Voces

Wednesday 11 Sep 2024 | Actualizado a 02:24 AM

Disposición a la protesta

/ 4 de agosto de 2024 / 00:07

En medio de la ansiedad ante la escalada del dólar, el paro/bloqueo de transportistas por la escasez de diésel y las deplorables insinuaciones sobre adelanto de elecciones, es importante indagar las preocupaciones de la gente y, en especial, por cuáles de ellas se movilizaría. Más allá del “tanto, tanto ruido” de las redes sociodigitales y otros fortines, ¿cuál es la disposición, hoy, a la protesta?

Dos recientes estudios de la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia) exploraron esta cuestión. Una encuesta nacional preguntó si las personas saldrían a protestar ante siete posibles situaciones. El 63% saldría a la calle por/contra el aumento de precios de alimentos. En otros temas la disposición a la protesta es menor: 49% se movilizaría si los datos del Censo no son creíbles y 44% si se cambia la fecha de las elecciones presidenciales.

En el otro extremo están cuatro hechos por los cuales la mayoría no expresa disposición a la protesta: 74% no se movilizaría si Evo es inhabilitado como candidato, 70% si se acorta el mandato del presidente Arce, 60% si se cierra la Asamblea Legislativa y 52% ante la escasez de gasolina por varios días. Son datos previsibles, pero complicados.

La misma indagación, ampliada en opciones, se hizo en el estudio Delphi de la FES. ¿Cuán dispuesta está la gente a protestar? Según el grupo de líderes políticos y analistas consultados, cuatro cuestiones pueden generar movilización de calle: si se devalúa la moneda, faltan combustibles por muchos días, aumenta el precio de los alimentos o se postergan las elecciones generales.

No habría disposición a la protesta, en tanto, si se eliminan las primarias, no hay elecciones judiciales este año o Evo es inhabilitado como candidato. Y puede haber movilización moderada por el cierre de la ALP, el acortamiento de mandato de Arce, la percepción de que las elecciones no serán transparentes, la proscripción de la sigla del MAS y si los datos del Censo no son creíbles.

Estas fotografías sobre la disponibilidad a la protesta tienen que ver con la jerarquización de preocupaciones. Tanto la opinión pública como los liderazgos ponen en primera línea la crisis económica con mayor pobreza y desempleo. Lejos aparecen, por ahora, otras preocupaciones: crisis institucional, polarización política, riesgo de enfrentamientos, autoritarismo, corrupción, inseguridad, próximas elecciones generales.

Todo ello, en un contexto de creciente pesimismo por el (mal) rumbo del país y una muy elevada sensación de incertidumbre. Así vamos navegando la coyuntura con señales de ingobernabilidad, inquietud acerca de la transición/ajuste por venir y silencios-olvido sobre el opaco horizonte de futuro.

FadoCracia numérica

1. El número depende del que cuenta. En septiembre de 2022, la dirigencia cruceña realizó el cabildo del fallido “Censo 2023 Sí o Sí”. Una notaría certificó la asistencia de 1.530.000 personas. 2. Poco después, el informe técnico del TSE demostró que en realidad habían participado 229.127. La brecha es evidente. 3. Millón y medio versus 229.000. Se entiende si las fuentes son el interesado versus una entidad oficial. ¿Pero qué pasa cuando las dos fuentes son medios de comunicación? 4. El pasado 26 de julio, Evo tuvo un acto de proclamación en El Alto. ¿Cuánta gente asistió? Según RTP, hubo “alrededor de 500 evistas”; según Abya Yala, fueron “casi 30.000 personas”. 5. Quinientos versus 30.000. Si quiero informarme, ¿qué hago? ¿A qué canal televisivo le creo? ¿O saco un promedio, como hizo un portal digital? (“fueron más de 15.000”). 6. Los operadores mediáticos (“perioperadores”, como les llamó el maestro Bielsa) cuentan/informan según su propia agenda e intereses. Hacen lo mismo nuestras asociaciones del gremio. 7. Y luego nos quieren vender, sin sonrojarse, la falacia del periodismo “independiente” (sic). ¿500? ¿30.000? Sin Maga no hay magia.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Referéndum interruptus

/ 1 de septiembre de 2024 / 01:12

El triple referéndum anunciado por el presidente Arce en su mensaje del 6 de agosto se cayó por falta de preguntas. Al menos de preguntas bien formuladas. Así, lo que fue anunciado como “el momento en que el pueblo junto a su Gobierno escojamos el camino que deseamos transitar de cara al Bicentenario” (sic), duró apenas 24 días. No hubo convocatoria por decreto porque las preguntas no pasaron la verificación técnica ni el control de constitucionalidad. Mal intento.

