas deberían ser concebidas y plasmadas mediante intervenciones urbanas con cualidades únicas.

Revise: El juego de los límites en una ciudad

Lo interesante es que esto deja claro que lo fundamental en la conceptualización es incorporar las particularidades culturales, pues así se ofrecería una respuesta adecuada a la vida urbana actual.

Es importante recordar que en los años 70 la arquitectura en algunos países empezó a establecer una relación más estrecha con el urbanismo. De ahí que algunos estudiosos sostienen que fue en ese periodo cuando la separación entre las disciplinas del urbanismo y el diseño arquitectónico se hizo realidad. Esto se debió a la efervescencia de la vida urbana en ciertas ciudades, que llevó a la arquitectura a mantener, en algunos casos, una conexión significativa con una cotidianidad citadina fuertemente interactiva.

Hoy, resulta llamativa la afirmación de ciertos pensadores contemporáneos en sentido de que la arquitectura supo comprender a la ciudad, no solo para las nuevas producciones arquitectónicas, sino también para aprovechar la realidad de la vida urbana contemporánea y, a partir de ello, proyectar obras singulares de arquitectura conectada a la ciudad.

De este modo, las obras valiosas de las metrópolis aportarían un carácter singular al espacio público. Un criterio que posiblemente lleve a los urbanistas a cuestionarse si el vínculo entre lo urbano y la arquitectura debería ser verdaderamente interactivo.

La Paz debe dejar de centrarse únicamente en obras arquitectónicas atractivas, ya que fuera de ellas existe una ciudad que anhela una cotidianidad urbana verdaderamente dinámica. Este desafío invita a proyectar determinados puntos como lugares cualificados para la vida efervescente de la ciudadanía.

Por otra parte, tampoco se puede ignorar que para otros expertos en urbanismo, la separación entre las disciplinas urbanas y el diseño arquitectónico es un error, ya que, según su perspectiva, ambas deberían mantener una relación interactiva.

Actualmente, en las grandes ciudades, la arquitectura es un componente esencial del diseño urbano. De ahí que conviene recordar que fue la impulsora de la vibrante vida de la ciudad contemporánea, especialmente en las metrópolis del primer mundo.

Desde esta óptica, resulta evidente que la ciudad debe comprender a su sociedad y diseñar intervenciones urbanas que sean relevantes y ajustadas al contexto local, de manera que respondan adecuadamente a las demandas expresadas por la comunidad.

Dado que la ciudad contemporánea está en constante transformación, es necesario intervenirla de manera parcial. La historia muestra que incluso en el movimiento moderno se pensaba que la urbe podía ser organizada dentro de un orden estructurado. No obstante, está claro que toda urbe moderna experimenta cambios continuos, que pueden originarse tanto en los espacios libres como en el paisaje.

Esto último se ha convertido en otro criterio que ha llevado a algunas ciudades contemporáneas, como en China, a proyectar unidades urbanas, cuya respuesta creativa es obtenida a través de ciertas intervenciones de paisaje.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

El juego de los límites en una ciudad

Patricia Vargas

/ 30 de agosto de 2024 / 07:27

El mito de Sísifo, de Albert Camus, muestra que lo absurdo es una condición inherente de la existencia humana. Una especie de hecho que lleva a una urbe a vivir prefacios, donde la esperanza de cambio se asemeja a un hilo rojo de exasperación de la ciudadanía.

En los últimos tiempos, la ciudad de La Paz ha llegado al límite de confusión y hasta de olvido de que las calles y avenidas cumplen con múltiples funciones, pero fundamentalmente que fueron construidas para el tránsito peatonal y vehicular: la mayor responsabilidad de toda urbe. Esto, salvo ejemplos de calles que son parte del atractivo turístico a partir de la instalación de pequeños restaurantes y otros negocios.

Revise: Primeras metrópolis modernas

Sin embargo, en la ciudad en sí, hoy se puede observar cómo algunas avenidas y calles ya sobrepasaron el límite de sus funciones. Una situación que se debe a que están repletas de puestos de venta, lo que debiera llevar a las autoridades a preguntarse: ¿por dónde debe transitar el caminante?

Mucho más, hay avenidas —especialmente en el centro urbano— en las que se instalan talleres de cerrajería u otros rubros, que instalan sus máquinas en las aceras. Esto, sin olvidar a los restaurantes, que sacan a la calle sus sillas y mesas, además de sombrillas, como una antesala a sus ambientes.

