La biblioteca de Mario Montaño Aragón
Hace pocos días se difundió la noticia de que la biblioteca del antropólogo Mario Montaño Aragón fue donado por su viuda e hijos a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), específicamente al Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef).
Los que nos dedicamos a la investigación social e histórica, acumulamos en el transcurso del trabajo muchos libros, copias de documentos, fotografías, entrevistas, filmaciones, diarios de campo, etc. La pasión por esclarecer los hechos, nos deja sin pensar qué destino tendrá todo ese patrimonio cuando dejemos este mundo. En el futuro, ¿quiénes podrán acceder a ese espacio de laboratorio social guardado?
En estos últimos años, varios investigadores/ as que utilizaban este tipo de fuentes han desaparecido físicamente. Varias de estas personalidades, no siempre fueron asistidas por sus parientes directos, resguardando mínimamente ese valioso capital cultural. Denunciamos y solicitamos públicamente la intervención de las autoridades nacionales y del departamento de La Paz, en el caso dramático de la primera lingüista aymara, Juana Vásquez. Pero sin éxito hasta ahora. ¿Qué utilidad tiene el patrimonio de un investigador/a? Son preguntas para muchas respuestas. Sobre todo, el gran reto es cómo preservar la memoria hecha investigación, en una sociedad que se denomina pluricultural.
Felizmente, no es el caso del antropólogo Mario Montaño, que por voluntad de su familia entregó su biblioteca para que otros, sobre todo jóvenes investigadores, puedan seguir esa senda apasionante, pero sin grandes retribuciones económicas en el país. El desprendimiento familiar, creo que coincide en cómo era Mario Montaño en sus clases.
Tuve la fortuna de ser uno de sus estudiantes en la carrera de Sociología de la UMSA. Recuerdo varios pasajes de las clases del profesor Montaño. Leímos parte de su libro Antropología cultural boliviana, que es una mirada global a la riqueza civilizatoria de los pueblos ancestrales del país. Don Mario tenía la gran virtud de contar sus experiencias de trabajo de campo en las clases de antropología social. Por ejemplo, sus hallazgos en sociolingüística y a partir de ahí lanzaba muchas preguntas y casi siempre faltaban respuestas. Cerraba la sesión con la apuesta de seguir investigando. Montaño era una persona apasionada. Pero destaco la forma cómo nos interpelaba del por qué debíamos conocer la Bolivia india ancestral y profunda. Pero también recuerdo la manera de abordar los temas y dejar siempre grandes interrogantes.
Montaño Aragón tuvo mucha relación con estudiosos como Carlos Ponce Sanjinés, Max Portugal, Hernando Sanabria, Carlos Urquizo, entre otros. Uno podría deducir que formaba parte de esa generación nacionalista y vinculado con algún partido político hegemónico. Pero no, a pesar de esas amistades, plasmadas en los prólogos de sus libros publicados, don Mario era una especie de rebelde investigador que no se dejó atrapar por posiciones inamovibles.
Para finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX, había temas que no se abordaban fácilmente o quedaban aún ocultos en las ciencias sociales académicas. Por ejemplo, sobre los pueblos ancestrales de la Amazonía, el Oriente y el Chaco, como también sobre los afrobolivianos. Los tres volúmenes publicados fueron y son una manera de acercarnos mediante la Guía etnográfica lingüística de Bolivia, como la denominó.
Hoy vivimos tiempos de la diversidad y la pluriculturalidad en términos formales. Nuestra Constitución cita la existencia de 36 pueblos ancestrales. Pero estoy seguro que releyendo a Montaño tendríamos dudas de la existencia de ese número 36. Posiblemente sean más los pueblos que existen. ¿Qué pasó, inmigración, genocidio, aculturación, etc.? Alguna repuesta está en las publicaciones del antropólogo Montaño.
Después que dejó la catedra, nos veíamos en algunos eventos culturales, como la presentación de libros, etc. Una manera de que siga viviendo el ajayu de Mario Montaño, de lo que hizo y pensó, seria reeditar sus investigaciones. ¿Qué institución se brindaría para ello? Lo deseable sería que lo hagan las universidades estatales, pero creo que no les interesa estas preocupaciones. Incluso que su biblioteca, que ya es pública en el Musef, fomente la posibilidad de realizar tesis sobre su pensamiento, muy conectadas con la sociolingüista, la etnografía y la arqueología. Gracias don Mario por tu aporte. Jallalla tata Mario!!! Ma suma yatxatirina, yatichirina pankanakawa Musef tuqiru apxatata. Wali kusawa uka lurawixa. Jallalla!!!
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.