Entre el anuncio y el envío de las preguntas al TSE pasaron 15 días. Más bien había premura. Las preguntas reprobaron desde el mínimo gramatical: sujeto y predicado. Y ninguna pasó los criterios de claridad, precisión e imparcialidad. La vana consulta sobre escaños quedó excluida porque, al suponer reforma constitucional, no procedía por iniciativa presidencial. Lo mismo aplica a la pregunta sobre la reelección. Y había duda sobre la legalidad de la consulta subvencionable.

El sesgo en las preguntas y el uso instrumental del referéndum eran indefendibles. El Gobierno aceptó las observaciones del TSE: debía reformular las preguntas. Pero en lugar de enviarlas al órgano electoral para conformidad final, las mandó directamente al TCP. Y encima peor redactadas. ¿Levantar gradualmente la subvención? ¿Qué significa ese “poco a poco”? Y en el colmo de la desidia (ah, las prisas), escribió “forma” donde debía decir “reforma” (parcial de la Constitución).

Las fallidas preguntas expresan una cuestión de fondo: el triple referéndum fue una audaz iniciativa política, movió agenda, alborotó al personal. Pero era inviable además de inútil. Y estaba muy contaminado por la obsesión de inhabilitar la candidatura de Evo. Si querían reformar la Constitución, no se podía convocar por decreto (no existe referéndum “consultivo”). Ahora están fuera de plazo para votar el 1 de diciembre junto con las elecciones (per)judiciales.

Como mecanismo de la democracia directa, el referéndum expresa el derecho a decidir. El problema es cuando se malogra con fines plebiscitarios o, como en este caso, se usa en calidad de falaz artefacto de legitimación.

O, peor, cuando se envilece burlando su carácter vinculante, como hizo Morales el 21F. El referéndum es demasiado importante como para dejarlo librado a las razones de presidentes fuertes o de gobiernos débiles. ¿Quieren preguntar? Háganlo bien y conforme a Ley.

¿Qué sigue ahora? Este mes, el TSE debe realizar el trabajo técnico-aritmético para la distribución de escaños. El Gobierno tendrá que hacerse cargo del “pasito a pasito” de la subvención. Y el nuevo TCP, el próximo año, deberá emitir sentencia definitiva sobre la reelección. Seguimos, seguimos.

FadoCracia digital

1. La FadoCracia nació como blog en julio de 2007. El primer post ofrecía espíritu de conversación. Y convocaba amig@s para el intercambio de imaginarios e ideas. Fue una experiencia intensa y placentera. 2. Gobierno de los melancólicos, hegemonía de la saudade, tiranía de los sentimientos. 3. Pronto, por obra del servicio público, la FadoCracia entró en pausa: “Nos iremos al fin, pero aquí estamos / con todas las caricias en la mano”. El último post estaba dedicado a Nilo Soruco: la vida es linda, muchacha(da), dejémosla correr. 4. El blog fue abandonado, entre otras cosas, porque la blogósfera se empezó a contaminar con la polarización en torno al proceso constituyente. Pero la FadoCracia, ay, con salto al periódico, siguió viviendo. 5. Así, en los últimos 15 años (con otra pausa electoral), esta columna se imprimió en papel. 6. Hoy la FadoCracia, cobijada en su casa periodística, regresa al mundo digital. Es un nuevo ciclo, como el que inicia La Razón con gran expectativa y esmerados desafíos. 7. Seguiremos pues corriendo la quincenal aventura. Hay palabras, memoria, vino, fado, Maga, duraznos, país, esperanza.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Clases medias y otras luciérnagas

Se presenta un libro esencial sobre la naturaleza y prácticas de la ‘clase media imaginada’, publicado por la FES Bolivia y Oxfam (2024).

