Democratizar las rutas del congreso educativo
Otra tradición congresal que debería evitarse es la temática y debates, centrados principalmente en educación regular (formal) y la predominancia magisterial
Roberto Aguilar Gómez
Se han iniciado las reuniones preparatorias rumbo al Congreso Plurinacional de Educación, impulsadas por el Ministerio de Educación y la comisión organizadora. Sin embargo, estas reuniones siguen las mismas rutas de congresos anteriores, lo que sugiere que los resultados podrían ser similares: congresos inconclusos, debates políticamente sectorializados, pugnas para hegemonizar el congreso, exclusión de actores y espacios educativos.
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La línea asumida por el Ministerio de Educación se centra en eventos de coordinación entre autoridades y las estructuras sindicales, especialmente del magisterio. El orden temático está formalmente establecido por la convocatoria, pero carece de documentos base, evaluaciones o diagnósticos que orienten una discusión más profunda que el simple debate oficial.
Se ha transferido la responsabilidad de realizar actividades subnacionales a instancias administrativas departamentales y distritales del sistema educativo. Aunque esta decisión puede ser más fácil de controlar, conlleva limitaciones en la participación democrática y reproduce la estructura burocrática del sistema educativo en la organización del congreso. Además, tiene dos efectos potenciales: primero, se prioriza, en tiempo y amplitud temática, la educación regular (escolar) en detrimento de la educación en su sentido más amplio, como derecho del conjunto de la sociedad; segundo, las actividades se realizan a nivel de distrito educativo y luego se reúnen las conclusiones por departamento. Esto podría resultar en tantos documentos conclusivos como distritos existen, lo que dispersa el enfoque y dificulta un debate verdaderamente democrático, social y participativo.
Otra tradición congresal que debería evitarse es la temática y debates, centrados principalmente en educación regular (formal) y la predominancia magisterial. En ningún momento reducimos la importancia que tienen, pero no puede concebirse un congreso de la educación plurinacional, social y cultural sin equilibrios y equidades fundamentales para tratar la educación como un derecho humano, universal, plural y respetuoso de la diversidad. La educación alternativa y especial requieren ser incluidas, con la fuerza y amplitud equivalentes a las profundas problemáticas sociales que representan.
Además, es crucial visibilizar la ruta relacionada con la educación superior y técnica, que nos vincula de manera directa con el desarrollo y los componentes productivos de la sociedad. Es primordial insertar en los debates preparatorios a las universidades, institutos técnicos, así como a las instituciones relacionadas con procesos formativos para la producción y el trabajo. La educación superior universitaria, por su parte, se la nota distante y con relativo desinterés por parte del congreso, situación que limitaría el imprescindible nexo entre educación secundaria y formación profesional.
Resulta preocupante que la educación de pueblos y naciones indígena originarios campesinos no sea otra de las rutas principales. En lugar de abordar de manera profunda la descolonización, la intraculturalidad, la interculturalidad y el plurilingüismo, se la subordina a los espacios “escolares” tradicionales.
En resumen, los desafíos y las incógnitas son numerosos. Los documentos y propuestas son escasos, al menos no se han hecho públicos los documentos entregados en las reuniones organizadas por el Ministerio de Educación. No se percibe en la sociedad un ambiente de congreso, mucho menos entre los actores educativos y sus instituciones. Esta falta de participación reduce la riqueza que los análisis y aportes podrían tener.
Es importante, en este punto, recuperar la profunda reflexión que Noel Aguirre como educador popular realizó en marzo de 2023, al sintetizar en una pregunta la necesidad de meditar como Estado y sociedad sobre el rumbo del Congreso Plurinacional de Educación: ¿Será este un congreso «educativo o escolar»?
(*) Roberto Aguilar Gómez es docente investigador de la UMSA y exministro de Educación