No está de más recordar que las calles y avenidas fueron proyectadas para el tránsito peatonal, sin llegar tampoco al extremo que a la ciudad se la entiende como “lugar del Dios Yakón”, donde todo tiene que ser perfecto. Pero sí entender que las vías fueron trazadas para el tráfico vehicular y las aceras para la circulación de las personas.

La situación descrita evidencia que cuando no se exige el cumplimiento de las normas municipales, la población las borra de su mente. Solo así se explica el desconocimiento de toda norma en la ciudad, que es una realidad inobjetable.

La sensación a la que conduce esta realidad es que La Paz no ejerce una política urbana de respeto, pues no se conoce y menos se exige una conducta razonable por parte del habitante. Este último pareciera haber olvidado que la apropiación de la ciudad exige el cumplimiento de reglas de buena convivencia.

Se hace esta observación debido a que otra parte de la población pareciera estar cansada del abuso del que hoy es víctima la urbe paceña, lo que podría llevar al límite la tolerancia demostrada y generar tensión en ciertas calles y avenidas.

Pese a esta realidad, el propósito de estas líneas no es que La Paz se transforme en una ciudad con el poder de las llaves del Supremo. Todo lo contrario, se busca entenderla como el lugar donde el caminante la puede transitar y vivir. Además, de valorar la efervescencia de su cotidianidad, que exige una noción de límites en el uso del espacio público, el lugar de todos.

Lamentablemente, hoy las avenidas y calles se encuentran llenas de vendedores de una infinidad de productos. Una situación “pandémica” que evita la libre circulación de hombres, mujeres y niños, pero que también se entiende por la mala situación económica que atraviesa el país. Con todo, quienes dirigen esta ciudad no pueden deslindar sus responsabilidades sobre el cuidado y la organización en las calles.

Para terminar, no se debe olvidar que La Paz siempre fue una ciudad expresiva de los valores de una vida efervescente, lo cual exige un ordenamiento urbano esmerado. Asimismo, requiere una pronta atención a este problema, que hasta podría hacer desaparecer la fuerza de su vitalidad y sus cualidades de Ciudad Viva.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Primeras metrópolis modernas

Patricia Vargas

/ 16 de agosto de 2024 / 07:00

Afinales del siglo XIX, el mundo se encontraba en la necesidad de vivir grandes transformaciones debido al crecimiento demográfico y las nuevas exigencias de la población. Esta realidad comenzó a evidenciar la urgencia de adaptar y evolucionar las condiciones de vida en todas las áreas posibles.

Ese proceso se agilizó considerablemente con la llegada del siglo XX y sus revolucionarios cambios, que terminaron siendo radicales para los habitantes del mundo. Con la existencia humana concebida dentro de nuevos conceptos de modernidad, quedó demostrado que los tiempos contemporáneos exigían proyectar el futuro con una vida urbana completamente diferente.

Fueron, en su mayoría, los países europeos, como Francia e Inglaterra, los que llevaron adelante las primeras transformaciones en la década del veinte, cambios que colaboraron en forjar en ciertas ciudades una nueva identidad, la cual comenzaba a alejarse de las tradicionales formas de vida.

Sin embargo, junto con estos cambios también llegaron fenómenos sociales complejos, como la vasta migración de Europa a Nueva York, que rápidamente convirtió a esa ciudad en una metrópoli debido a su crecimiento anual. Los migrantes se asentaron en las urbes más importantes y desarrolladas de la época, como Washington, Nueva York y Chicago. Esta realidad estuvo acompañada por las transformaciones que vivió en paralelo la ciudad de Montreal, en Canadá. De esta manera, esas regiones quedaron cualificadas por la velocidad que su vida urbana marcó en la historia, debido no solo al valor de su meteórico crecimiento, sino también la transformación de sus sociedades.

Lo interesante de todo esto es cómo el ferrocarril se convirtió en esos momentos en el medio de conexión por excelencia, facilitando la movilidad de personas y bienes, y contribuyendo al desarrollo económico y social de las ciudades. Esta realidad trascendió también a América Latina, donde emergieron ciudades como Sao Paulo, en Brasil, y Buenos Aires, en Argentina, que se convirtieron en grandes metrópolis.