Por José Luis Exeni Rodríguez

/ 25 de agosto de 2024 / 06:08

Dibujo Libre

Se acaba de presentar en Cochabamba, en un nutrido y entrañable encuentro, el libro Clases medias y otras luciérnagas, del intelectual y cronista boliviano Amaru Villanueva Rance (†). Publicado este año por la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia) y Oxfam, el libro recopila las reflexiones y estudios del autor sobre las clases medias y las transformaciones de la sociedad boliviana, así como sus magníficas crónicas y artículos periodísticos en torno a la cultura urbana y popular. El querido amigo Amaru nos dejó hace casi dos años, pero su vitalidad, lucidez y entereza están presentes en este libro fundamental.

¿Hay una clase media?

Preguntas: ¿Hay una clase media? ¿Cómo se la define y se la nombra? ¿Dónde se ubica? ¿Con qué características? ¿Qué significa ser de clase media o autoadscribirse a ella? En fin, ¿qué dimensiones son necesarias para situar y percibir a la clase media, o mejor, a las clases medias en plural?

Entre los pensadores que se ocuparon de este complejo tema desde la experiencia boliviana, sin duda uno de los que más contribuyó en la reflexión, lejos de la ortodoxia y de los lugares comunes, fue el joven investigador Amaru Villanueva Rance. En sus trabajos, ensayó diferentes lecturas en torno a la discusión conceptual y la revisión histórica, pero también considerando las tensiones y las prácticas inherentes a la “clase media imaginada” (en sentido de que la noción de clase media tiene un componente de comunidad imaginada).

Las clases sociales, la estratificación y la movilidad social ocupan la reflexión académica desde diferentes perspectivas orientadas a caracterizar y entender nuestras sociedades modernas. En ese marco, la llamada “clase media”, abordada con agudeza por Amaru, es objeto no solo de estudios y análisis, sino también de discusión política y socioeconómica.

Todos estos asuntos son parte de la discusión en Bolivia acerca de la clase media en distintos períodos de nuestra historia. En el último tiempo, destaca el debate sobre la ampliación de la clase media y la reducción de las desigualdades. La evidente ampliación del estrato medio en la pirámide social, producida entre 2006 y 2019, adquirió centralidad con el surgimiento de una nueva clase media (“emergente”), diferente a la clase media tradicional y a veces en disputa con ella. Se trata de una cuestión clave comprensión ha estado contaminada por la polarización política y discursiva.

Luciérnaga, luciérnaga

“Luciérnaga, luciérnaga / Como se enciende y se apaga sin cesar”, canta la cumbia. En la reflexión de Amaru, y en este libro, las clases medias, y la sociedad boliviana en general, no pueden entenderse sin las “dinámicas luciérnaga” que las acompañan. Ahí confluyen las ciudades, sus personajes, la vida cotidiana, la política, la cultura.

De esas otras luciérnagas también se ocupó el autor con gran curiosidad intelectual, fascinación y destreza crítica, retratando diferentes aspectos de la interacción y la convivencia social. Ahí habitan, entre otros, el shopping como síntoma social, la extinción de los personajes paceños, la constelación Sacaba, un obituario al gato Kandinsky, la familia Galán, en fin, el taxista de la leyenda urbana.

La publicación rescata esas magníficas observaciones de Amaru, siempre pensando “fuera de la caja”. Son ensayos cortos, artículos y crónicas publicados en medios impresos que contaron con su compromiso e impulso.

Dos partes, escritos múltiples

¿Qué encontrarán las y los lectores en Clases medias y otras luciérnagas? Luego de la Presentación institucional y un Prólogo, el libro se divide en dos partes.

