Síntomas y causas de la crisis económica
En el contexto de la conmemoración de las fiestas patrias se han logrado avances en cuanto a la aceptación de que el país se encuentra en una crisis grave, y que se requieren varios diálogos para enfrentar dicha circunstancia. Sin embargo, falta todavía una propuesta estratégica que no solamente atienda a los desequilibrios de corto plazo, sino también a las perspectivas de mediano y largo plazos, tomando en cuenta que Bolivia es el país con mayores rezagos en los principales indicadores sociales y de competitividad, así como de niveles de producto por habitante en América del Sur. En consecuencia, la tramitación del ingreso pleno del país al Mercosur debería comprender la adecuación normativa, pero asimismo la adopción de un catálogo completo de iniciativas orientadas al cierre de las brechas con los otros cuatro miembros de dicho mecanismo de integración.
A tal efecto, el país requiere aumentar sistemáticamente y durante un largo periodo su nivel de productividad general mediante la identificación de grandes proyectos idóneos para absorber el enorme contingente de informalidad que caracteriza a la economía nacional.
Por otra parte, ahora que hemos ingresado al último año previo a la conmemoración de los 200 años de la independencia del país, es imprescindible llevar a cabo un balance sin ilusiones sobre la calidad de nuestra inserción internacional y la correspondiente ubicación efectiva en el concierto internacional de naciones.
No son recursos naturales los que le hacen falta al país, sino políticas adecuadas y estrategias de desarrollo de largo plazo que permitan escalar desde un patrón de desarrollo primario-exportador hacia niveles cada vez mayores de agregación de valor en nuestros intercambios comerciales con el exterior, al mismo tiempo que se pongan en práctica grandes esfuerzos para superar las consecuencias negativas sobre el medio ambiente que ha traído consigo el largamente vigente extractivismo depredador. Los actuales incendios en las tierras bajas del oriente son una severa llamada de atención sobre la falta de protección a los recursos forestales y la riqueza de los bosques de nuestra zona amazónica.
También es necesario que la salida de la actual crisis permita superar el movimiento pendular de las orientaciones centrales de las políticas económicas, que han dado lugar a la sucesión de periodos de predominio de políticas neoliberales, seguidas de períodos de políticas de corte estatista.
Por todo lo anterior, sería lamentable que se desaproveche la actual convocatoria para diálogos con agentes económicos y sociales, si se persevera en la negación de la existencia de una combinación de varias crisis, que requieren medidas estructurales de fondo. Por lo que se conoce hasta ahora, las medidas que forman parte de la propuesta gubernamental están lejos de significar un auténtico cambio de rumbo en la gestión de las políticas económicas, y sus efectos consiguientes en la distribución de los ingresos y la creación de empleo.
Para responder adecuadamente a la actual coyuntura de crisis, resulta imprescindible como primer paso analítico distinguir entre los síntomas de corto plazo y los factores estructurales que los explican. El síntoma principal de la crisis económica consiste, por supuesto, en la escasez de dólares, por un lado, y de diésel y gasolina, por otro. Las principales causas de dicha escasez provienen sin embargo de la caída de la producción y la exportación de gas natural a partir de 2015, y del aumento de la importación de diésel y gasolina a fin de mantener el abastecimiento interno mediante subsidios cada vez más costosos.
El abultado déficit fiscal, la pérdida de reservas internacionales y el aumento acelerado del endeudamiento son consecuencia a su vez de que el país ha dejado de ser un exportador neto de hidrocarburos, y eso no se corrige por supuesto con políticas cambiarias.
Horst Grebe es economista.