Por otra parte, es llamativo que en esos tiempos el concepto de ciudad metropolitana se extendió también al Asia, una región que experimentaba un crecimiento económico remarcable, especialmente en países como la India y China. La primera lo hizo con la planificación y desarrollo de Nueva Delhi, que destacó por su cuidadosa conceptualización como una ciudad nacida desde el poder. En cuanto a China, la gran ciudad de Shanghái comenzaba a dar muestras del fenómeno urbano en el que prometía convertirse, gracias a su acelerado crecimiento, un proceso que hoy podría considerarse incluso desmedido.

Así, la conversión de estas dos urbes en metrópolis fue una realidad innegable y un fenómeno difícil de entender, tal como afirman los estudiosos de las ciudades. Con todo, en la actualidad resalta la duplicación poblacional que alcanzaron. Otro caso digno de mención es el de Singapur, cuya evolución como ciudad-estado autosuficiente y económicamente próspera representó un escenario sobresaliente.

Como queda claramente comprendido, el gran desarrollo económico y el impresionante crecimiento de su población convirtieron a estas ciudades en metrópolis pujantes. Este proceso fue consolidado con la construcción de numerosas y enormes edificaciones, que sirvieron de marco para esa especie de imagen del milagro económico.

Para terminar, es imposible no mencionar a Sídney, una ciudad que experimentó un crecimiento poblacional espectacular, al punto de inspirar a escritores de diversas nacionalidades a declarar que era el lugar donde desearían vivir.

Patricia Vargas
es arquitecta
.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Revalorar algo del pasado

Patricia Vargas

/ 19 de julio de 2024 / 11:11

Toda ciudad debe asumir la responsabilidad de proyectarse hacia el futuro, una tarea que exige una comprensión de sus cualidades y características singulares. Asimismo, no solo es preciso pensar en su evolución, sino también en cómo prepararla para enfrentar las nuevas exigencias del mañana.

En este contexto, comprender la realidad actual y las transformaciones que impone es esencial. Sin embargo, esto no debiera significar la destrucción tajante del pasado. Al revés, diseñar el mañana implica recordar que la ciudad del futuro debe estar respaldada por edificaciones relevantes y, al mismo tiempo, por ciertas obras del pasado, reacondicionadas para cumplir con las nuevas expectativas de la sociedad.

Consulte: Samarcanda, la ciudad dorada

Es crucial reconocer que la nueva cultura de las ciudades es la cultura de la comunicación significativa e interactiva entre los espacios de flujos y los lugares. 

Un modelo emblemático de estos lugares es la plaza Murillo, que requiere la reapropiación de obras del pasado, adecuadas e implementadas con tecnología e ingeniería social modernas. De esta manera, la ciudad podría ingresar de forma definitiva en una nueva era urbana, acompañada por edificaciones especializadas, por ejemplo, en lo informacional, que hoy tanto requieren especialmente, las sedes de gobierno.

Para ello, esas respuestas arquitectónicas deben escribir la nueva historia de la ciudad, de su sociedad y la arquitectura. Así se cumpliría la construcción de ese puente imaginario entre la ciudad antigua y la nueva ciudad del futuro.

Las urbes más desarrolladas han sabido conservar obras relevantes del pasado, respetando los distintos tiempos en los que fueron construidas. Y es que la restauración y el reacondicionamiento de la arquitectura forman parte de la transformación de las ciudades del futuro y de la vida de las sociedades, gracias a ciertos hitos urbanos actualizados al presente.

Por todo ello, se debiera evitar el abandono de ciertos inmuebles, ya que colaboraron en construir la historia. Empero, es lamentable ver cómo en la ciudad de La Paz edificaciones, como la casona en la esquina de la plaza Murillo y Genaro Sanjinés, están siendo descuidadas, pese a que nos faltan espacios culturales e informacionales.  Aquellas podrían convertirse en fuentes clave para la revitalización urbana, funcionando como puentes entre las redes electrónicas y la ciudad.

La idea de la ciudad red, concebida hace algunos años con una mirada al futuro, se ha impuesto rápidamente gracias a la tecnología informacional. Esto ha llevado a que ciertas obras del pasado se transformen en centros informacionales.

No se puede omitir que la ciudad contemporánea requiere lo informacional, pero apoyada con propuestas relevantes que tengan un valor particular por su calidad arquitectónica.