En la primera, “Clases medias”, se incluyen siete textos y una entrevista. Abre la antología la traducción del primer capítulo de su tesis doctoral, que se publica por primera vez y plantea un fecundo recorrido conceptual y analítico para nombrar a la clase media boliviana. Siguen seis trabajos académicos y ensayísticos sobre la materia, desde diferentes enfoques y variables. Cinco de ellos fueron publicados entre 2018 y 2022 en libros y revistas. Uno estaba todavía inédito. Cierra esta primera parte una linda entrevista con Amaru realizada en mayo de 2018. Al inicio hay una introducción elaborada por Eduardo Paz Gonzales.

También puede leer: Ejes de la disputa política en tránsito

En la segunda parte del libro, “Otras luciérnagas”, se incluyen diez textos, una despedida del autor y un epílogo. Los textos son artículos, bitácoras y crónicas que fueron publicados entre 2011 y 2014 en la revista Bolivian Express Magazine, de la cual Amaru fue director, y en el periódico mensual El Desacuerdo, que contó con Amaru entre sus fundadores. Desde la diversidad de temas abordados, escritos con muy ameno estilo narrativo, son una suerte de textos etnográficos, llenos de guiños, que revelan a un gran observador de la cultura popular y la sociedad. La despedida es un post de Amaru, “CTRL+ALT+DEL”, cuando decidió clausurar su cuenta de Facebook, exponiendo las razones en una magnífica sublevación contra la “conexión perpetua” en las redes sociodigitales, que nos deshumaniza. Cierra la segunda parte un Epílogo personal de Susanna Rance, muy entrañable, que nos recuerda cuán querible y lleno de energía era Amaru. Al inicio de la segunda sección hay una introducción elaborada por Verónica Rocha.

Un libro, un homenaje

Esa obra póstuma, que compila los principales escritos de Amaru, es ya un libro de referencia ineludible sobre el tema. Quienes compartieron la vida y obra de Amaru, y quienes ahora leerán sus textos por primera vez, (re)conocerán su espíritu lúcido, su compromiso con la justicia social y su fascinación por el país y su gente.

Este libro, que también es un homenaje a la memoria del entrañable amigo, contribuirá de manera sustantiva a la reflexión crítica y el debate plural e informado sobre las clases medias y la sociedad en Bolivia.

La publicación puede descargarse en la web bolivia.fes.de o en el enlace: https://library.fes.de/pdf-files/ bueros/bolivien/21066.pdf

(*)José Luis Exeni Rodríguez es coordinador de proyectos de la FES

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Referendo x 3

/ 18 de agosto de 2024 / 00:21

El presidente Arce movió ficha. Y sacudió, al menos en el corto plazo, la agenda del debate político. No es para menos. El 7 de agosto, todos los diarios abrieron sus ediciones con el anuncio de un triple referéndum. “Momentos difíciles requieren decisiones firmes”, dijo en su mensaje. Y planteó llevar a consulta popular la subvención de los hidrocarburos, los escaños parlamentarios y la reelección del binomio presidencial. Es una apuesta arriesgada e incierta.

Más allá de la opacidad inicial, se precisó que el referéndum supone una reforma parcial de la Constitución. Si es así, su convocatoria es inviable. Queda descartada la iniciativa popular porque el plazo no alcanza para llegar a las urnas el 1 de diciembre. Y no hay ninguna condición para sumar dos tercios en la ALP. ¿En serio están pensando en una convocatoria inconstitucional por decreto, con aval de los autoprorrogados del TCP? ¿Le meterán nomás? Sería insostenible.

Supongamos que, con maniobra y descaro, el triple referéndum sea convocado (la fecha límite es el 2 de septiembre). La Ley del Régimen Electoral establece de manera inequívoca que no se pueden someter a referendo, entre otras temáticas, las competencias privativas del nivel central del Estado. Los hidrocarburos son una competencia privativa. La subvención, por tanto, no es materia de consulta popular. El Ejecutivo tendrá que decidir. ¿Y el presidente? Gobernar.

Hasta el 16 de septiembre, el INE debe enviar al TSE los resultados del Censo a nivel departamental. Y en 11 días estará listo el proyecto de ley para la asignación de escaños. Es una cuestión aritmética: la distribución de diputados se define por el número de habitantes. Y se compensa a los departamentos con menor población y con menor desarrollo económico. ¿De verdad quieren postergar este hito técnico para “allanar” el camino aumentando el ya excesivo número de 130 diputados?

