Evaluando la Feria del Libro de La Paz
Esteban Ticona Alejo
La 28ª de la Feria Internacional del Libro de La Paz, efectuada entre el 31 de julio y el 11 de agosto/24, merece varias evaluaciones y desde varios aspectos. Nos interesa enfatizar, la infraestructura. Reitero, el campo ferial no es el adecuado para exposición y venta de libros. Espacio pequeño, que obliga a subir y bajar, además de su ubicación no céntrica de la ciudad. Me atrevo a decir que la construcción no garantiza la gran presencia de personas. Felizmente, hasta ahora, no hubo accidentes, pero podría haber a futuro. La gran pregunta para las autoridades nacionales y departamentales ¿No es posible tener otro espacio, en pleno centro de la ciudad, un lugar plano y de gran extensión, que brinde una comodidad mínima para los expositores y los visitantes? Además, que no se cobre un solo centavo por la visita.
En tanto frío se construyó una carpa con ventanas abiertas. ¿A quién se le ocurrió apostar por la intemperie y con el clima de la ciudad? Otro aspecto es la habilitación de los salones. La gran mayoría fueron pequeños cubículos, para albergar a 20 personas, sin las condiciones mínimas para oír las presentaciones de libros y algunos conversatorios, inaudibles. Por ejemplo, por la presencia de estudiantes bulliciosos. Por el tema y los autores ameritaba más de 60 minutos por presentación. Fue llamativo las señas de los administradores de estos cubículos, pidiendo que se acabe, porque tenían que ingresar otros/as. La solución era muy simple, tener más espacios y entre eventos haya un espacio de 30 minutos. El nombre de los salones nos llamó la atención. ¿Bajo qué criterios se realizó la elección de los nombres? El periodista Ricardo Bajo, desde su columna, sugiere que haya una consulta a la ciudadanía sobre este tema. Llamo la atención que ninguno de los nombres sean indígenas, cuando hay muchas.
Por ejemplo, Eduardo Nina Quispe de la década de 1920 y 30 del siglo XX. Pero también contemporáneos, como Roberto Choque, German Choque, Juan de Dios Yapita, Juana Vásquez, Eustaquia Terceros, Félix Layme, entre otros. ¿Premeditación o ignorancia de los organizadores?
Por el excesivo costo de cobrar por metro cuadrado, por parte de la Cámara del Libro, algunos autores se agruparon en espacios pequeños para compartir los gastos con sus colegas, quedando sin lugar ni para sentarse. ¿La Cámara seguirá apostando por lucrar dinero y por metro cuadrado? Aunque hubo algunos estantes muy cómodos, de fundaciones como “Pazos Kanki”, propiedad del millonario Samuel Doria Medina, que expusieron sus publicaciones a precios para adinerados. La política de la Cámara continúa en la línea de contar con algunos autores independientes, pero “raleados”, que los ubicaron en el contorno de la feria.
Mantengo la posición que no debería cobrarse a los asistentes, pero aún se insiste en ese peculio. Este año hubo algunas flexibilizaciones como de no cobrar a mayores de 65 años, como también descuentos a estudiantes de la UMSA y docentes. ¿Y a las otras universidades e interesados?
No sé si la Cámara capacitó a su personal, incluido los guardias, para afrontar situaciones como de posible temblor y ¿cómo evacuar a los asistentes? ¿Contra robos y sobre actos de racismo y discriminación? Deduzco que no.
Termino esta evaluación, denunciando otro episodio de racismo y discriminación sufrido por el Taller de Historia Oral Andina- THOA. Institución indígena con 40 años de experiencia en investigación y publicación sobre los pueblos ancestrales. Por segundo año, soportamos otro acto de fanatismo, esta vez por parte de una señora, acompañada de sus nietos, arremetieron para perpetrar tan vilmente. Se hizo una carta a la Cámara para identificar mediante cámaras de seguridad, a la auto-declarada racista y sea sancionada según nuestra Ley 045 contra toda forma de racismo y discriminación. Hasta el momento no recibimos ninguna respuesta por parte de la Cámara. Jichha maraxa, wasitampiwa qhatu pankanaka utjawayi. Ma tuqitxa wali kusawa, maysa tuqitxa janikirakiwa. Uka p’iqinchirinakxa qullqi chuymaniwa, ukakxay munaskchixa. Jiwasanakaxan utt’ayasiñasawa jaqha suma qhatu pankanakatakixa ¿janicha?
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.