O en su caso, se propongan proyectos de impacto arquitectónico. Un ejemplo notable de aquello es el Guggenheim en Bilbao, España. Un museo contemporáneo instalado al medio de la ciudad.

En conclusión, los nuevos tiempos debieran revalorar ciertas edificaciones del pasado, lo que no significa que desde esta columna se insta a mantener una especie de fantasmagorías del pasado urbano. Todo lo contrario, se proyecten nuevas edificaciones contemporáneas de significativo valor urbano-arquitectónico. Así, lograremos construir una ciudad que respete su historia mientras se proyecta hacia su futuro.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Samarcanda, la ciudad dorada

Es el atractivo mas importante del turismo en el sureste de Usbekistán, en Asia Central

Patricia Vargas

/ 5 de julio de 2024 / 07:02

Samarcanda, una de las ciudades más antiguas del planeta, fue uno de los primeros centros de la civilización humana, similar a Atenas, Roma, Alejandría, Babilonia o Menfis; y heredó a la humanidad y al mundo de la arquitectura la riqueza formal de los espacios que la rodean.

Resultó inmortalizada por sus calles doradas, que la convirtieron en una especie de fantasía de ciertos compositores de música clásica, como Händel. Se hallaba rodeada de huertos y se encontraba ubicada junto al denominado “río de oro”, Zetafshan. Precisamente, el semejar a un paraíso la llevó a ser considerada la ciudad dorada.

Consulte: ¿Crisis del monumento?

En el año 329 a.C. fue una región que no tuvo contacto con otras. Esto debido a que su asiento en los desiertos de Asia Central la convirtió en una de las ciudades más alejadas de los océanos, lo que limitó una relación directa con el mundo habitado. 

Sin embargo, su desarrollo con los primeros habitantes, los sogdianos, logró que la consideraran en el 329 a.C. como la ciudad más singular y rica de la región, situada en un territorio rodeado de campos de algodón y trigo.

Fue en el 712 d.C. que Samarcanda, después de ser conquistada por los árabes, se convirtió en el centro de elaboración del papel, un arte aprendido de los prisioneros de guerra chinos. Empero, también fueron tiempos en los que vivió todo tipo de saqueos, como el del guerrero Gengis Kan (1220), que después de haber arrasado con civilizaciones enteras, fomentó el arte y la ciencia para la gloria de esa singular ciudad.

Samarcanda, construida con el valor de un complejo cultural religioso, estaba al medio de grandes espacios abiertos, los cuales colaboraron en relevar y cualificar su valor estético-formal.

Sin embargo, no faltaron los malos tiempos para esta urbe, ya que en 1366 fue tomada por la caballería de Tamerlán, el Cojo, un oscuro líder militar turco-mongol que conquistó durante más de 30 años todos los estados y ciudades de Damasco, Delhi y otras regiones, con el fin de saquearlas. Fue considerado el cacique más temido de la historia de las ciudades de esos tiempos, ya que en su haber sumaba, además, miles de muertos.

A pesar de todo ello, escritos afirman que después de cada uno de sus actos destructivos, Tamerlán siempre retornaba a Samarcanda llevando a algunos artesanos y trabajadores capturados en las tierras conquistadas, quienes —por su experiencia en la construcción y los acabados de grandes edificaciones de distintas culturas— se dedicaban a embellecer la ciudad y trabajar en sus monumentos. Así, resulta lógico que esta práctica logró convertir a Samarcanda en una ciudad única.

 Bajo esas singulares anécdotas inscritas en su historia, ese gran espacio arquitectónico —considerado desde ese entonces como el bello monumento dedicado a Dios— muestra todo su esplendor en Registán, una plaza pública histórica.

El epicentro de la antigua Samarcanda se convirtió en el lugar más respetado por su arquitectura y sus jardines. Un complejo espacio-formal que mantiene hasta hoy el dorado en sus fachadas y que resalta los distintos tratamientos de sus muros, cúpulas y demás.

No cabe duda de que esta ciudad representa una de las urbes con mayor logro arquitectónico en el mundo islámico, debido a que aún conserva una estética singular que es aprovechada para atraer al turismo, esencialmente por el valor fascinante de sus museos.

Hoy, Samarcanda, un monumento de valor universal, es el atractivo mas importante del turismo en el sureste de Usbekistán, en Asia Central.

(*) Patricia Vargas es arquitecta

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Últimas Noticias