Sobre la reelección, el TCP no hizo su trabajo. El pleno de magistrados debió emitir una sentencia constitucional clara y firme dejando sin efecto la nefasta reelección indefinida habilitada en 2017, que sigue vigente. En lugar de eso, dos magistrados de una Sala metieron de contrabando la cuestión, con “pompa y ostentación”, en una acción sobre otro tema. ¿Y ahora quieren que la ciudadanía defina el veto a la reelección discontinua para sacar del camino electoral a Evo?

Es bastante probable que, como ocurrió en 2011 y 2017, la consigna del voto blanco y nulo sea mayoritaria en las elecciones (per)judiciales. Y es contagiosa. Como el triple referéndum se votará el mismo día, puede caerse por falta de votos válidos. Más que consulta, será un plebiscito. 

FadoCracia olímpica

1. El lamento, por gentileza de nuestra selección de fútbol, es reincidente: “jugamos como nunca, perdemos como siempre”. Hay anorexia de victoria. 2. Nuestros logros se cuentan con una mano: campeones del Sudamericano 1963 y clasificados al Mundial 1994. También participamos en la primera Copa del Mundo en 1930 y fuimos subcampeones de la Copa América 1997. Celebramos. 3. Bolivia nunca ha ganado una medalla en los Juegos Olímpicos. Ninguna. Desde los juegos de Berlín en 1936, seguimos participando. 4. En las Olimpiadas 2024 en París mantuvimos la tradición: cero medallas. Y no es por falta de atletas. Ni de ganas. 5. Lo interesante no es tanto nuestra falta de triunfos deportivos en estos campos (en otros “menores” tenemos campeones), sino la enorme e inagotable vocación de esperanza. Vamos mi Bolivia. 6. Nuestra estrella llegó en el puesto 60 de 81 participantes en la maratón. Y somos tan felices. “Fue un digno representante, que llevó en alto el nombre del país”. 7. Dicen que lo importante no es ganar, sino competir. O al menos participar. En nuestro caso, lo que cuenta no es ganar, sino llegar. Hay ilusión, queda futuro. Nos vemos en 2028.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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El estado de la opinión

A medida que se acercan las elecciones generales de 2025, las percepciones sobre la situación política y económica del país cobran mayor relevancia.

José Luis Exeni explica el Cuestionario Delphi en La Razón. Foto: Miguel Carrasco.

/ 11 de agosto de 2024 / 06:03

Dibujo Libre

Opinemos, conversemos.

Más allá de los principios de representación política y de participación ciudadana, la democracia y las decisiones colectivas se nutren de la conversación pública. Hay que alentar, pues, espacios de diálogo plural y deliberación informada. A ello contribuyen las diferentes voces que configuran la llamada opinión pública. Y también la mirada de los liderazgos.

En el actual contexto de crisis recargada, persistente polarización y renovada incertidumbre, parece útil conocer el estado de la opinión en el país. Y explorar las expectativas de la ciudadanía y de actores relevantes. Las percepciones importan.

ESTUDIOS.

Preguntas, indagaciones. ¿Cuáles son y cómo se mueven las percepciones de la ciudadanía? ¿Qué están opinando los actores relevantes? ¿Cómo sienten el rumbo del país, de la política, de la economía? ¿Qué les preocupa? ¿Cuánto confían, o no, en las instituciones? ¿Cómo están viendo hoy, en fin, el campo político y la compleja agenda electoral?

Desde el año 2020, la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia) realiza estudios periódicos con un grupo plural de líderes políticos, analistas, periodistas y especialistas (informes Delphi) y estudios de opinión pública (encuestas ómnibus). Los datos son valiosos en sí mismos y en perspectiva comparada. Constituyen también una fuente primaria para la construcción de escenarios prospectivos.

¿Qué muestran los datos del reciente estudio Delphi (julio de 2024) con liderazgos? Más del 80% dice que el país va por mal camino, un 75% cree que la situación política y económica es mala o muy mala, y el mismo porcentaje siente que dicha situación empeorará en los próximos doce meses. No son buenas noticias: hay pesimismo en el estado de la opinión y las expectativas.

