Disposición a la protesta
En medio de la ansiedad ante la escalada del dólar, el paro/bloqueo de transportistas por la escasez de diésel y las deplorables insinuaciones sobre adelanto de elecciones, es importante indagar las preocupaciones de la gente y, en especial, por cuáles de ellas se movilizaría. Más allá del “tanto, tanto ruido” de las redes sociodigitales y otros fortines, ¿cuál es la disposición, hoy, a la protesta?
Dos recientes estudios de la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia) exploraron esta cuestión. Una encuesta nacional preguntó si las personas saldrían a protestar ante siete posibles situaciones. El 63% saldría a la calle por/contra el aumento de precios de alimentos. En otros temas la disposición a la protesta es menor: 49% se movilizaría si los datos del Censo no son creíbles y 44% si se cambia la fecha de las elecciones presidenciales.
En el otro extremo están cuatro hechos por los cuales la mayoría no expresa disposición a la protesta: 74% no se movilizaría si Evo es inhabilitado como candidato, 70% si se acorta el mandato del presidente Arce, 60% si se cierra la Asamblea Legislativa y 52% ante la escasez de gasolina por varios días. Son datos previsibles, pero complicados.
La misma indagación, ampliada en opciones, se hizo en el estudio Delphi de la FES. ¿Cuán dispuesta está la gente a protestar? Según el grupo de líderes políticos y analistas consultados, cuatro cuestiones pueden generar movilización de calle: si se devalúa la moneda, faltan combustibles por muchos días, aumenta el precio de los alimentos o se postergan las elecciones generales.
No habría disposición a la protesta, en tanto, si se eliminan las primarias, no hay elecciones judiciales este año o Evo es inhabilitado como candidato. Y puede haber movilización moderada por el cierre de la ALP, el acortamiento de mandato de Arce, la percepción de que las elecciones no serán transparentes, la proscripción de la sigla del MAS y si los datos del Censo no son creíbles.
Estas fotografías sobre la disponibilidad a la protesta tienen que ver con la jerarquización de preocupaciones. Tanto la opinión pública como los liderazgos ponen en primera línea la crisis económica con mayor pobreza y desempleo. Lejos aparecen, por ahora, otras preocupaciones: crisis institucional, polarización política, riesgo de enfrentamientos, autoritarismo, corrupción, inseguridad, próximas elecciones generales.
Todo ello, en un contexto de creciente pesimismo por el (mal) rumbo del país y una muy elevada sensación de incertidumbre. Así vamos navegando la coyuntura con señales de ingobernabilidad, inquietud acerca de la transición/ajuste por venir y silencios-olvido sobre el opaco horizonte de futuro.
FadoCracia numérica
1. El número depende del que cuenta. En septiembre de 2022, la dirigencia cruceña realizó el cabildo del fallido “Censo 2023 Sí o Sí”. Una notaría certificó la asistencia de 1.530.000 personas. 2. Poco después, el informe técnico del TSE demostró que en realidad habían participado 229.127. La brecha es evidente. 3. Millón y medio versus 229.000. Se entiende si las fuentes son el interesado versus una entidad oficial. ¿Pero qué pasa cuando las dos fuentes son medios de comunicación? 4. El pasado 26 de julio, Evo tuvo un acto de proclamación en El Alto. ¿Cuánta gente asistió? Según RTP, hubo “alrededor de 500 evistas”; según Abya Yala, fueron “casi 30.000 personas”. 5. Quinientos versus 30.000. Si quiero informarme, ¿qué hago? ¿A qué canal televisivo le creo? ¿O saco un promedio, como hizo un portal digital? (“fueron más de 15.000”). 6. Los operadores mediáticos (“perioperadores”, como les llamó el maestro Bielsa) cuentan/informan según su propia agenda e intereses. Hacen lo mismo nuestras asociaciones del gremio. 7. Y luego nos quieren vender, sin sonrojarse, la falacia del periodismo “independiente” (sic). ¿500? ¿30.000? Sin Maga no hay magia.
José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.