Otro dato crítico es la alta desconfianza en (casi) todas las instituciones. El Órgano Judicial, el TCP, el Gobierno, la ALP, las Fuerzas Armadas tienen niveles muy bajos de confianza. Solo queda en pie el TSE, con una confianza regular. Pero también hay problemas en las organizaciones de la sociedad civil. Se desconfía de la Iglesia Católica, los medios de comunicación, los comités cívicos, el Pacto de Unidad. Ni hablemos de los partidos políticos.

El tercer dato importante son las preocupaciones. La principal inquietud de la población y de los liderazgos es la potencial crisis económica con mayor pobreza y desempleo. Hoy eso tiene nombre: incremento de precios, falta de combustibles, escasez de dólares, bajos ingresos, difíciles condiciones laborales. Preocupan menos otras cuestiones como la polarización política, el riesgo de enfrentamiento, la crisis institucional, las próximas elecciones, el autoritarismo, la inseguridad.

CRISIS E INCERTIDUMBRE

Los liderazgos, en un 89%, dicen que están muy o algo preocupados por la conflictividad en el país en los próximos seis meses. Y su principal sentimiento es de incertidumbre (75%). Este porcentaje en la opinión pública es menor (45%), pero supera a las sensaciones de miedo, esperanza, enojo e indiferencia.

¿Cuáles son las percepciones sobre el campo político y la recargada agenda electoral? Tanto líderes como ciudadanía, en gran mayoría, coinciden en que las elecciones primarias deben suspenderse o eliminarse. Hay diferencia respecto a los comicios judiciales: el 74% en la Delphi dice que son (muy) importantes, mientras que para el 71% de la opinión pública son poco o nada importantes.

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En cuanto a las elecciones generales, que según el TSE están en calendario para agosto de 2025, la opinión predominante es que debe respetarse esta fecha, por más que haya un escenario de alta conflictividad. Son minoría quienes aceptan que las elecciones se adelanten o se posterguen. El derecho a elegir y renovar Gobierno y Asamblea es irrenunciable.

En el último estudio Delphi (julio) y encuesta ómnibus (junio) se indagó de manera específica acerca de la situación económica. La percepción entre los liderazgos es que estamos ingresando (54%) o ya estamos en plena crisis (35%). Y la ciudadanía opina que los recientes problemas como aumento de precios, escasez de combustibles y falta de dólares afectan (68%) sus ingresos familiares.

PROTESTAS

Una indagación en la reciente encuesta ómnibus de la FES (junio 2024) son las cuestiones por las cuales la gente estaría dispuesta a movilizarse (ver gráfico). Lo que genera más disposición a la protesta es el aumento de precios de alimentos (63%). Es menor si los datos del Censo no son creíbles (49%) o si se cambia la fecha de las elecciones presidenciales (44%).

En el otro extremo, hay cuatro hechos por los cuales la mayoría no protestaría: 74% si Evo es inhabilitado como candidato, 70% si se acorta el mandato del presidente Arce, 60% si se cierra la Asamblea Legislativa y 52% ante la escasez de gasolina por varios días. Son datos previsibles, pero complicados.

La misma indagación, ampliada en opciones, se hizo en el estudio Delphi de la FES. Según este grupo, cuatro cuestiones pueden generar movilización de calle: si se devalúa la moneda, faltan combustibles por muchos días, aumenta el precio de los alimentos o se postergan las elecciones generales.

No habría disposición a la protesta, en tanto, si se eliminan las primarias, no hay elecciones judiciales este año o Evo es inhabilitado como candidato. Y puede haber movilización moderada por el cierre de la ALP, el acortamiento de mandato de Arce, la percepción de que las elecciones no serán transparentes, la proscripción de la sigla del MAS y si los datos del Censo no son creíbles.

Habrá que ver las percepciones acerca del triple referendo anunciado por el presidente Arce: ¿a la gente le (pre)ocupará, participará en las urnas o estará dispuesta a movilizarse en torno a una todavía opaca consulta sobre la subvención de los combustibles, la redistribución y número de diputados, y la reelección presidencial? Esperemos pronto los nuevos datos.

(*)José Luis Exeni Rodríguez es coordinador de proyectos de la FES

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El (f)actor Evo

/ 21 de julio de 2024 / 00:06

Debido a la fractura del MASIPSP y pese a la fragmentación opositora, entre otras variables, parece claro que el expresidente Morales no tiene chance de ganar las próximas elecciones con mayoría absoluta ni, menos, en segunda vuelta. Atrás quedaron sus incontrastables victorias de 2005, 2009 y 2014. E incluso su triunfo en 2019 con más del 40% de votos y 10 puntos de diferencia sobre el segundo. En los comicios de 2025, si acaso, habrá solo perdedores relativos.

Si asumimos tal premisa, la pregunta es por qué todos los esfuerzos y obsesiones del oficialismo y de la oposición están orientados a impedir la candidatura de Evo en lugar de buscar derrotarlo en las urnas. El presidente Arce, en plan de reelección, no quiere competir en primarias cerradas porque seguramente las perdería. Tampoco le interesa medirse con Morales en primarias abiertas. Su apuesta única es inhabilitarlo con una sentencia constitucional trucha, tan impresentable como la de 2017.

En cuanto al paisaje opositor, ninguno de los 17 PPP (precoces precandidatos presidenciales), incluida la Manfredumbre, supera el 10% de intención de voto. No les alcanza, pues, para ganar una elección. De partida, los viejos conocidos acusan un déficit crónico de respaldo popular, les falta calle, no tienen proyecto de país. Y la decena de “nuevos”, que tanto ruido hacen en las redes sociales soñándose outsiders, son unos señores y una señora desconocidos.

Cinco años después del escabroso ciclo electoral 2019-2020, la polarización y la incertidumbre, lejos de atenuarse, siguen contaminando el debate político y la conversación pública. En ese contexto, con debacle institucional y señales de crisis económica, la disputa en el partido-instrumento azul es el principal factor (des)ordenador del campo político. Y Evo está en el centro de la querella. Así, los comicios de 2025 podrían desportillarse por el renovado antagonismo evismo/antievismo.

Más allá de sus números, ¿en qué momento asumirá Evo que el veto a su candidatura ya está trazado? ¿Y cuándo reconocerá Lucho que su viabilidad electoral es cada vez más remota? ¿Abandonarán ambos sus pretensiones de reelección? ¿En beneficio de… los Rodríguez? ¿Y qué harán los opositores sin candidato de unidad ni espalda ganadora en las urnas? ¿Lograrán al menos un frente amplio que les edite sus sobras completas? Preguntas.

Como sea, es previsible que el 8 de noviembre del próximo año tendremos un escenario de gobierno minoritario, y por tanto débil, que deberá estrenarse con un drástico ajuste anticrisis. Ni hablemos todavía de lo que le espera al proyecto plurinacional- popular en el opaco ciclo político por venir.

FadoCracia motoquera

1. Fuerte y claro: la Resistencia Juvenil Cochala (RJC) es —o fue— un violento grupo de choque. En la coyuntura crítica de 2019, operó como una organización parapolicial, en colaboración con los motines. 2. Como ha documentado ampliamente el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), las prácticas de la RJC “fueron especialmente violentas, racistas y discriminatorias”. 3. Se trata, pues, de una banda criminal. No es “una resistencia necesaria”, como les dijo la autoprorrogada presidenta de la Asamblea de Derechos Humanos. 4. Los motoqueros de la RJC, armados con bazucas artesanales, palos y explosivos, protagonizaron varias acciones de violencia contra mujeres y campesinos. Hay registro de vejaciones, secuestros y tortura. Todo en nombre de “la defensa de la ciudad”. 5. Tras casi un lustro, seis cabecillas de la RJC recibieron sentencia por delitos de organización criminal. Hay rendijas contra la impunidad. 6. No es persecución política contra “activistas” (sic), como gritan las luisas de la oposición y sus operadores mediáticos. 7. Los grupos paraestatales como la RJC no caben en democracia. ¡Nunca más!, es la consigna.

 José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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